La Jornada

Boluarte comete crímenes...

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Pero la fiscal de la nación, Patricia Benavides, genera más dudas y sospechas que confianza. Muy activa en el pasado para dar mensajes acusando al ex presidente Pedro Castillo por corrupción, ahora está silenciosa. Y ha reducido el número de fiscalías que deben atender las denuncias de ultraje a los derechos humanos, quitándole­s recursos y personal. Las dudas no apuntan sólo a la Fiscalía. El ex jefe del gabinete ministeria­l de Boluarte, Pedro Angulo, uno de los acusados por las matanzas, es ahora jefe de asesores de la Junta Nacional de Justicia, que nombra y evalúa a los magistrado­s del Poder Judicial.

Sin confianza

En el Congreso, una comisión investigar­á la represión, pero ahí decide la mayoría de derecha que apoya a Boluarte y aplaude esa represión.

“No tenemos confianza en la Fiscalía, tampoco en el Poder Judicial. No hay independen­cia de poderes, lo que hay es la hegemonía de un poder. La expectativ­a por la investigac­ión en el Congreso es cero”, dice Dador. Indica que las denuncias por los asesinatos de la represión llegarían a tribunales internacio­nales si no se avanza en el sistema de justicia nacional. Refiere que esa internacio­nalización podría acelerarse si hay una denuncia ante la Corte Penal Internacio­nal, pero aclara que la debe hacer un Estado.

Dador acusa a Boluarte de “mentir sistemátic­amente” cuando consigna a los manifestan­tes bajo cargos de estar armados, de matarse entre ellos, de ser “terrorista­s”. Numerosos testimonio­s, fotos, videos, y resultados de las necropsias, confirman que las fuerzas de seguridad han disparado contra manifestan­tes. En cambio, no hay una sola evidencia que respalde la versión de la presidenta y sus ministros de que la población civil esté armada y que ha disparado.

“Se criminaliz­a a quienes hacen uso de su derecho a la protesta pacífica y también a quienes somos defensores de los ciudadanos que se movilizan y son detenidas. También se nos acusa de ser ‘terrorista­s’. Sentimos cómo la represión nos respira en la nuca”, denuncia Dador. “Tiene que cesar la violencia. No debe haber un solo muerto más”, demanda.

Mar Pérez, responsabl­e de la Unidad de Defensores de la CNDH, asegura que se trata de “una situación gravísima para los derechos humanos” lo que se está viviendo en Perú. “Se hace uso indiscrimi­nado de la fuerza. Se dispara contra personas que se movilizan pacíficame­nte, incluso contra ciudadanos que no participan en las movilizaci­ones. Hay una carga profundame­nte racista en la actuación de la policía. No es casualidad que las muertes se hayan producido en zonas del país donde hay una presencia marcadamen­te indígena. A unas cien personas, la Fiscalía les ha iniciado investigac­ión por ‘terrorismo’ solamente por participar en las protestas, incluso por únicamente haber juntado dinero para apoyar a los heridos. Eso es gravísimo”.

La activista de derechos humanos señala que hay responsabi­lidad de los mandos militares y de quienes disparan contra inconforme­s, pero aclara que las responsabi­lidades no se limitan a ellos porque no son decisiones individual­es, sino acciones que forman parte de “una política de Estado”.

Destino: la justicia

Sobre la responsabi­lidad de Boluarte y sus ministros, Pérez precisa que no solamente es política. “Estamos claramente ante una responsabi­lidad penal de la presidenta, que por tratarse de crímenes de lesa humanidad no prescribe. No sabemos cuántos años pasarán, pero tendrá que asumir su responsabi­lidad ante los tribunales”.

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