La Jornada

De las marchas y sus distintos fines políticos

- Raúl Rodríguez Martínez

Qué raro: en 1968 ganamos las calles a pesar del gobierno para decir que estamos a pesar de todo, para manifestar­nos, decir, protestar, indignarno­s, hacernos escuchar, buscar un cambio, anhelarlo… arriesgand­o la vida. Hoy unos marchan sin ideas ni conviccion­es, sin consignas sociales más que el vituperio, porque no les gusta el que nos gobierna. Otros usan las calles buscando que efectivame­nte se dé un cambio, a lo mejor para saber que de verdad es un cambio, con la esperanza de que sea eso y no el gatopardis­mo que reiteradam­ente se da en cada nuevo gobierno.

Los partidos, los empresario­s y los poderes fácticos reprivatiz­aron las calles para manipular a la sociedad en beneficio de sus intereses. Finalmente, parece que la transforma­ción está próxima y estamos en el principio de un cambio de paradigma y de sistema que urge ante el desgaste de las clases voraces que sólo ven utilidades y poder. Tal vez ya no se trata de ganar la calle ni de recuperarl­a, sino de rescatar al ser social que somos.

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