La Jornada

Falleció Federico Silva a los 99 años

El escultor, pintor y muralista fue despedido ayer con una ceremonia de cuerpo presente en Bellas Artes

- FABIOLA PALAPA QUIJAS Y ALONDRA FLORES SOTO

El escultor, pintor y muralista Federico Silva, incansable en la búsqueda de nuevos lenguajes de expresión, falleció a los 99 años. La fuerza de su creación nació del pueblo, la tradición y la esperanza, no del mercado, como enarboló hasta los últimos días de su vida.

“El arte es un humanismo y puede perdurar porque contiene el poder del hombre revelado por su obra. El arte expresa su momento histórico y el artista no puede sustraerse de los acontecimi­entos de la historia”, afirmó el año pasado en un mensaje con motivo de la inauguraci­ón de la exposición Al alba de 100 años.

El artista fue despedido anoche con una ceremonia de cuerpo presente en el Palacio de Bellas Artes, que coincidió con la inauguraci­ón de la exposición retrospect­iva Federico Silva, lucha y fraternida­d: El triunfo de la rebeldía, en la que se esperaba su asistencia.

Lucina Jiménez, titular del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal), encabezó la mañana de ayer un recorrido en el que dio a conocer que el artista falleció la madrugada del miércoles, sentado en su sillón favorito. Informó que murió de manera tranquila, “estaba sumamente contento y orgulloso porque él decidió el título de la exposición, porque todo cambia y si no cambia se muere. Todo está en constante transforma­ción porque debe haber un cambio desde la rebeldía”.

La muestra es una celebració­n a su espíritu y creación, con la que ahora se le rinde un homenaje póstumo. La familia y el instituto acordaron que el tributo permanecer­ía en el recinto del Centro Histórico, “haciendo que su vida continúe a través del arte. El maestro Silva vive en su arte y en la concepción de esta mirada que nos regala al público, como era su compromiso”.

Sobre el concepto de la retrospect­iva, que se comenzó a planear desde hace tres años, Lucina Jiménez dijo que “él decidió que se llamara así, porque decía que todo acto creador es de transforma­ción y cobra sentido en lo social, por eso la monumental­idad de su obra”.

Comentó que Silva estuvo al pendiente y fue el curador más cuidadoso, siempre tenía trabajada la temática y revisó todo el proyecto, teniendo ya los referentes, vio el render de la exposición. La muestra permanecer­á abierta hasta el 19 de marzo de 2023 y luego se exhibirá en Tlaxcala.

El Inbal confirmó ayer muy temprano en Twitter el fallecimie­nto del artista e investigad­or. Anunció que en acuerdo con la familia, se haría el homenaje póstumo en el máximo recinto cultural del país, donde se inauguró la gran exposición dedicada a su trabajo, y emitió el pésame a su esposa, María Esther González, y a su hijo, Federico Silva Lombardo.

Por su parte, Alejandra Frausto Guerrero, titular de la Secretaría de Cultural federal, también dedicó un par de mensajes en esa red social. “Tu vida es tan intensa como tu muerte, maestro Federico Silva”, escribió y agregó que hoy entraría caminando a la exposición con las obras de quien fue reconocido en 1995 con el Premio Nacional de Artes y en 2016 con la Medalla Bellas Artes.

Federico Silva nació en la Ciudad de México el 16 de septiembre de 1923. Aunque estudió medicina, veterinari­a, derecho y antropolog­ía, se dedicó al arte por ocho décadas. Su aprendizaj­e fue autodidact­a a través de la consulta en libros de las técnicas de encáustica, frescos y temple.

“El trabajo de las artes no es una labor tranquila, sino que está interrelac­ionada con todo lo que sucede en el entorno. Entonces, inevitable­mente tiene uno que asomar los ojos a lo que pasa en el mundo, en la política”, dijo a este diario en 2010.

El muralista David Alfaro Siqueiros lo invitó a colaborar con él y uno de los primeros trabajos que hizo fue el mural Nueva democracia, ubicado en el palacio de mármol en la avenida Juárez.

Al principio de su trayectori­a elaboró murales y pintura de caballete. Más adelante se dedicó a la escultura con madera, aluminio, acero, cemento, fierro y piedra. Experiment­ó el arte cinético, hizo objetos “solares” con prismas, lentes de Fresnel, espejos, imanes, rayos láser y cuerpos suspendido­s. Recienteme­nte incursionó en la gráfica digital.

Parte de su labor la desempeñó como investigad­or en la Coordinaci­ón de Humanidade­s de la Universida­d Nacional Autónoma de México. En la máxima casa de estudios participó en la realizació­n del Espacio Escultóric­o, una de las zonas más emblemátic­as del campus, donde se funden el paisaje, la arquitectu­ra y la escultura. La idea surgió de Federico Silva en 1979 para plasmar las artes plásticas y el movimiento escultóric­o geométrico en México en un entorno natural, aquí también están sus esculturas Las serpientes del Pedregal y Ocho conejo.

“Al arte público lo impone la sociedad, ese es su verdadero valor”, afirmó en entrevista en 2021, cuando ya preparaba la exposición que se inauguró ayer.

Publicó los libros Federico Silva (1977), La escultura y otros menesteres (1985), Viaje del nagual de Tonacacíhu­atl (1989) y México por Tacuba: Relatos autobiográ­ficos (2000).

En Amaxac de Guerrero, Tlaxcala, transformó en 1985 la ex fábrica de hilo La Estrella en un taller dedicado a la creación de esculturas.

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