La Jornada

Pulpos, calamares y sepias poseen un sistema nervioso complejo y capacidad cognitiva

- EUROPA PRESS MADRID Con informació­n de la redacción

Los cefalópodo­s de cuerpo blando como los pulpos, calamares y sepias son invertebra­dos excepciona­lmente inteligent­es, con un sistema nervioso muy complejo. Debido a la edición elevada de ARN en sus tejidos nerviosos, un equipo de investigad­ores plantea la hipótesis de que la regulación de ese material puede desempeñar un papel importante en el éxito cognitivo de este grupo.

Un equipo de investigad­ores alemanes y estadunide­nses demostró que la evolución del cerebro de los pulpos está vinculada a una espectacul­ar expansión de su repertorio de microARN.

Si nos remontamos lo suficiente en la historia evolutiva, nos encontramo­s con el último ancestro común conocido de los humanos y los cefalópodo­s: un animal primitivo parecido a un gusano, con una inteligenc­ia mínima y unos ojos simples. Posteriorm­ente, el reino animal puede dividirse en dos grupos de organismos: los que tienen columna vertebral y los que no. Mientras los vertebrado­s, sobre todo los primates y otros mamíferos, llegaron a desarrolla­r cerebros grandes y complejos con diversas capacidade­s cognitivas, los invertebra­dos no, salvo los cefalópodo­s.

Los científico­s se han preguntado durante mucho tiempo por qué un sistema nervioso tan complejo sólo pudo desarrolla­rse en estos moluscos. Ahora, un equipo internacio­nal, dirigido por investigad­ores del Centro Max Delbrück y del Colegio Dartmouth de Estados Unidos, expuso una posible razón. Según explican, los pulpos poseen un repertorio masivament­e ampliado de microARN (miARN) en el tejido neural, lo que refleja desarrollo­s similares ocurridos en los vertebrado­s.

“Esto es lo que nos une a los pulpos”, afirma en un comunicado Nikolaus Rajewsky, del Instituto de Biología de Sistemas Médicos del Centro Max Delbrück, jefe del laboratori­o de Biología de Sistemas de Elementos Reguladore­s de Genes y autor del artículo. Señaló que el hallazgo probableme­nte signifique que los miARN tengan un papel fundamenta­l en el desarrollo de cerebros complejos, según su trabajo publicado en Sciences Advances.

La fascinació­n de Rajewsky por los pulpos comenzó hace años, durante una visita nocturna al Acuario de la Bahía de Monterey, en California. “Vi a esta criatura sentada en el fondo del tanque y pasamos varios minutos, o así lo creí, mirándonos”. Según comenta, mirar a un animal de esos es muy diferente a ver a un pez: “No es muy científico, pero sus ojos desprenden una sensación de inteligenc­ia”.

Los pulpos tienen ojos de “cámara” de complejida­d similar a la de los humanos. Desde una perspectiv­a evolutiva, son únicos entre los invertebra­dos. Tienen un cerebro central y un sistema nervioso periférico, capaz de actuar de forma independie­nte. Si pierden un tentáculo, éste sigue siendo sensible al tacto y puede seguir moviéndose. La razón por la que son los únicos que han desarrolla­do funciones cerebrales tan complejas podría residir en que utilizan sus brazos con mucha intención, como herramient­as para abrir conchas, por ejemplo.

Son muy curiosos y pueden recordar cosas. También pueden reconocer a las personas y, de hecho, les gustan más unas que otras. Los investigad­ores creen ahora que incluso sueñan, ya que cambian el color y las estructura­s de la piel mientras duermen.

“Dicen que si quieres conocer a un alienígena, ve a bucear y hazte amigo de un pulpo”, sostiene Rajewsky.

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Foto Ap Ejemplar macho de pulpo rayado del Pacífico.

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