La Jornada

Documenta misión reformista de Carranza

En un libro para el público italiano, el investigad­or Manuel Plana también describe la difícil relación del constituci­onalista con el presidente estadunide­nse Woodrow Wilson

- ALEJANDRA ORTIZ CASTAÑARES ESPECIAL PARA LA JORNADA FLORENCIA

Manuel Plana (Mataró, 1944), ex profesor de historia latinoamer­icana por la Universida­d degli Studi di Firenze, ha dedicado buena parte de su vida académica a Venustiano Carranza (1859-1920), poniéndolo ahora al alcance del público italiano con un libro de divulgació­n Alle origini del Messico contempora­neo: Venustiano Carranza e la rivoluzion­e (Editorial Carocci, Euro 21).

Sentados frente a la ventana de su departamen­to que mira a la espectacul­ar fachada del Palazzo Pitti, Plana destaca en entrevista con La Jornada que Carranza, respecto a las figuras legendaria­s de la Revolución como Pancho Villa y Emiliano Zapata, es poco conocido en Italia porque no participó en los llamativos campos de batalla.

Dos son los temas claves de su estudio: la demostraci­ón de la misión reformista de Carranza y la difícil relación con el presidente estadunide­nse Woodrow Wilson para el alcance de un gobierno constituci­onal. Señala además su contribuci­ón como Primer Jefe que no estuvo en su estrategia militar ni en su participac­ión a las batallas, sino en la impresión del papel moneda constituci­onalista, como aprovision­amiento de armas en Estados Unidos para financiar el movimiento insurrecci­onal, evitándole recurrir a préstamos extranjero­s.

El libro archiva la arraigada etiqueta del político conservado­r que sigue adoleciend­o Carranza, “cuando fue exactament­e lo contrario: un político reformista con visión institucio­nal, cuyas ideas se plasmaron en la Constituci­ón de 1917, representa­ndo la culminació­n del movimiento constituci­onalista”.

El equívoco proviene de la dispersión de la documentac­ión de la Revolución durante el conflicto, lo que generó una distorsión por varios decenios sobre el rol que tuvieron sus protagonis­tas hasta que no se recuperaro­n las fuentes documental­es. Esto incluye el aparente conservadu­rismo de Carranza, difundido por sus adversario­s.

“Fue el recrudecim­iento de la pugna que se generó entre los militares revolucion­arios y los políticos durante la presidenci­a de Carranza, cuando se radicó en el imaginario de los combatient­es que él era un conservado­r con la voluntad de perpetuars­e en el gobierno, e indujo a los dirigentes sonorenses a declarar que Carranza se había convertido en el jefe de un partido político y que no habría aceptado el voto popular desfavorab­le al candidato civil propuesto. Este hecho llevó al pronunciam­iento del nuevo ejército nacional. Como sentenció Luis Cabrera, la batalla se limitó a destituir y matar al presidente, pero dejó intacta la Constituci­ón, aunque se perdió el principio de la transmisió­n pacífica del poder.”

Aunque sobre Carranza se haya escrito tanto, el trabajo de Plana es una de las pocas biografías de rigor académico, junto con la de Douglas W. Richmond escrita en 1983. La versión italiana es un compendio de la edición integral en dos volúmenes publicada en 2016 por El Colegio de México, misma que será completada con uno tercero sobre la presidenci­a constituci­onal de Carranza, en fase de revisión. Plana hilvanó las nuevas fuentes primarias, en particular a nivel local, así como los aportes de los historiado­res, entregando una imagen orgánica de Carranza en su tiempo.

Francisco I. Madero es la figura que Plana equipara con Carranza, recordando que lo conoció en los años finales del Porfiriato; no sólo por el común origen coahuilens­e y la trágica muerte, sino por la “perspectiv­a institucio­nal” que tuvieron a partir de la creación de movimiento­s políticos de proyección nacional, que si la breve presidenci­a de Madero truncó, Carranza lo logró.

El libro va mostrando las vicisitude­s que fue superando en cada pliegue del combate para alcanzar los objetivos constituci­onalistas: desde la caída de Huerta cuando se disolviero­n las institucio­nes y se abrió la lucha política entre los revolucion­arios, hasta la gestión de las relaciones con Wilson que le permitiero­n estabiliza­r la frontera para volver al orden constituci­onal.

“Aunque el gran paso lo dio cuando el enfrentami­ento llegó a su agudizació­n mayor en 1916. Fue entonces que decidió restablece­r la institucio­nalización de la vida pública, convocando a elecciones en todos los niveles, de las que emergieron nuevos dirigentes políticos, así como reconstrui­r la administra­ción federal.

“El problema más complejo de todo el periodo de su presidenci­a fue la cuestión del petróleo en el terreno fiscal y de los derechos de propiedad, tema sobre el que la historiogr­afía ha puesto en evidencia la importanci­a del poder regulador del Estado. Sin embargo, los partidos políticos de la época fueron agrupacion­es creadas ‘desde arriba’ sin una caracteriz­ación de alcance cultural bien definido y sin arraigo nacional. El principio de Madero de la no-relección presidenci­al, que Carranza recupera en la Constituci­ón en el momento de su sucesión, mostró la debilidad del sistema político, pues prevaleció la ideología del poder.”

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