De las marchas y sus distintos fines políticos
Qué raro: en 1968 ganamos las calles a pesar del gobierno para decir que estamos a pesar de todo, para manifestarnos, decir, protestar, indignarnos, hacernos escuchar, buscar un cambio, anhelarlo… arriesgando la vida. Hoy unos marchan sin ideas ni convicciones, sin consignas sociales más que el vituperio, porque no les gusta el que nos gobierna. Otros usan las calles buscando que efectivamente se dé un cambio, a lo mejor para saber que de verdad es un cambio, con la esperanza de que sea eso y no el gatopardismo que reiteradamente se da en cada nuevo gobierno.
Los partidos, los empresarios y los poderes fácticos reprivatizaron las calles para manipular a la sociedad en beneficio de sus intereses. Finalmente, parece que la transformación está próxima y estamos en el principio de un cambio de paradigma y de sistema que urge ante el desgaste de las clases voraces que sólo ven utilidades y poder. Tal vez ya no se trata de ganar la calle ni de recuperarla, sino de rescatar al ser social que somos.