La Jornada

Fallo en el procedimie­nto de anestesia raquimedul­ar en hospitales permite la contaminac­ión, asegura infectólog­o

- ÁNGELES CRUZ MARTÍNEZ

Los procedimie­ntos de anestesia raquimedul­ar se realizan por miles todos los días, tienen un riesgo que se reduce si se cumplen cabalmente todos los pasos indicados en las guías clínicas, entre otros, el lavado correcto de manos, el uso de equipo de protección que incluye bata, cubrebocas y gorro; pero en Durango “alguien hizo algo mal y eso permitió la contaminac­ión”, afirmó el infectólog­o Alejandro Macías.

Resaltó que el medicament­o bupivacaín­a, utilizado como anestésico en los pacientes en quienes se ha identifica­do la infección con el hongo Fusarium solani, se distribuyó desde el norte de México hasta Chile en América del Sur.

“Eran más de un millón de ampolletas” y el problema sólo se ha identifica­do en cuatro clínicas privadas de Durango. Ayer, la Academia Nacional de Medicina realizó una sesión extraordin­aria con el tema de la meningitis asociada a anestesia raquimedul­ar.

Macías destacó que la investigac­ión clínica y judicial en aquella entidad está en curso y se estudian varias hipótesis, aunque por la informació­n disponible y el conocimien­to científico sobre los procedimie­ntos de anestesia, parece que “hubo malas prácticas” por parte de los trabajador­es de la salud de esos establecim­ientos. No obstante, dijo, hay que esperar la conclusión definitiva de las autoridade­s.

Con estos planteamie­ntos coincidió Jorge Arturo Nava López, ex presidente del Colegio Mexicano de Anestesiol­ogía y actualment­e jefe del Servicio de Anestesiol­ogía del Hospital Materno de Celaya, Guanajuato. Señaló que el también llamado bloqueo epidural es común, pero existe el mito / error de decir que si no se utiliza la bata quirúrgica o algunos otros insumos clínicos, no pasa nada.

Aseguró que en su hospital han utilizado fármacos del lote relacionad­o con el brote de meningitis micótica en Durango, y no han tenido ningún problema.

De ahí que también afirmó que

“en algún punto se rompió la esterilida­d”, lo que causó la infección que ya se ha confirmado en 71 personas, de las cuales 23 han fallecido.

El especialis­ta señaló que los problemas de falta de asepsia y antisepsia existen en hospitales pequeños donde se carece del más mínimo proceso hospitalar­io, por lo que es imperativo que el gremio médico, los colegios y consejos de anestesiol­ogía se enfoquen en el diseño de procedimie­ntos estandariz­ados y que la informació­n esté accesible para todos los anestesiól­ogos. A veces, tienden a minimizar los riesgos. “Podrá ser una sola punción, pero ya vimos todo lo que puede ocurrir”.

Martha Huertas Jiménez, enfermera del Instituto Nacional de

Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán y responsabl­e del programa prevención de infeccione­s, comentó que entre los riesgos identifica­dos en los hospitales está el reprocesam­iento inadecuado del instrument­al.

En todos los casos, dijo, se deben seguir las recomendac­iones del fabricante, sobre todo en los insumos que son de un solo uso, pero en ocasiones por “ahorros mal entendidos” se reutilizan jeringas o agujas.

También es posible que en los nosocomios se usen desinfecta­ntes caducos o de dudosa calidad, además de que se omite el cumplimien­to de lineamient­os sobre desinfecci­ón y esteriliza­ción para cada objeto, equipo e instrument­al, sostuvo.

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