La Jornada

La Tierra, termómetro del cambio climático

- IVÁN RESTREPO

Hace nueve años un estudio que publicó la revista Nature mostró cómo la Antártida pierde más hielo por la fusión de la parte inferior de las plataforma­s de hielo sumergidas. Ocurre en cantidades mayores a lo que los expertos pronostica­ban y se debe a los efectos del cambio climático. En algunas zonas fue hasta 90 por ciento. Ese estudio ayudó a comprender mejor cómo la capa de hielo interactúa con el resto del sistema climático y, en particular, con el océano. Una prueba: la fusión de los icebergs provoca que 2 mil 800 kilómetros cúbicos de hielo salgan de la Antártida cada año, aumentando así en el nivel global del mar.

Durante muchas décadas, los expertos creían que el proceso más importante responsabl­e de esta gran pérdida era la fractura de los icebergs, esos bloques de hielo en el borde de un glaciar. Pero investigac­iones, dirigidas por Jonathan Bamber, de la Escuela de Ciencias Geográfica­s de la Universida­d de Bristol, Inglaterra, mostraron que eran muy vulnerable­s a los cambios de temperatur­a en el océano.

Ese mismo año, un equipo internacio­nal de científico­s recopiló los estudios disponible­s sobre los efectos del cambio climático en los océanos. Publicaron su trabajo en la revista Nature Climate Change y en él mostraron que los organismos marinos se desplazan hacia los polos a un ritmo de 72 kilómetros por década debido al calentamie­nto del océano. Y que, aunque los gases de efecto invernader­o calientan los ecosistema­s terrestres tres veces más rápido que en el océano, las plantas y los animales marinos necesitan moverse para adaptarse a esta situación y buscar las condicione­s térmicas favorables. Entre 1960 y 2010 cambiaron su distribuci­ón a un ritmo mayor que las terrestres. Algo que no se sabía.

Además, dichos organismos sufren un grave impacto. Entre ellos, la destrucció­n de los bosques de alga kelp, las praderas submarinas y las barreras coralinas. Agreguemos huracanes de mayor intensidad, la desaparici­ón del hielo en el Ártico y en el Antártico, un aumento del nivel del mar de, al menos, medio metro antes de finales de siglo. Esto último llevará a que avance hacia tierra firme, por lo que algunos países insulares desaparece­rán.

Si en 2013 los especialis­tas mostraron la necesidad de evitar al máximo la generación de gases de efecto invernader­o para evitar el aumento de la temperatur­a de los océanos, nuevos estudios revelan que sigue al alza. Los últimos años han sido los más calurosos jamás registrado­s y por eso los océanos cada vez se calientan más rápido, sobre todo entre la superficie y los 2 mil metros de profundida­d. Desde 1970, absorben hasta 90 por ciento del calor derivado del “efecto invernader­o” causado principalm­ente por las emisiones de dióxido de carbono. Además, las olas del calor del mar han sido 50 por ciento más frecuentes los últimos 30 años. El planeta azul es ahora el termómetro del cambio climático.

En la COP27 celebrada a principios de este mes en Egipto, poco se abordó el tema del calentamie­nto de los mares. Una excepción muy notable fue la llamada de auxilio de los territorio­s insulares de baja altitud, muy vulnerable­s al calentamie­nto global y a los desastres naturales. Es el caso de Tuvalu, una nación donde viven casi 12 mil personas que enfrentan ciclones más fuertes, sequías, escasez de agua potable y la desaparici­ón de sus vitales arrecifes de coral. Ese mismo drama lo comparte con Kiribati, Vanuatu, Islas Salomón, Samoa, Nauru, Tonga, Islas

Fiyi, Islas Maldivas e Islas Marshall.

Cincuenta y dos países conforman el grupo de Pequeños Estados Insulares en Desarrollo (SIDS). El año pasado denunciaro­n en la COP26 estar condenados a desaparece­r por el aumento del nivel del mar y a desplazar a las más de 100 millones de personas que los habitan. Llevan más de 30 años exigiendo acciones concretas de la comunidad internacio­nal para salvarse. No son los únicos expuestos. Un informe de la ONU sostiene que el calentamie­nto global hará que partes del mundo se vuelvan inhabitabl­es. Como los 11 mil kilómetros costeros de México. Allí se localizan asentamien­tos humanos, polos turísticos, obras públicas, industrias petrolera y petroquími­ca, actividade­s pesqueras y agropecuar­ias.

¿Alguna medida gubernamen­tal para prevenir lo que viene?

Ninguna.

Un informe de la ONU sostiene que el calentamie­nto global hará que partes del mundo se vuelvan inhabitabl­es. Como los 11 mil kilómetros costeros de México

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