La Jornada

Con salas renovadas y de oferta diversa, los cines de París enfrentan al streaming

- AFP PARÍS

En un mundo dominado por las plataforma­s estadunide­nses, París sigue siendo la capital mundial de los cines, como atestigua la sala más grande del mundo, el Grand Rex, recién renovada.

En plena capital francesa, los últimos brochazos a la fachada del edificio art déco devuelven a este cine, que celebra su 90 aniversari­o, .

A pesar de la complicada situación que atraviesa el sector, los propietari­os de esta sala independie­nte de 2 mil 700 butacas prevén que a finales de 2022 la asistencia del público sólo habrá disminuido 10 por ciento respecto de la situación precovid.

Francia, cuna del cine gracias a las invencione­s de los hermanos Lumière, ha resistido al cierre masivo de salas, y París ha sabido mantener una imagen romántica en torno a ese mundo, inmortaliz­ado en clásicos como Sin aliento, en el que Jean-Paul Belmondo y Jean Seberg entran y salen de las salas de los Campos Elíseos.

Tanto los grandes cines de la Ciudad Luz como las decenas de pequeños cines independie­ntes marcaron a directores de todo el mundo.

“Solía ir a las viejas salas del Barrio Latino, a ver retrospect­ivas, viejas películas de Hollywood, Francia o Japón”, contó el realizador francoesta­dunidense Damien Chazelle (La La Land) recienteme­nte a Afp.

“La primera vez que vi Metrópolis, de Fritz Lang, fue aquí. ¡Nunca lo olvidaré!”, recordaba.

En octubre, el director mexicano Alejandro González Iñárritu presentó también para una audiencia reducida su última cinta, Bardo, en un cine del Barrio Latino.

Según cifras oficiales, París cuenta con 398 pantallas distribuid­as en 75 cines, lo que representa 8 por ciento más que en 2000 y ligerament­e menos que antes del covid (411, en 2019). Según las autoridade­s de la ciudad, esto representa­ría la mayor densidad de salas del mundo.

Sin embargo, limitarse a pasar películas es inviable. “Desde que el Rex abrió sus puertas, se inauguraro­n 71 salas más grandes, y todas han ido cerrando”, explica su director, Alexandre Hellmann.

En un esfuerzo por adaptarse, el Grand Rex organiza sesiones especiales para fans, maratones de películas y prestrenos espectacul­ares, como el del último trabajo de Steven Spielberg, Los Fabelman.

“Si sólo viviésemos del cine, cerraríamo­s”, señala Hellmann, que adoptó como estrategia diversific­ar la sala como discoteca, local de escape game y como sala de conciertos por la que pasaron desde Madonna hasta Bob Dylan.

El balance mayormente positivo no impide que el paisaje de cines parisino esté en plena evolución.

El año que viene reabrirá el mítico cine de estilo japonés La Pagode; en 2024 se inaugurará cerca de la Ópera de París el Pathé Palace, que se anuncia como sala espectacul­ar, con los últimos avances tecnológic­os.

Pero en los Campos Elíseos, en el que era El barrio del cine de París por excelencia, “los precios desorbitad­os del alquiler” contribuye­n al cierre de las salas, como el histórico Marignan, explica Michel Gomez, quien dirige la Misión Cine de París, en apoyo a esta industria.

“Es duro ver el cierre de las salas, pero el cine en París es un tejido vivo. Sigue la evolución sociológic­a y geográfica de la ciudad”, añade.

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 ?? ?? ▲ La capital francesa tiene 398 salas de cine. A la izquierda, el Louxor, seguido del Grand Rex, el más grande del mundo, con 2 mil 700 butacas. Fotos Afp
▲ La capital francesa tiene 398 salas de cine. A la izquierda, el Louxor, seguido del Grand Rex, el más grande del mundo, con 2 mil 700 butacas. Fotos Afp

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