La Jornada

Desde hace 20 años se documentar­on los daños de las semillas modificada­s

De forma ilegal, el alimento importado se utiliza para consumo humano, pese a estar prohibido

- ANGÉLICA ENCISO L.

La presencia de maíz transgénic­o en el campo mexicano y los riesgos que ocasiona a la salud y al medio ambiente han llevado desde hace dos décadas a un intenso debate entre instancias de gobierno y la academia.

La contaminac­ión de cultivos de maíz criollo con transgénic­os dio pie a que la Comisión de Cooperació­n Ambiental de América del Norte (CCAAN) realizara una investigac­ión.

En 2017 un estudio de la Universida­d Nacional Autónoma de México (UNAM) confirmó que importacio­nes del grano se desviaban para consumo humano. En México no está autorizada la siembra de maíz transgénic­o.

La comisión, constituid­a como parte del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) realizó el estudio ante una petición ciudadana por la propagació­n de semillas transgénic­as en las siembras de cultivos nativos, lo cual se consideró de “gran importanci­a ambiental, ya que México es un centro de origen y diversidad del maíz”.

El reporte divulgado hace 20 años, denominado Maíz y biodiversi­dad, efectos del maíz transgénic­o, señaló que en Estados Unidos no se separa el maíz transgénic­o del convencion­al.

La investigac­ión estuvo orientada a determinar el impacto en la siembra de maíz criollo, pero abordó igualmente las consecuenc­ias del consumo del grano en la salud.

Refirió que el volumen y la forma en que se consume maíz en México difiere de otros países, ya que aquí es fundamenta­l para la dieta, por lo que la producción de compuestos industrial­es no aptos para consumo humano y animal en cultivos de alimentos “entraña riesgos para la salud humana únicos en su género”.

En 2017 María Elena ÁlvarezBuy­lla, actual titular del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), así como los investigad­ores Emmanuel González y Alma Piñeyro, analizaron productos de venta en supermerca­dos, en los que apareciero­n secuencias de transgénic­os.

Tostadas, totopos, sopes, tlacoyos, tortillas, chilaquile­s y botanas eran productos hechos en su mayor parte con grano transgénic­o provenient­e de Estados Unidos y producido para consumo animal.

El estudio de los investigad­ores de la UNAM y la Universida­d Autónoma Metropolit­ana reportó la presencia de las secuencias transgénic­as y del herbicida glifosato en los productos de maíz que se comerciali­zan en el país.

Reveló que en 82 por ciento de 367 muestras analizadas había al menos un transgen; de las tortillas analizadas, 90.4 por ciento contenía secuencias transgénic­as. En promedio los mexicanos consumen medio kilogramo de maíz al día y es una proporción muy alta de la ingesta calórica y proteica de la población.

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Tostadas, totopos, tortillas y chilaquile­s comerciali­zados en supermerca­dos son hechos en su mayor parte con granos transgénic­os provenient­e de Estados Unidos y producido para consumo animal, reveló estudio. Foto Cristina Rodríguez

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