La Jornada

Compartir la propiedad

- MIGUEL PINEDA

AUNQUE LA PROPIEDAD privada no cambie, su uso se transforma. Bienes como casas, autos, joyas y ropa exclusiva ahora se comparten en beneficio del propietari­o y del que utiliza el producto.

HACE APENAS DOS décadas las personas no rentaban sus bienes personales. Ahora, a través de aplicacion­es de Internet, cualquier cosa deseada se puede conseguir por periodos cortos.

EL ARRENDAMIE­NTO EXISTE desde hace siglos, pero la renta de cosas de uso personal como negocio generaliza­do es reciente. En el pasado, para ir a la playa, era necesario contratar una habitación en algún hotel. Si se quería un automóvil por unos días se recurría a empresas especializ­adas en este servicio. Lo mismo pasaba con otros bienes, como motos, aviones o equipos para deportes caros.

EL CAMBIO DE fondo en este tipo de operacione­s es que cualquier hijo de vecino puede arrendar sus bienes a través de alguna plataforma tecnológic­a. Millones de personas por todo el mundo se convierten en rentistas de la noche a la mañana por este medio, con lo que obtienen un ingreso adicional, con la tranquilid­ad de que existe una estructura empresaria­l que respalda la operación.

POR EL LADO de los consumidor­es las ventajas son múltiples. En primer lugar porque se abre un abanico de opciones, de acuerdo con caprichos y necesidade­s, y en segundo lugar, porque con una oferta ampliada de todo tipo de bienes y servicios los precios son más competitiv­os. El consumidor ya no necesita recurrir a grandes empresas especializ­adas y obtiene beneficios adicionale­s al alquilar.

HAY GRUPOS EMPRESARIA­LES que para mantener sus negocios en este nuevo mercado llegan a acuerdos con particular­es y, con la tecnología e infraestru­ctura con que cuentan, ofrecen en arrendamie­nto propiedade­s exclusivas. Por ejemplo, hay grupos hoteleros que rentan mansiones, palacios, castillos o viviendas de lujo que no les pertenecen y ofrecen servicios de hotel y de un concierge que atiende cualquier necesidad del cliente.

LAS EMPRESAS TRADICIONA­LES viven una nueva competenci­a de personas físicas que ofrecen sus bienes duraderos para obtener ingresos. Por su parte, los consumidor­es se benefician al contar con productos exclusivos y gozar de nuevas experienci­as.

miguelpine­da.ice@hotmail.com

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