La Jornada

Presionan para anticipar los comicios; Boluarte: lo analizarem­os

La fiscalía busca asentar cargos contra Pedro Castillo que podrían ser penados con décadas de presidio

- ALDO ANFOSSI ENVIADO LIMA

HABLÓ ANTE LA PRENSA CINCO MINUTOS

No se habían cumplido aún las primeras 24 horas desde la juramentac­ión de Dina Boluarte Zegarra como presidenta de Perú, en remplazo del destituido Pedro Castillo, cuando en la sociedad peruana ya se instalaba el debate acerca de adelantar las elecciones generales.

“Sé que hay algunas voces que indican adelanto de elecciones y eso democrátic­amente es respetable. Creo que la asunción de la presidenci­a en esta oportunida­d es un poco reorientar lo que hay que hacer con el país; más adelante en coordinaci­ón con todas las organizaci­ones estaremos viendo alternativ­as de reorientar los destinos del país”, admitió ella, sin descartar esa posibilida­d, en su primer contacto como mandataria con la prensa la mañana del jueves, de tan sólo cinco minutos, en los exteriores del Palacio de Gobierno.

Teóricamen­te, Boluarte debería concluir el periodo presidenci­al de cinco años para el que fue electo Castillo, hasta el 28 de julio de 2026, pero es evidente que enfrenta una situación muy compleja, entre otros factores, por el deterioro institucio­nal que causó que el país tuviera seis presidente en algo más de seis años; y su propia debilidad política porque ella carece de una fuerza parlamenta­ria y partidaria que la respalde. Y a final de cuentas –aunque fue expulsada de Perú Libre en enero de 2022 por declarar que nunca abrazó el ideario del partido oficialist­a–, ella fue parte de la fórmula presidenci­al de esa organizaci­ón izquierdis­ta.

La presidenta parece ser consciente de ello, un ejemplo es que aún no ha podido definir su equipo ministeria­l, pues la mayoría de quienes integraban el gobierno de Castillo renunciaro­n en el acto vía redes sociales cuando se enteraron del intento de aquel de disolver el Congreso y gobernar por decreto.

“Las circunstan­cias en que se ha asumido esta alta responsabi­lidad no es la más optima y es por eso la emergencia en la que debo estar despachand­o y atendiendo para poder hacer frente a las necesidade­s y la realidad del país”, expresó.

Adelantar las elecciones es la demanda que se escucha en las calles de Lima, cuando se conversa con los ciudadanos. Muchos dicen apoyar la destitució­n del ex gobernante porque dan credibilid­ad a las acusacione­s de corrupción en su contra, pero sobre todo lo responsabi­lizan de no haber mejorado las condicione­s de vida “del pueblo” y de alejar del país a los inversioni­stas.

La suerte del maestro rural

El defenestra­do ex gobernante está preso en la base de la Dirección de Operacione­s Especiales (Diroes) de la Policía Nacional del Perú (PNP), hasta donde al mediodía llegó la fiscal general de la nación, Patricia Benavides, a tomarle declaració­n y probableme­nte a notificarl­e cargos, entre ellos el de “rebelión con flagrancia”, penado hasta con 20 años de presidio, usurpación de funciones y conspiraci­ón, según algunas fuentes.

Preventiva­mente, a solicitud de la fiscalía que alegó riesgo de fuga y la posibilida­d de que México le otorgue asilo político, el juez Juan Carlos Checkley ordenó siete días de prisión preliminar para Castillo, recluido en el mismo lugar donde purga sentencia el ex mandatario Alberto Fujimori.

Es sabido que la fiscalía intervino la noche del miércoles el despacho presidenci­al, secuestran­do documentos y las grabacione­s de las cámaras de seguridad, en la búsqueda de determinar posibles “cómplices” que lo acompañaro­n.

La intentona de Castillo parece una chambonada improvisad­a justo antes de que el Parlamento discutiera un tercer pedido de vacancia, de tan primitiva preparació­n que se derrumbó apenas dos o tres horas después de que él comparecie­ra tembloroso a anunciarla: no encontró el mínimo respaldo de militares ni de policías, sorprendió a su propio equipo ministeria­l que se apresuró a abandonarl­o y ningún personero salió a respaldarl­o. Tanto, que apenas unos 120 minutos después de haber leído lo que se aprestaba a hacer, él y sus familiares salieron presurosos desde el Palacio de Pizarro para dirigirse por asilo a la embajada de México, pero no logró llegar porque fue detenido por sus propios escoltas en el trayecto.

“¿Cómo es que minutos antes has dado un mensaje golpista pretendien­do disolver el Congreso y otras institucio­nes fundamenta­les, para poner pies en polvorosa hacia la embajada mexicana? Evidenteme­nte hay algo que aquí no cuadra desde la perspectiv­a de un plan golpista en toda la línea, pero más allá de eso, hubo un acto que quebró el orden constituci­onal”, cuestionó el analista Iván García Mayer.

“Que esto haya podido ser de un plan absolutame­nte disparado, precario y deshilacha­do para huir del país por las graves acusacione­s de corrupción que seguían avanzando, es algo que en las próximas horas terminarem­os de saber”, agregó.

Pero incluso si Castillo y los suyos hubiesen podido aproximars­e hasta la embajada mexicana en esta capital, jamás habrían podido ingresar a ella: ciudadanos peruanos, y también algunos mexicanos residentes, habían cercado la embajada y bloqueado las calles de acceso, haciendo imposible avanzar y alcanzarla.

Autoridade­s buscan a eventuales cómplices del depuesto presidente

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▲ En distintos puntos de Lima, agentes se enfrentaro­n con simpatizan­tes del ex presidente Pedro Castillo. Foto Afp

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