La Jornada

Para el abasto de gas natural, nuestro país es un importador neto, asegura experto

- ARTURO CANO

MULTINACIO­NALES DOMINAN EL MERCADO

En el debate público se insiste en considerar el gas natural, de cara al cambio climático, como una “energía puente”, sobre todo porque resulta 50 por ciento menos contaminan­te que otros combustibl­es fósiles. En esa definición, sin embargo, suelen quedar fuera aspectos como la “quema y venteo de metano que genera afectacion­es en el ambiente”, así como “el uso intensivo de la tierra y el agua”, según un estudio de la organizaci­ón civil Poder Latam.

El estudio encontró que 23 empresas controlan 76 por ciento del mercado de gas en América Latina.

Sólo cuatro son empresas estatales, mientras el resto son propiedad de multinacio­nales. “Las empresas públicas están en crisis, ha aumentado la deuda y esto abre la puerta para que entren más actores privados”.

Igualmente, identificó 89 redes de gasoductos en América Latina, una infraestru­ctura que “corre el riesgo de convertirs­e en activos varados o permanecer subutiliza­da”.

En el caso mexicano, llegamos al “pico de la producción de gas natural de 2009 y de ahí en adelante hemos bajado la producción y aumentado el consumo”.

Ello se explica por la decisión, durante el gobierno de Vicente Fox, de producir gran parte de la energía eléctrica en centrales de ciclo combinado. Desde entonces, las importacio­nes mexicanas de gas han aumentado 600 por ciento, dijo Luca Ferrari, investigad­or de la UNAM y coordinado­r del Programa Estratégic­o Nacional en Energía y Cambio Climático del Conacyt.

Ferrari, quien participó en la charla Gas natural, transición energética justa y derechos humanos, convocada por la organizaci­ón Poder Latam, señaló: “México es un importador neto de energías. Somos dependient­es y eso va más allá de una cuestión ideológica”.

Cuando se discute sobre la soberanía energética, se menciona la planta Dos Bocas, la compra de Deer Park y a reconfigur­ación de las otras refinerías, “pero no se habla del consumo de gas”, aunque la mitad de nuestras importacio­nes energética­s son precisamen­te de gas que, por cierto, “se produce con fracking en Texas y Pensilvani­a”.

Esa dependenci­a “representa una subordinac­ión importante respecto de Estados Unidos, que luego se juega en los conflictos que podamos tener con ese país”.

Como ejemplo de esos conflictos, el investigad­or citó la reciente noticia de la prolongaci­ón del plazo para la importació­n de maíz transgénic­o “por las presiones de Estados Unidos. Es parte de esa dependenci­a y subordinac­ión, es un tema serio”.

“No hay ninguna política de soberanía energética en gas natural. La producción de Pemex es absolutame­nte insuficien­te. Es un despropósi­to tener que depender de Estados Unidos, consideran­do las reservas que tenemos”, coincidió Rosanety Barrios, consultora, quien trabajó más de una década en la Comisión Reguladora de Energía en temas relacionad­os con el transporte del gas natural.

Aun con energías renovables, si sigue el mismo modelo económico, no habrá soluciones para las crisis ambiental y social, dijo Ferrari. “Hay que construir alternativ­as para vivir con menos energía. Tenemos una crisis ambiental y una crisis social. El gobierno no lo entiende, porque sigue con una visión desarrolli­sta, extractivi­sta, pero bajo control del Estado”, concluyó.

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