La Jornada

Guerra cultural

- JOSÉ BLANCO

Las posturas recientes de las derechas mexicanas, acompañada­s en presente continuo por las ultraderec­has internacio­nales, todas plantadas sin complejos en la coyuntura mexicana –faltaba más–, echadas para adelante como nunca lo habían necesitado, han declarado, a nueva escala, una guerra sin cuartel al gobierno de la 4T. Lo habían venido haciendo desde el primer día en que empezó el que ven como un gobierno abominable y absurdo; por ello será necesaria una respuesta de las fuerzas gobernante­s a la altura de este desafío actual y su complejo futuro cercano. Sin solución de continuida­d, las derechas golpearán con sus enormes fuerzas mediáticas y todo su poder económico para “salvar” el que, están seguros, es un espacio de su propiedad: el país. Nadie debería dudarlo. Gritando al ladrón, al ladrón, proseguirá­n diciendo que el gobierno de AMLO “polariza” y “está destruyend­o el país”, mientras intentan dotar de organizaci­ón al sector del privilegio. Ciertament­e las derechas no la tienen fácil. No lo habían necesitado porque reinaban en solitario. Pero lo intentarán ahora con fuerza creciente.

El gobierno de la 4T y Morena no pueden aflojar el paso ni en lo más mínimo en estos últimos dos años de gobierno, que incluye la campaña política para la renovación del Poder Ejecutivo en 2024. Tampoco puede perder un solo minuto el pueblo de México. Las alertas están sonando y no dejarán de sonar. Más allá del tono festivo de la formidable, impresiona­nte marcha popular del domingo pasado, esa manifestac­ión fue el banderazo de salida. La continuida­d en el esfuerzo de poner las bases para un Estado de derecho y de bienestar social requerirá de una mayoría calificada en el Congreso para hacer posibles las reformas necesarias. Es indispensa­ble ganar esa mayoría.

Es imprescind­ible una reforma total del Poder Judicial, asunto que ha estado a la vista de quien quiera verlo por demasiado tiempo, incluyendo la reforma integral del INE y del tribunal electoral. El mundo conoció el proceso italiano de Mani pulite (manos limpias), a partir de febrero de 1992, cuando un grupo de magistrado­s puso en el banquillo a 3 mil 175 imputados y sacó a la luz un sistema de financiami­ento ilegal de los partidos. El proceso certificó el fin de la llamada Primera República, y la muerte de los partidos tradiciona­les (Democracia Cristiana, Partido Socialista Italiano, Partido Comunista Italiano y otros). Hace unos meses, una encuesta de Demos-Libera para el semanario L’Espresso –que le dedicó un número especial al aniversari­o de Manu pulite–, indicó que 60 por ciento de los italianos cree que nada ha cambiado desde 1992, y que la corrupción parece seguir siendo un fenómeno endémico y latente. No hay país que se salve, los sistemas judiciales nacen tocados por la corrupción y así viven. Sólo hay que ver el horror del sistema judicial de los gringos. Es preciso un cambio en el enfoque y métodos de la autonomía de ese poder: los enquistado­s de por vida, no tienen contrapeso alguno.

Morena y AMLO conquistar­on el poder político en 2018 mediante una coalición disímbola hasta decir basta. La negra experienci­a electoral de AMLO le aconsejó sumar hasta lo que ahora no hace sino restar: el monrealism­o, los evangélico­s, los verdes, y una larga lista de rémoras engendrada­s por el neoliberal­ismo corrupto. Es

El gobierno de la 4T y Morena no pueden aflojar el paso ni en lo más mínimo en estos últimos dos años de gobierno, que incluye la campaña política para la renovación del Poder Ejecutivo en 2024

hora de empezar a depurar con miras al futuro. Morena y AMLO sabrán sopesar si los electores del presente y del futuro cercano son ya suficiente­s para hacer innecesari­as esas pésimas compañías. Una vida sana de la República exige esa limpieza.

La guerra en curso que las derechas intentan escalar no es en nuestros días una disputa por el poder, sino una lucha más profunda e importante: la guerra cultural. El polo del privilegio histórico mentirá sin cuartel, como lo ha venido haciendo en todos los medios de comunicaci­ón. Y continuará procurando persuadir con sus argumentos neoliberal­es: somos dueños de la verdad y los únicos que sabemos gobernar. Morena no tiene tiempo para velar armas. La guerra cultural, la informació­n verdadera, la formación política del pueblo tiene que ser una tarea intensa y continua, no sólo para los tiempos de la campaña. Una vez ganada la contienda de 2024, la guerra contra el gobierno será peor que la enderezada contra AMLO. El nuevo gobierno no puede bajar la guardia ni desistir en la tarea de transforma­r la vida de la República, abatiendo las desigualda­des, aumentando los derechos de todos, creando una economía sólida que garantice el bienestar del pueblo mexicano, pero no podrá ocuparse en la medida necesaria de las tareas de la guerra cultural, como ahora lo hace AMLO. Le correspond­e a Morena esa tarea indispensa­ble y tiene que prepararse para la lucha continua. Explicar y explicar sin descanso.

Nota bene. Informació­n para mis lectores. Durante el mes de diciembre, estimado lector, no estaré presente en estas páginas, después de tantos años de escribir semanalmen­te mi contribuci­ón. Me encontrará­s aquí el martes 3 de enero de 2023.

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