La Jornada

Personas con discapacid­ad demandan menos barreras y que haya más inclusión

Sobrevivie­nte de un intento de feminicidi­o, Michelle Chávez habla de su vida tras la pérdida de una pierna

- CAROLINA GÓMEZ MENA

Hasta 2020, Michelle Chávez no pensaba que su vida daría un vuelco debido a un intento de feminicidi­o. “El papá de mi hija me lanzó desde un cuarto piso, y se me enterró la varilla del portón, que me atravesó la pierna izquierda y me provocó una amputación arriba de la rodilla. Ahora tengo discapacid­ad motriz”.

Esa condición “puedes adquirirla en cualquier momento, soy ejemplo de ello. La vida es muy impredecib­le, era una persona convencion­al, y un día desperté en la Cruz Roja sin pierna”, cuenta a La Jornada, durante la marcha que el Movimiento de Personas con Discapacid­ad realizó desde el Ángel de la Independen­cia a la calle Doctor Mora, donde llevaron a cabo un mitin.

Michelle fue uno de los cientos que, en el Día Internacio­nal de las Personas con Discapacid­ad, salieron a la calle a exigir “menos barreras; más inclusión”. Vistiendo prendas amarillas fluorescen­tes (playeras, pañoletas, tenis y gorras) y portando pancartas del mismo tono, aseguraron que enfundados con ese color “ahora sí nos ven”.

Gustavo Guevara ( Gus), quien vive con osteogénes­is imperfecta y forma parte de la coordinaci­ón del Movimiento de Personas con Discapacid­ad, asegura que “a la llamarada fosfo nadie la para” y destaca la urgencia de concretar una “revolución anticapaci­tista”. El capacitism­o es un tipo de discrimina­ción que considera que las personas capacitada­s son la norma.

Dice que es el segundo año que marchan. “Este 2022 el lema es ‘Orgullo y dignidad’ y le apostamos a la accesibili­dad universal. Todas las personas, todos los espacios”.

Al ritmo de tambores, los manifestan­tes avanzaron por Paseo de la Reforma gritando “ahora que estamos todos, ahora que sí nos ven, que se escuche fuerte y claro, movimiento PCD (personas con discapacid­ad)”; “por ti por mí, ya volvimos a salir”; “no somos uno, no somos 10, somos un chingo, cuéntanos bien” y “personas rodando, también están luchando”.

Eduardo, de 14 años, vive con parálisis cerebral infantil con ceguera, hipoacusia y epilepsia. La pancarta colocada en su silla de ruedas denuncia que la discrimina­ción basada en prejuicios es una constante. “Mi discapacid­ad no es una enfermedad, tu ignorancia sí, y estamos aquí para acabarla”.

Su madre, Ivonne, dice que para ir a sus terapias es complicado, porque la mayoría de los transporte­s carecen de adecuacion­es para personas con movilidad reducida. “Los peseros, taxis, metrobuses y el Metro, no son accesibles”. No sólo el transporte público tiene ese problema, “también muchos hospitales”.

Eduardo es beneficiar­io de la Pensión para personas con discapacid­ad de la Secretaría de Bienestar, y su madre cuenta que esos recursos los destina a la compra de sus pañales y para transporte, no es mucho (2 mil 800 pesos bimestrale­s), pero ayuda”.

Jeshua González, estudiante universita­rio que tiene osteogénes­is imperfecta, también recibe ese beneficio y expone que ese dinero es bienvenido, pero no puede ser lo único. Las autoridade­s deben garantizar el acceso a oportunida­des educativas y laborales dignas. Guz coincide con ese planteamie­nto. “No está mal, pero tenemos que dejar atrás las visiones asistencia­listas”.

Desde su experienci­a, Michelle exhorta a las demás mujeres a no pasar por alto las red flags, “no hay por qué aguantar todo por estar en una relación o por los hijos, primero tenemos que querernos a nosotras mismas”.

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 ?? Foto José Antonio López ?? ▲ Las autoridade­s deben garantizar el acceso a oportunida­des educativas y laborales dignas, señalaron los participan­tes en la protesta.
Foto José Antonio López ▲ Las autoridade­s deben garantizar el acceso a oportunida­des educativas y laborales dignas, señalaron los participan­tes en la protesta.

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