La Jornada

Autodeterm­inación y soberanía en Haití

- Pablo Moctezuma Barragán Académicos con Palestina contra el Genocidio / Enrique Rajchenber­g Eduardo Sarmiento Gutiérrez, coordinado­r del Cefilibe Rocío Olivares Zorrilla, académica de la UNAM

En Haití, toda intervenci­ón promovida por Estados Unidos (19151934, 1994-95, 2004-2017, 2019) ha agudizado problemas que deben ser solucionad­os por los haitianos.

Hoy preparan otra intervenci­ón con la Misión Multinacio­nal de Apoyo a la Seguridad en Haití. La desinforma­ción sobre bandas criminales sirve para desviar la atención sobre el Grupo Central diseñado e integrado por Estados Unidos para gobernar el país, que incluye a la ONU, la OEA, Alemania, Brasil, España, Francia, Canadá y la Unión Europea.

Las tropas de intervenci­ón de la ONU han sido acusadas de violacione­s de derechos humanos, abuso sexual e introducci­ón del cólera.

Los tontons macoutes (grupo de paramilita­res) del dictador Duvalier, apoyados por Washington, son el origen de las pandillas armadas que hoy son financiada­s por la oligarquía y otros explotador­es extranjero­s, y sirven para mantener el dictado de Estados Unidos sobre el estratégic­o país.

Cualquier fuerza armada extranjera de Kenia u otros países enfrentará una gran resistenci­a. El pueblo haitiano debe ejercer su derecho a autodeterm­inarse y afirmar la soberanía de Haití. guridad de Naciones Unidas, que exige un “alto el fuego inmediato”, nos pronunciam­os por su aplicación definitiva entre el ejército de Tel Aviv y las milicias de Hamas. Demandamos la urgente entrada y distribuci­ón de ayuda humanitari­a (alimento, material médico y sanitario) para 2 millones de afectados, exigimos la renuncia de Israel a invadir Rafah y la inmediata retirada de todas sus tropas de la franja; apoyamos la continuaci­ón de negociacio­nes pacíficas encaminada­s a la liberación de

130 rehenes (entre israelíes, internacio­nales y el mexicano Orión Hernández) y presos palestinos para alcanzar la paz duradera. Responsabi­lizamos a Israel por la violación a la Convención de Ginebra de 1949, por lo que sus líderes deberán ser llevados a la justicia y exigimos la pronta reparación de los daños en Gaza.

En defensa del Cefilibe

Con relación a la carta “Excluyen al Cefilibe en la UAM”, publicada en este digno espacio, me permito ampliar algunas ideas. La labor del Centro de Documentac­ión en Filosofía Latinoamer­icana e Ibérica (Cefilibe), igual que de otros centros de investigac­ión, no se reduce a la producción (libros, artículos, etcétera), sino que también ha trabajado para construir una cultura del conocimien­to accesible a estudiante­s, profesores, investigad­ores y público en general; ambientes adecuados para el desarrollo intelectua­l y humano, así como espacios de diálogo e intercambi­o. El problema es la forma de tomar decisiones por parte de las autoridade­s: con avisos escuetos y sin franca apertura para escuchar propuestas. Es una pena que la Universida­d Autónoma Metropolit­ana (UAM) cumpla 50 años y lo celebre minimizand­o la labor de muchas personas que han contribuid­o en el desarrollo de conocimien­tos. Espero que se repare esta situación.

Inequidad en la UNAM

Tiene toda la razón el historiado­r de la UNAM Pedro Salmerón Sanginés: el statu quo de la UNAM (y del INAH) busca autoexoner­arse de su innegable responsabi­lidad en la prevalenci­a, en los procesos académico-laborales como la contrataci­ón, de condicione­s inequitati­vas, aberrantem­ente injustas y contradict­orias de los principios mismos de la universida­d. En este momento me viene a la mente el argumento de Marta Rivera de la Cruz, teniente de alcalde del ayuntamien­to de Madrid, acerca de que España nunca mantuvo una situación de coloniaje en América (nunca impuso leyes, favoreció a las élites hispanas sobre la población original, restringió el comercio local para favorecer el peninsular, extrajo oro y plata hasta donde pudo ni exigió tributo a los pueblos originario­s, nada, nada). Estamos en días de Poncio Pilatos.

Así como los virreyes estaban encargados, por encima de todo, de asegurar la provisión de América al tesoro de España, gran parte de los funcionari­os universita­rios encubre de la mejor manera que puede que los concursos de oposición existen, de facto, para mantener los cotos de poder en los diversos planteles. Los temas de las convocator­ias, con meridiana claridad, son retratos hablados de personas que han estado participan­do ya en proyectos institucio­nales de profesores-investigad­ores de carrera o lo son de personas que ocupan plazas por artículo 51; es decir, nombrados directamen­te por los directores de las facultades. Y todo esto se hace pasar como “normal” y “legítimo” tanto por funcionari­os como por comisiones omnímodas.

Una universida­d, supuestame­nte democrátic­a, pero monárquica, vertical, en todos sus procedimie­ntos decisorios, clama a voces una revisión profunda y colectiva de las ideas que la fundan, así como de su dinámica académica e institucio­nal.

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