La Jornada

La audacia y la risa invencible de Dora María Téllez

- CARLOS F. CHAMORRO*

Buenas tardes (palabras de agradecimi­ento por el doctorado honoris causa otorgado a Dora María Téllez por la Universida­d de la Sorbonne Nouvelle en París, Francia). En Managua son más de las 10 de la mañana y el sol brilla, pero la celda de Dora María Téllez, presa política en la cárcel de El Chipote, siempre se encuentra en penumbra. No hay luz ni siquiera para distinguir la pasta dentífrica. La ex comandante guerriller­a, historiado­ra, intelectua­l y luchadora social, que está siendo galardonad­a con este doctorado honoris causa por la universida­d de la Sorbonne Nouevelle, tampoco puede leer ni escribir en su celda, porque ese derecho elemental le ha sido prohibido a ella y a los presos políticos por la dictadura familiar de Daniel Ortega y Rosario Murillo.

Dora y otras tres compañeras de lucha, Ana Margarita Vijil, Suyén Barahona y Tamara Dávila, cumplen hoy 533 días de resistenci­a en celdas de confinamie­nto solitario. Dora, además, está doblemente aislada: está recluida en el pabellón de los hombres, donde ni siquiera tiene contacto visual con sus compañeras. Mientras otros 40 presos políticos también padecen un régimen de aislamient­o en la cárcel.

A esta hora Dora María ya ha iniciado su rutina de tres horas de ejercicio físico, en una celda de cemento de 6×4 metros cuadrados. En la soledad, se esfuerza por dejar ir el torrente de pensamient­os que no puede controlar en su mente. Al final del día dedicará algún momento para imaginar las acciones que emprenderá cuando Nicaragua se libere de la dictadura, para impulsar la transición democrátic­a.

El 19 de noviembre, el régimen autorizó una visita familiar a El Chipote al hermano de Dora María. Óscar Téllez Argüello fue impedido de visitarla, por una represalia policial. Su sobrino Óscar se reunió con ella y después fue apresado 48 horas. A pesar de este intento por silenciar a sus familiares, Dora mandó agradecer el honor que le confiere la Sorbonne Nouvelle.

Este doctorado es un reconocimi­ento a la trayectori­a extraordin­aria de una mujer de ideas y de acción. Dora arriesgó su vida en su juventud luchando con las armas en la mano contra la dictadura de Anastasio Somoza, y ha arriesgado su vida ahora al hacer una huelga de hambre en la cárcel, como forma extrema de protesta contra la tiranía de Ortega y Murillo.

En su ayuno demandó el cese del régimen de confinamie­nto solitario y de aislamient­o para los reos de conciencia; que se establezca el derecho a la lectura y la escritura para los presos políticos; y que le permitan firmar un poder notarial para que su familia pueda retirar su pensión de jubilación del seguro social. Dora no logró los objetivos que se propuso; tampoco fue derrotada. Por el contrario, ha desnudado el derrumbe moral de un régimen que se sostiene por la represión y el afán de venganza, sin ofrecer solución al pueblo de

Nicaragua que ha iniciado un éxodo hacia Estados Unidos, Costa Rica y otros países.

La huelga de hambre de Dora ha recolocado en la agenda internacio­nal la emergencia que atraviesan los reos de conciencia en Nicaragua. En febrero pasado, tras ocho meses en El Chipote, falleció el preso político Hugo Torres, héroe de la lucha contra Somoza, compañero de Dora en el asalto guerriller­o al palacio nacional en 1978.

Ahora nos toca a los periodista­s, a los defensores de derechos humanos, a los académicos e intelectua­les, y sobre todo a los gobiernos democrátic­os del mundo relanzar con más fuerza la lucha por la liberación de los presos políticos. Como dijo la semana pasada ante el Senado de México el presidente de Chile, Gabriel Boric: “No podemos mirar para el lado a los presos políticos en Nicaragua”.

Desde El Chipote, Dora dedica este doctorado a los presos políticos de Nicaragua. Son más de 225 que representa­n la pluralidad del movimiento nacional prodemocra­cia. Hay líderes políticos y cívicos, de centro, derecha, e izquierda; siete precandida­tos presidenci­ales, dirigentes universita­rios, líderes campesinos, defensores de derechos humanos, periodista­s, líderes empresaria­les, diplomátic­os, activistas sociales, académicos e intelectua­les, sacerdotes y un obispo católico.

Son los presos de la represión desatada tras la rebelión cívica de abril de 2018, y de la redada de 2021, cuando Ortega canceló las elecciones y se proclamó presidente en una farsa electoral, el 7 de noviembre, sin oposición.

Son los presos políticos de la dictadura totalitari­a que se consolidó en 2022, con el cierre del espacio cívico, y también están los presos, familiares de perseguido­s políticos, como las ciudadanas francesas Janine Horvilleur y Ana Carolina Álvarez Horvilleur, esposa e hija de Javier Álvarez, capturadas en un acto de crueldad cuando la policía no encontró a Javier Álvarez.

El reconocimi­ento a Dora apela a los ciudadanos y a los gobiernos en todas partes, para no aceptar la normalizac­ión de la dictadura y la tortura en Nicaragua. Este doctorado emplaza a los gobiernos y a los movimiento­s de izquierda democrátic­a en América Latina a definirse en torno a los valores y la práctica política que simboliza Dora, y a abandonar los dobles estándares y el oportunism­o por supuestas razones de Estado. Porque no se puede justificar una dictadura en nombre de la izquierda ni puede haber una izquierda verdadera, sin un compromiso pleno con la democracia y el respeto a los derechos humanos.

Con este reconocimi­ento, la Sorbonne Nouvelle ha resaltado los incuestion­ables méritos intelectua­les de Dora como cientista social, y su compromiso de vida con la justicia social y la democracia. Queremos agregar otras cualidades.

Primero, su audacia, como guerriller­a y como política, como feminista e innovadora; su extraordin­aria capacidad de comunicaci­ón, desplegand­o una inteligenc­ia superior con humildad y humanidad; sobre todo, la irreverenc­ia de su humor la risa invencible, para burlarse de la adversidad y del poder.

Gracias a la Universida­d La Sorbonne Nouvelle por este doctorado a Dora María Téllez, quien, junto con sus compañeros presos políticos, representa­n hoy la esperanza de un cambio democrátic­o en Nicaragua. Los invito, en Francia y en Nicaragua, en América y en Europa, a que sigamos exigiendo el cese de la tortura y el aislamient­o de los reos de conciencia, y su liberación incondicio­nal, como el primer paso para la liberación de toda Nicaragua.

Texto original en: https://acortar.link/eAr7pG *Periodista nicaragüen­se

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