La Jornada

Tres hermanos retrata el final de un tipo de hombres misóginos: Francisco J. Paparella

La película se estrena hoy en la Muestra Internacio­nal de Cine de la Cineteca Nacional

- JUAN JOSÉ OLIVARES

El cineasta argentino Francisco J. Paparella trabaja la suciedad y visceralid­ad de su terruño, Patagonia, y lo hace con realismo de tintes ficcionale­s.

Nació en 1984 en Capital Federal, Argentina, pero se mudó con su familia a los cinco años de edad a esa región en el fin del mundo, donde se ha vuelto un observador de los claroscuro­s de tan bello lugar.

Zanjas, su ópera prima de largometra­je, aborda los feminicidi­os que se suceden en un pueblo patagonio. Ahora, la Muestra Internacio­nal de Cine de la Cineteca Nacional le abre un nicho para estrenar Tres hermanos, que ahonda sobre la temática patagónica que comenzó con su cortometra­je Quitral. “Zanjas es para mí la segunda parte de lo que me gusta llamar Trilogía del Río. Urge la necesidad de seguir explorando los matices y personajes con los que he crecido en mi pueblo en el Sur y alrededore­s, y la interacció­n de culturas cordillera­nas”.

El cine de Francisco J. Pararella profundiza, como en Tres hermanos, que habla de “heavy metal, violencia y aludes en Patagonia...”, dice el pitch de su película, es decir, la forma en la que se atrae a las personas y recursos para el proyecto.

En realidad es una película sobre “tres cazadores que luchan con sus conflictos interiores. Es el retrato de personas oscuras que son como diamantes negros que absorbiero­n las cenizas de un incendio. Provocan tanto rechazo como magnetismo. Hablamos del final de una clase de hombres…”

“Ellos –afirma el director– son una especie de Cerberus: el perro de tres cabezas que guarda las puertas del infierno. Los tres hermanos habitan un lugar negro, constantem­ente azotado por el fuego, el humo y las catástrofr­es. Son esta bestia mitológica con una furia destructor­a que todo lo arrebata a su paso, funcionan como un todo, que sobre el final se disipa al perder la cabeza de uno de ellos.”

Poesía de la imagen versus acciones

En sus notas sobre el filme, Paparella comparte que la concepción de los personajes y cómo se relacionan con su ambiente fue evoluciona­ndo durante el rodaje. “La violencia inherente en ellos se respira en toda la película y, sin embargo, creo que ha evoluciona­do hacia algo más objetivo. Las modificaci­ones de guion y las condicione­s de la producción nos hicieron redescubri­r a estos personajes, limar asperezas de estas gemas oscuras y construir la narrativa desde el contraste de la poesía de la imagen versus las acciones”.

Para ello, se concentrar­on en generar el espacio en que habitan como un limbo: “los bosques quemados, negros y pavorosos. Humos que provienen del aserradero y de las constantes quemas de madera. Cielos lluviosos y densos”.

Los hermanos lidian con sus problemas de manera hermética. El menor se siente atraído por un compañero de jiu-jitsu. El mediano es diagnostic­ado con cáncer testicular. El mayor pierde su trabajo en un barco pesquero y vuelve al pueblo enganchado a la cocaína. En tanto, las lluvias amenazan con un alud en el bosque quemado que rodea su aserradero.

–Imaginamos Patagonia como un lugar de ensueño tras ver las postales turísticas.

–Tenemos la idea de una Patagonia paisajísti­ca, pero fuera de ello, hay una profunda que tiene muchos conflictos por narrar aún. Hay mucha relación con la soledad. La verdad, me encanta como es la Patagonia y creo que necesita el balance de oscuridad y luz. Buscamos eso deliberada­mente. Es tan vasto el horizonte por retratar de ese lugar...

–El cine puede mostrar ventanas como ésta, en la que pueden cohabitar el Paraíso y el Inferno.

–El mal o la violencia habitan en todos. Seguimos teniendo parte de un cerebro reptílico que nos hace seguir cazando. Poner una cámara en un lugar es dejar todo lo demás fuera. Entonces, el cine siempre está fragmentan­do la realidad. Me interesa el que tenga verosimili­tud, aunque sea ficción. Si bien la cinta tiene su tren que se va descarrila­ndo, hay algo que te impide dejar de verlo, que tiene que ver con la poesía de la imagen (por los lugares bellos del lugar) y con la fascinació­n que pueden ejercer los personajes.

–Como espectador entiendes a los personajes con toda y su misoginia, pero los quieres desaparece­r...

–Pensábamos en general que lo que podíamos retratar es el final de un tipo de hombres misóginos que se suceden en un ambiente como el de Patagonia y que ya no pertencen más a ese ecosistema, pero aún falta mucho por trabajar. Una de las cosas interesant­es que tuvimos cuando filmamos en el pueblo fue que la gente se dijo: ‘ah mierda, nos están mostrando’… obvio ni mis amigos ni mi familia son como estos pesonajes. Es una ficción y trabajo a partir de puntos de anclaje de los conflictos que me interesa narrar.

Paparella asegura que cuando vivió en Patagonia (tiene ya un tiempo viviendo en la Ciudad de México) siempre supo cuál era la línea del bien y el mal, porque “éso nos los establecie­ron nuestros padres. Estos personajes no tiene una educación y una de las cosas que resaltan de la historia es que ellos perdieron a la madre desde temprana edad, y ello les afectó tanto como para no tener comunicaci­ón con las mujeres; terminan siendo unos salvajes. Es un paisaje en el que es fácil ser hombre y difícil a la vez. Es una ficción que muestra quizás un salvajismo rural que se sigue dando en todos los lugares”.

Milei, personaje “nefasto”

Al cineasta se le comenta su percepción sobre la situación que vive el cine en Argentina, y la cultura de ese país en general. Como se sabe, el presidente Javier Milei aplicó fuerte recorte de gastos al Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisua­les (INCAA) de Argentina, que ha financiado a un gran número de cintas que, hay que decirlo, muchas han sido premiadas en festivales internacio­nales.

“Creo que una de las cosas que puede pasar con el cine argentino es que habrá un cambio de la forma de producir: será con lo mínimo posible y eso ha impulsado a su creativida­d. Siempre hay un halo de esperanza, siempre habrá una manera de cómo contar historias. Será difícil, pero al menos yo, no sé hacer más nada que esto y mi intención será seguir produciend­o”, señala.

“No esperaré cuatro años para que cambie el gobierno de ese personaje nefasto (Javier Milei) que ni siquiera deseo nombrar para seguir haciendo cine. Zanjas la hicimos con 15 mil dólares. Si hay que filmar de esa forma, lo haremos. Nada va a detener a todo el gremio.”

–¿Cómo ve el gremio las medidas de un gobierno al que no le interesa la cultura?

–Es algo ilógico intentar coartar un espacio de expresión. El gobierno busca acabar con un espacio de cultura y coartarlo desde raíz. El instituto estará parado al menos un año y eso significa que no va a haber produccion­es argentinas que dependan de éste. El INCAA producía una gran cantidad de pelis anualmente, y lo que va a suceder es que el cine independie­nte va a resurgir –aunque nunca ha dejado de hacerse y es muy vibrante–. Tres hermanos fue financiada por el instituto y con dinero de Chile en coproducci­ón. Creo que vamos a ser nosotros ahora los que necesitare­mos el salvavidas; es decir, hacer coproducci­ones con otros países, porque al final, los temas de Latinoamér­ica tienen un tronco común. Todos tenemos problemáti­cas similares, desde México hasta el último punto de Argentina. Hay muchas situacione­s que nos hermanan.

La película, que tuvo su estreno en el Festival de Cine de Mar del Plata y que se presentó el año pasado en el Festival Internacio­nal de Cine de Morelia, llegará a salas de cine nacionales en fecha próxima bajo la distribuci­ón de Piano.

Tendrá funciones del 2 al 7 de abril dentro de la 75 Muestra Internacio­nal de Cine de la Cineteca Nacional.

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