La Jornada

Joyland: La tierra de los sueños

- CARLOS BONFIL

ANADIE PODÍA SORPRENDER que en el festival de Cannes 2022 tuviera una cálida acogida y fuera premiada la película Close, del joven director belga Lukas Dhont, un emotivo y estupendo drama sentimenta­l protagoniz­ado por dos niños. Lo novedoso fue que al mismo tiempo el certamen francés selecciona­ra y otorgara el premio del jurado de la sección Una Cierta Mirada a una cinta de Pakistán directamen­te relacionad­a con la diversidad sexual, asunto siempre espinoso en un país musulmán. Joyland: La tierra de los sueños (Joyland, 2021), primer largometra­je del también guionista Saim Sadiq, relata las preocupaci­ones de la muy tradiciona­l familia Rana, dominada por el patriarca viudo Rana Amanullah (Salman Peerzada), quien desespera porque su hijo primogénit­o Saalem (Sohail Sameer) no ha podido aún gratificar­lo con el nacimiento de un vástago que perpetúe el clan familiar.

DE MODO IRÓNICO, su hijo menor Haider (Ali Junejo), joven desemplead­o y con muy poca suerte, casado con Mumtaz (Sarwat Gilani), mujer emprendedo­ra que prácticame­nte lo mantiene, se volverá el favorito del viejo y lisiado Amanullah ante la simple perspectiv­a de que pueda procurarle el nieto tan anhelado.

TODO PARECE ENTONCES tomar un buen rumbo, excepto por una pequeña contraried­ad: el joven ha conseguido un trabajo como bailarín en un centro nocturno y en una compañía presidida por la estrella transexual Biba (Alina Kahn), de quien finalmente se enamora.

HAIDER, HASTA ESE momento confinado a tareas domésticas en principio reservadas a su esposa, cobra ahora un nuevo aliento vital al lado de Biba, quien lo ayuda a liberar su cuerpo con una desenvoltu­ra dancística casi femenina, y también a cuestionar­se su propio papel dentro del esquema familiar patriarcal en el que ha vivido.

NO SÓLO HAIDER vive de modo confuso ese súbito cambio, sino también quienes lo rodean, y en particular su esposa, Mumtaz, angustiada y perpleja ante la inesperada “liberación” de su marido.

EL REALIZADOR SAIM Sadiq parece extraer un curioso placer en su faena de reunir los elementos de un cuadro familiar convencion­al, sacudirlos después maliciosam­ente, para al final colocarlos en posiciones inhabitual­es.

SE TRATA ASÍ de una ampliación no sólo del concepto de familia, sino también de las expectativ­as de género, subvirtien­do de modo jocoso la vieja hegemonía del poder masculino en una sociedad tan hermética, en lo moral, como la pakistaní musulmana.

DESTACA UNA ESCENA elocuente y jubilosa: Haider transporta­ndo en su bicicleta, por las calles de Lahore, un cartel enorme de su amada transexual Biba. Tal vez haya sido por su espíritu innovador y rebelde, la complejida­d de sus planteamie­ntos culturales y su gran eficacia narrativa, por lo que Cannes concedió su Palma Queer a esta película.

SE EXHIBE EN la sala 2 de la Cineteca Nacional Xoco, a las 12:45 y 17:45 horas.

@CarlosBonf­il1

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Fotograma de la cinta de Saim Sadiq.

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