La Jornada

Bruno Fernandes se roba el espectácul­o y con doblete asegura el boleto de Portugal

- DE LA REDACCIÓN

FIEREZA DE URUGUAY NO EVITÓ EL 2-0

Portugal es más que el astro Cristiano Ronaldo, quien acapara la atención, deslumbra con su genio, su sola presencia abruma y demanda las miradas para seguir esos toques que aparentan ser trucos de magia y no recursos futboleros; aun así, el equipo luso cuenta con otras gemas para presumir: Bruno Fernandes demostró que no dependen de su máxima estrella, o, mejor aún, que en ese equipo hay más de una figura y lo dejó claro al aportar los dos goles con los que derrotaron 2-0 a una Uruguay un tanto avejentada, pero digna y fiera, como siempre. Una victoria que les da el boleto a los octavos de final.

Todo el primer tiempo fue una batalla entre la velocidad del futbol portugués, de toque fino, y una selección charrúa cuyos activos ya lucen cansados, pero siguen teniendo el coraje para plantar cara a un equipo que tiene a uno de los mejores futbolista­s de todos los tiempos.

En la segunda parte los lusos derribaron la puerta con un gol que quiso demandar Cristiano como suyo, pues saltó y lanzó el testarazo sin tocar la pelota que viajaba en el aire rumbo al ángulo. Pero no, ese gol fue una maravilla de Bruno y nadie más.

Los celestes atacaron con verdadera rabia y algunos recuerdos del mejor juego que tuvieron esos experiment­ados futbolista­s. Pero no fue suficiente ante la excelente propuesta de los portuguese­s.

Casi al final, en un ataque de Bruno con posibilida­des de hacer daño, el uruguayo José María Giménez se fue de espaldas en el embate y en la caída puso las manos para amortiguar el golpe, un movimiento inevitable que terminó por interrumpi­r el curso del balón. El árbitro revisó la acción y decretó el penal en favor de Portugal. Un castigo demasiado rigorista, pues el jugador no tenía alternativ­a para colocar la mano y tampoco se percató que interfería con la pelota.

Bruno se encargó de cobrar la pena máxima, pues en ese momento Cristiano ya había dejado el campo, y con un pequeño amago antes de tirar, envió directo a la red. Luego estrelló otro tiro en un poste que de milagro no terminó en su cuenta personal y la de su equipo. Dos goles para Bruno, una estrella portuguesa por derecho propio.

Uruguay tuvo momentos de audacia y lucidez. Rodrigo Betancur contó con la oportunida­d más clara de los celestes, que habría cambiado la historia del partido. Después de burlar a la zaga portuguesa, tres hombres que no pudieron detenerlo, encaró al portero Diogo Costa, quien le atajó el disparo. En la definición perdió lo más cercano a un gol y los aficionado­s se estrujaban el rostro y golpeaban los bordes del asiento delantero ante tremenda jugada.

También Maxi Gómez dio un buen susto a Portugal cuando estrelló el balón en el poste de la portería defendida por Costa. Aunque el equipo lucía cansado, seguía mostrando que la garra charrúa es un signo identitari­o más que un simple mote deportivo.

Durante el duelo, un espontáneo entró a la cancha con una bandera con los colores de la diversidad LGBT+ como protesta por las leyes discrimina­torias en Qatar.

José María Giménez, responsabl­e del penal contra Uruguay, dijo al final: “Pasó lo mismo que el partido anterior: no salimos a ganar”.

El entrenador de Portugal, Fernando Santos, rechazó que fuera una revancha de la derrota en octavos de final ante Uruguay en Rusia-2018.

“Nada que ver con 2018, acá garantizam­os la clasificac­ión a la segunda ronda. En Rusia era un partido de eliminació­n directa, por octavos de final y perdimos y nos quedamos afuera”, concluyó.

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Foto Ap ▲ Bruno Fernandes mostró que Portugal tiene más de un astro y ayer opacó a CR7.

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