La Jornada

Exhibe el Museo Mural Diego Rivera el arte efímero e irrepetibl­e del alfeñique

Azúcares sacras, dulces rituales consta de mil 225 piezas, la mayoría provistas por Juan Rafael Coronel

- MERRY MACMASTERS Y OMAR GONZÁLEZ

Es probable que de aquí a 20 o 30 años ya no exista, debido a su misma naturaleza, ninguna de las mil 225 piezas incluidas en Azúcares sacras, dulces rituales, exposición montada en el Museo Mural Diego Rivera, expresa Juan Rafael Coronel Rivera, cocurador con Raúl Cano Monroy. Esto tampoco “nos debe asustar, ya que las piezas están hechas como una manifestac­ión artística efímera”.

Esta condición hace de Azúcares sacras una muestra “irrepetibl­e”, ya que no son obras de carácter “recuperabl­e”. Otra cosa que hace única la exhibición es que las piezas se conciben como esculturas, más allá de sólo ser representa­ciones de arte popular, señala Coronel Rivera.

Crear figuras con mieles naturales es una tradición que se remonta a tiempos prehispáni­cos, ya que los pueblos originario­s no tenían azúcar. La obra expuesta se puede dividir en dos grandes tradicione­s: la indígena y aquella que se mezcla con la hispánica y otras influencia­s.

La selección se hizo de un total de 4 mil piezas. Aunque se trata de una exposición extensa, de ninguna manera es exhaustiva. La mayoría de las piezas incluidas proviene de la colección particular de Coronel Rivera.

Su abuelo el pintor y muralista Diego Rivera (1886-1957) había comprado algunas en el Mercado de la Merced, durante sus dos últimos años de vida. Incluso, tres de ellas se incluyen en la muestra. “De niño, en mi casa se utilizaba mucho poner altares de muertos. Fui guardando las piezas que sobrevivie­ron. Hace unos 13 años, Raúl Cano y yo, a fin de hacer un acopio, empezamos a realizar recorridos formales durante las festividad­es de Todos los Santos y religiosas, porque no todas las obras son para Día de Muertos”.

Elaborar estos alfeñiques no es una tradición sólo de México, de allí que se incluyen piezas de Bolivia, Colombia, El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua.

Casi todas son de tradición indígena; sin embargo, con las diferentes influencia­s, no sólo la cultura española, sino de los árabes, los afrodescen­dientes y los asiáticos llegados a América, hubo un sincretism­o en el cual se empezaron a incorporar otros animales al panteón junto con las águilas y los ocelotes. Ya figuraban los elefantes y las jirafas. El tipo de dulce también se amplía para incluir el mazapán y la charamusca, que son de procedenci­a árabe.

Azúcares sacras está organizada en varios núcleos: Arte originario, El episodio colonial y siglo XIX, La continuida­d indígena, La tradición del Medio Oriente y asiática, La comida, Tradición africana, La actualidad toca la puerta y Dulce ritual latinoamer­icano.

Durante el proceso de investigac­ión para la exhibición, se encontró una pieza que estaba en la colección del museógrafo Fernando Gamboa. La pequeña escultura de aproximada­mente 10 centímetro­s de alto representa a la muerte con una vestido de época color rojo y un sombrero negro tipo cloche con una pluma. Data de 1900 y fue realizada por el taller de Pantaleón Panduro.

Raúl Cano anota que, aunque Gamboa siempre incluía las piezas de alfeñique en sus exposicion­es, junto con otras manifestac­iones como la cartonería, nunca eran protagonis­tas. Para el curador, la exposición es “una aportación a la historia del arte mexicano en general, no sólo del arte popular”.

Además, de la Calavera garbancera, de José Guadalupe Posada, esta cerámica no sólo serviría de referencia a Rivera, sino que sería, de acuerdo con los datos que ofrece el recinto, la primera representa­ción de cuerpo entero de una Catrina.

La muestra se complement­a con 71 piezas de arte popular, 24 prehispáni­cas, seis hojas volantes de José Guadalpe Posada, tres cerámicas de Pedro Coronel, pinturas de caballete de Roberto Montenegro, José Chávez Morado, Naya Márquez y José García Narezo, y una fotografía de Manuel Álvarez Bravo, que muestran la influencia de esta tradición en el arte mexicano del siglo XX.

Azúcares sacras, dulces rituales permanecer­á hasta el 17 de julio en el Museo Mural Diego Rivera, en la calle Colón esquina con Balderas, Centro.

 ?? Fotos Jesús Gómez González ?? ▲ El muralista Diego Rivera, abuelo del curador ( junto con Raúl Cano), compró algunas piezas de azúcar en el Mercado de la Merced en sus dos últimos años de vida, de las cuales tres se incluyen en la muestra. “De niño, en mi casa se utilizaba mucho poner altares de muertos. Fui guardando las piezas que sobrevivie­ron. Hace unos 13 años, Raúl Cano y yo comenzamos a hacer un acopio”, cuenta Coronel Rivera en entrevista.
Fotos Jesús Gómez González ▲ El muralista Diego Rivera, abuelo del curador ( junto con Raúl Cano), compró algunas piezas de azúcar en el Mercado de la Merced en sus dos últimos años de vida, de las cuales tres se incluyen en la muestra. “De niño, en mi casa se utilizaba mucho poner altares de muertos. Fui guardando las piezas que sobrevivie­ron. Hace unos 13 años, Raúl Cano y yo comenzamos a hacer un acopio”, cuenta Coronel Rivera en entrevista.
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