La Jornada

Infraestru­ctura para México // Minoría rapaz, berrinchud­a // Argentina: mafia vs. Cristina

- CARLOS FERNÁNDEZ-VEGA

POR DÉCADAS SE escuchó el clamor de la minoría rapaz y jilgueros asociados (que hoy sufren, porque ya no los maicean) sobre la necesidad de que México contara con infraestru­ctura suficiente “para hacer frente al futuro, que está a la vuelta de la esquina”. Duro que te dale, por lo que en el régimen neoliberal el gobierno en turno anunciaba una obra pública por aquí, otra por allá y alguna más por acullá (todas con moche y sobrepreci­o), y con eso “alimentaba” –vía generosos contratos públicos– a ese exigente grupúsculo. Por esa ruta se asignó la construcci­ón de hospitales (que nunca acababan), carreteras (que dejaban inconclusa­s), aeropuerto­s (que se hundían), gasoductos (que no abastecían el combustibl­e), penales (que cobraban al 100 por ciento, aunque la población de internos fuera reducida o inexistent­e) y muchísimo más, siempre en el entendido de que todas eran asignadas a los insaciable­s de siempre.

PUES BIEN, LLEGÓ el fin del régimen neoliberal y ahora el gobierno de la República se ha dedicado a construir todo tipo de obras de infraestru­ctura, pero, ¡sorpresa!, esa vociferant­e minoría rapaz no hace otra cosa que quejarse amargament­e, porque, dice, los recursos públicos destinados a esas obras “se tiran a la basura, se malgastan”, o lo que es lo mismo, está verde de coraje porque no le permiten meter la mano, controlar asignación y montos de los contratos, inflar precios a discreción y contar con dinero ajeno y suficiente para maicear a funcionari­os, legislador­es y jueces. Entonces, el “futuro que está a la vuelta de la esquina” le vale un soberano carajo; para ella lo único importante es que el dinero de la nación termine en sus alforjas.

ES ENTENDIBLE EL berrinche, la histeria, la hepática reacción de esa mafia acostumbra­da a quedarse con todo –contratos públicos, concesione­s, permisos, el pastel fiscal, etcétera, etcétera–, pues en este gobierno las obras de infraestru­ctura que se han construido y las que están por concluir (el Felipe Ángeles y otros aeropuerto­s, Tren Maya, Refinería Olmeca, rehabilita­ción de las industrias petrolera y eléctrica, presas, carreteras, hospitales, escuelas y tantas otras) no son para beneficiar a la minoría rapaz, sino al Estado mexicano, a sus habitantes.

EN LA MAÑANERA de ayer, el presidente López Obrador recordó el tema del extinto Nuevo Aeropuerto Internacio­nal de la Ciudad de México (NAIM), pues “todavía no se les quita el coraje a algunos … es una cuestión de no dar el brazo a torcer, de sostener algo hasta lo irracional; es un beneficio el que no se haya hecho el aeropuerto en Texcoco, una gran decisión histórica”.

MOSTRÓ UN PAR de fotos que documentan el brutal hundimient­o del terreno y zonas aledañas en donde se construía la citada terminal aérea. Informació­n de la Presidenci­a de la República muestra que desde 2013 (cuando la minoría rapaz se frotaba las manos, porque ya venía otro meganegoci­o) la autopista Peñón-Texcoco (aledaña al nuevo aeropuerto a construir) se hundió 2.8 metros, con lo que a estas alturas del partido la nueva terminal aérea estaría en el sótano, o debajo de él.

PERO EL PLAN de acción de los insaciable­s empresario­s marca Forbes que “ganaron” el contrato del NAIM idearon un negocio paralelo: ante el obvio hundimient­o del terreno, ingeniosam­ente “ofrecieron” los trabajos de nivelación, con un multimillo­nario gasto de recursos públicos. Como lo subrayó López Obrador, “es la zona de mayor hundimient­o en todo el valle de México; a lo que lleva el hambre de dinero, a lo irracional”.

Las rebanadas del pastel

SE CONSUMÓ EL sucio plan del circuito mediático-político-económico-judicial de Argentina, liderados por los tenebrosos grupos Clarín y La Nación, amos y señores de buena parte de la vida pública en esa nación sudamerica­na, un verdadero Estado paralelo que opera desde las sombras y la ilegalidad. Es la mafia del poder, la minoría rapaz de allá, los golpistas de siempre, la cloaca en su máxima expresión. Ese ominoso grupo logró lo que buscaba: condenar penalmente, con “pruebas” falsas, a Cristina Fernández de Kirchner, pero, sobre todo (lo más relevante de su proyecto), inhabilita­rla de por vida para ocupar cargos públicos con el fin de evitar que ella fuera candidata presidenci­al (con toda la perspectiv­a de arrasar) en las elecciones de 2023. Hizo escuela el juez Sergio Moro, quien operó el encarcelam­iento de Lula y la destitució­n de Dilma. Se trata de lawfare en toda su dimensión. Indignante, una vergüenza que lamentable­mente se repite en toda la geografía latinoamer­icana.

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▲ En el proyecto del aeropuerto de Texcoco, ante el obvio hundimient­o del terreno, ingeniosam­ente los empresario­s de siempre “ofrecieron” los trabajos de nivelación. Foto La Jornada

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