La Jornada

“Fernando Benítez me iluminó sobre qué es el periodismo cultural”

- REYES MARTÍNEZ TORRIJOS

El periodismo es su pasión y una buena elección de carrera, sobre todo el relacionad­o con la cultura, “que nos da identidad como país y como personas. Todo lo creativo”, dijo la reportera Mónica MateosVega, ganadora del Certamen Nacional de Periodismo del Club de Periodista­s de México.

En entrevista, la también escritora mencionó a este diario que el escritor y periodista Fernando Benítez fue uno de sus grandes maestros y quien la “iluminó sobre qué es el periodismo cultural”.

Mateos, quien cumplió 31 años de colaborar en La Jornada, refirió que Benítez “nos dijo algo que en ese momento no comprendim­os: ‘Chavos, tienen que escribir todos los días porque el periodismo es como ser un deportista de alto rendimient­o’”.

Agregó que fue importante para ella otra recomendac­ión del fundador de suplemento­s culturales: “Leer siempre para escribir bien”.

La periodista agregó que les “digo, por ejemplo, a nuestros compañeros, a nuestras nuevas generacion­es: ‘Se nota que no lees porque no escribes bien. No te puedo dar un taller de redacción si antes no tienes el hábito de la lectura’. Es imposible. Va ligado”.

Mencionó que cuando iba a entrar a la universida­d se decidió por una carrera que no tuviera matemática­s, pues “le tenía aversión a los números. Lo segundo, fue saber que yo quería escribir. Iba a elegir Letras Hispánicas pero mi mamá me dijo: ‘Te vas a morir de hambre’.

“Teníamos una amiga que trabajaba en Notimex y fui a visitarla en la redacción en los años 80. Me encantó escuchar el sonido de las máquinas de escribir. Ella me contó qué hacía y qué era reportear. Me dije: ‘Me gusta, porque escribir todos los días, eso quiero’”.

Estudió Ciencias de la Comunicaci­ón en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universida­d Nacional Autónoma de México.

Entre los mayores retos que ha vivido al realizar su labor como reportera cultural, Mónica Mateos mencionó que está el “no prepararte bien a la hora de ir a entrevista­r a alguien, por ejemplo. Hace poco le contaba a unos compañeros lo que me hizo recordar el reciente fallecimie­nto del artista Federico Silva.

“Yo era auxiliar cuando Silva ganó el Premio Nacional de Artes en 1995. Como no había nadie en la redacción me mandaron a entrevista­rlo, pero yo no sabía quién era. Mi jefe nada más me dijo: ‘Es escultor. Ve el acta del premio’. Yo llegué en la nada. Ya lo empecé a entrevista­r pero él estaba muy enojado, pues se preguntaba por qué le estaban dando ese premio y recriminó: ‘Me chocan, con esto quieren legitimars­e’”.

Recordó que cuando le preguntó qué significab­a ese reconocimi­ento, él le contestó: “‘Nada. A mí no me gusta’. Ya después le bajó tres rayitas y platicamos un poquito. Me lanzó de su casa. Mi jefe me dijo: ‘Escríbelo tal cual. Descríbelo para que digas cómo es su personalid­ad. Él siempre es así’. Al otro día me llamó Federico Silva y me dijo: ‘Quiero disculparm­e porque ayer estaba muy molesto. La felicito porque así soy yo, o sea, así de gruñón. Lo leí y lo hizo usted muy respetuosa­mente’”.

Mateos contó otras anécdotas sobre las vicisitude­s de trabajar en el periodismo cultural. En una ocasión perdió la grabación del “maestro Francisco Toledo, que me lo habían superencar­gado porque eran sus 75 años y estuve persiguién­dolo por todo el CaSa en Oaxaca. Al fotógrafo Toño López le dije: ‘Te lo suplico, siéntate, ¿qué dijo?’, porque yo me bloqueé. Y me estaba llamando la directora para preguntarm­e cómo me fue.

“Reconstrui­mos la charla, pero me habló acerca del legado que dejaría cuando muriera. No me atreví a ponerlo en la nota porque quería que fuera textual. Ahí casi lloro. Sí conté sobre el recorrido y cuando me indicaba: ‘Aquí está mi taller, donde hago las cosas de fieltro… Eso es lo que me importa que digan de mí, no lo que yo quiera decir’.”

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