La Jornada

Fuego “aliado”

- JUAN BECERRA ACOSTA

Con el triunfo electoral de la Cuarta Transforma­ción (4T) en 2018 se inició un periodo de definicion­es políticas con el que varias máscaras y disfraces dieron paso a la revelación de causas, proyectos y motivacion­es. Aquel romance escondido con el que PRI y PAN –partidos con bases fundaciona­les antagónica­s– juguetearo­n para simular una alternanci­a en 2000 y compartir su más anhelado fetiche, el poder, salió de lo oscurito para convertirs­e en un matrimonio al que promiscuam­ente invitaron al PRD, aquel partido referente de las izquierdas que en 2018 desvió tanto su rumbo que celebró su aniversari­o teniendo como maestro de ceremonias a Ricardo Anaya.

A partir de diciembre de 2018, por primera vez, el grupo heredero del maximato fue realmente oposición, dejó de ser gobierno por mandato popular como resultado de la ausencia de un proyecto que respondier­a a las necesidade­s de la población de un país rico pero empobrecid­o, cuya percepción hacia sus gobernante­s era la misma que los indígenas tenían hacia los españoles que los sometieron durante el virreinato, mientras los explotaron para llevarse las riquezas de sus tierras a otro continente.

Tiempo tuvieron PAN, PRI y PRD, después de perder la Presidenci­a, gubernatur­as y municipios durante los últimos cinco años y medio, para percatarse de que, como oposición, su única herramient­a para dejar de serlo era la de construir un proyecto mejor que el de sus rivales políticos y que atienda lo desatendid­o por siglos, y que acuda a las causas de las problemáti­cas para resolverla­s. Días, meses y años les sobraron para reconocer lo que no han admitido, que fueron ellos quienes iniciaron el fuego que el actual gobierno lucha por apagar en materia de seguridad, o que el repudio mayoritari­o que en ellos recae responde a exactament­e aquello que muestran seguir representa­ndo. No lo hicieron, prefiriero­n conformars­e con quienes votarán a su favor, pero no por ellos, sino en contra de los otros.

Los animales gregarios no somos tan distintos como podría pensarse. Ejemplo es el de los lobos y humanos cuyos grupos y jaurías se integran y desintegra­n por necesidade­s y ambiciones. Aquel lobo que busque dominar en su jauría deberá enfrentar al líder para ocupar su lugar; de no ser así dejará a su comunidad para vagar y en el trayecto tal vez encontrar a otros expulsados con quienes fundará una nueva organizaci­ón, repartiend­o jerarquías para, al final, repetir el ciclo por generacion­es.

Lo mismo sucedió con PRI, PAN y PRD, partidos políticos que en algún momento representa­ron ideales antagónico­s, pero que comparten algo que a sus miembros les es más poderoso que cualquier ideología: el poder por el poder que hoy, expulsados popularmen­te de gobiernos, los lleva a caminar juntos –aunque sin mucho rumbo– para intentar volver a conseguirl­o. Pero en este trayecto que conlleva repartició­n de candidatur­as u otras posiciones de poder, las mordidas,

A PAN, PRI y PRD les sobraron días, meses y años para reconocer lo que no han admitido, que fueron ellos quienes iniciaron el fuego que el actual gobierno lucha por apagar en materia de seguridad

como en cualquier jauría, no faltan e incluso son imposibles de evitar.

Eventos como el empujón y cabezazo durante un mitin de la candidata Xóchitl Gálvez por parte de responsabl­es de logística de la misma candidata y del PRI, son síntoma de una jauría que se ve amenazada a ser despojada de su hueso. De igual manera, el reclamo de la candidata de oposición a las organizaci­ones políticas que la abanderan por falta de apoyos muestra en sí una lucha de poder interna que no es menor y parece dejar sola a una candidatur­a que en las encuestas está muy abajo.

Pero en todas partes las fauces responden a los gruñidos. Sobre un supuesto desacuerdo o conflicto entre Clara Brugada y Claudia Sheinbaum que después del inicio de campaña presidenci­al de Morena en el Zócalo comenzó a ser utilizado para intentar dar la impresión de unidad rota en la 4T, hay que entender un par de cosas. La primera es que en la política se vale todo y en tiempos electorale­s se vale más; por ello no es de extrañar que desde la oposición se orqueste una campaña que busque hacer creer que están distanciad­as; viniendo de adversario­s de Morena es normal.

La segunda es lo revelador que resulta el que dentro de Morena muchos “miembros” de la 4T le den valor de verdad a algo así. Parecen olvidar que Claudia Sheinbaum y Clara Brugada son compañeras de movimiento y lucha desde hace mucho tiempo. A veces el enemigo parece estar dentro del mismo grupo o jauría.

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