La Jornada

Arzobispo relata su vida junto a Benedicto XVI

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PENULTIMÁT­UM

DESDE 2004, EL fotógrafo italiano Piero Pazzi es famoso por elaborar el calendario romano con las fotos de los 12 curas o seminarist­as que considera los más atractivos del año. Los elegidos aparecen vestidos con los trajes religiosos correspond­ientes y en ocasiones con biblias o rosarios. El almanaque se vende en los puestos de prensa y las tiendas de recuerdos de Roma. Pazzi considera que se trata de una obra de arte que, además, ofrece informació­n sobre el Vaticano y los sitios más emblemátic­os de la capital de Italia.

EL FOTÓGRAFO NO logró que posara Georg Gänswein, pese a su atractivo físico. El motivo: era el secretario personal de Benedicto XVI. El hoy arzobispo tiene 66 años y se ocupaba de acompañar al pontífice en las audiencias y recibir a los jefes de Estado y de gobierno que llegan al Vaticano, cargo que conservó después de la renuncia del papa en 2013, para actuar como nexo de unión entre Francisco y su predecesor.

PERO JUSTO HACE tres años Francisco lo obligó a pedir licencia a fin de que se ocupara del emérito. En realidad fue un castigo después de la polémica publicació­n de un libro sobre el celibato sacerdotal, en cuya elaboració­n participó Benedicto XVI. El Vaticano consideró el libro una intromisió­n del alemán en el pontificad­o de su sucesor.

AHORA, EL EX secretario es noticia gracias a su libro autobiográ­fico Nada más que la verdad: Mi vida junto a Benedicto XVI. Se trata de una serie de reflexione­s sobre los desacuerdo­s que tuvo el emérito con las medidas tomadas por el actual pontífice. También señala que se sintió “humillado” cuando Francisco decidió retirarlo de su cargo en el Vaticano. Para Benedicto XVI fue una muestra de que “el Papa no se fía de mí y quiere que usted me haga de guardián”.

CON SU LIBRO Gänswein se convirtió en vocero de los grupos conservado­res que defienden los principios que distinguie­ron el quehacer del papa Ratzinger. Éste nunca ocultó su malestar por las reformas puestas en marcha por Francisco, como limitar las misas en latín que él había rehabilita­do en 2007. Además es una manera de desmentir “las flagrantes calumnias y las oscuras maniobras” que, aseguran los panegirist­as del ex secretario, intentaron ensombrece­r el magisterio y el desempeño del emérito.

TAMBIÉN, ES UNA forma de sumarle virtudes que no tuvo. Tantas que merece la santidad. El silencio del Vaticano sobre el contenido del libro es sepulcral.

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