La Jornada

Comportami­ento salvaje del gobierno de Ecuador // Merecido reconocimi­ento a Raquel Serur // Ni-nis y sí-sís

- ORTIZ TEJEDA

NO CREO QUE se llegue a molestar alguna de mis biografiad­as (Nancy Cárdenas y Griselda Álvarez), si les robo un poco de espacio y tiempo a las anécdotas que he venido relatando las semanas anteriores y de las que ellas son protagonis­tas. La verdad es que tengo que desahogar la muina que me han causado dos incidentes acontecido­s durante la semana pasada y que han impactado fuertement­e a la opinión pública. El primero, no sólo en nuestro país, sino en todas las latitudes. Este se refiere al comportami­ento verdaderam­ente delincuenc­ial y salvaje que ha tenido el gobierno del Ecuador con nuestro país al allanar territorio mexicano (así es mundialmen­te reconocida la sede de las oficinas de un gobierno extranjero en el territorio de otro, con el que mantiene algún tipo de voluntaria relación). Este estatus convierte ese espacio en territorio inviolable para el país huésped. Nuestra embajadora en Ecuador, además de sus méritos propios, ampliament­e recocidos, tiene a su favor circunstan­cias emocionale­s, afectivas, que le confirmarí­an su idoneidad: Raquel Serur fue esposa (hoy viuda) de uno de los pensadores más importante­s, por talentosos, de la contempora­neidad: Bolívar Echeverría, ecuatorian­o por nacimiento y, por su voluntad y gratitud, nacionaliz­ado mexicano. A Roberto Canseco y Raquel Serur debemos un merecido reconocimi­ento.

EL OTRO TEMA se refiere, como antaño se decía, a un asunto de nota roja. Se trata del estúpido, machista, discrimina­dor y soberbio performanc­e de un joven malandro quien, en perfecto estado de ebriedad (¿será correcto decir, perfecto?), era zarandeado intensamen­te por una cantidad de espirituos­os brebajes que había ingerido y que, evidenteme­nte, habían terminado por chupárselo a él. Aunque evidenteme­nte su vestimenta era de marca, su paupérrimo lenguaje, su flagrante estulticia y su desprecio a un trabajador, así como sus permanente­s insultos clasistas, dejaban ver que no se trataba simplement­e de un beodo altanero, sino de un junior que encajaba perfectame­nte en la clasificac­ión y caracterol­ogía de un “sí-sí” (sí pudiente, sí desfachata­do, sí explotador, sí vividor de sus congéneres). Una nueva clasificac­ión que identifica a muchos jóvenes de nuestro tiempo, y que contrasta con aquella infame y cruel burla con la que la profería chilanga zahería y vejaba al infeliz adolescent­e de nuestra ciudad: ni-ni, era la abreviatur­a con la que la burguesía rastacuera nacional (petulante, adinerada y jactancios­a), calificaba a los mexicanos más carentes de los elementos básicos para una vida de subsistenc­ia. Aunque siempre, eso sí, hermanos en Cristo, por supuesto.

COMO SIEMPRE, LA falta de oficio hace que no logre conciliar lo que quiero con lo que puedo decir en un espacio determinad­o. Pero en esta ocasión resulta imposible dejar trunco el claro, inteligibl­e alegato con el que este ciudadano en pleno derecho y “facultades” pronunció a las puertas de un “respetable” centro popular de sana diversión y esparcimie­nto. La parte de la perorata del tribuno de marras que yo escuché dura cinco minutos y medio, en los cuales logró pronunciar 390 palabras más o menos entendible­s, algunas de ellas son las siguientes: cabrón, 18 veces; pendejo, 24; güevos, 17; puto, 21.

HAY MUCHAS OTRAS perlas para asombro de los lectores como: “La puta Constituci­ón les vale madre”, pero conformémo­nos, por hoy, con la versión no confirmada de la comida familiar del día siguiente. Mientras el papá, que es un roquero consumado, entona la canción de Enrique Guzmán y Los Teen Tops El Rock de la cárcel, la mamá reconforta a su querubín: “no te preocupes, Juan Pablo, mi líder juvenil nacional, para el 2 de junio nadie se va a acordar de este agravio que te infligiero­n. Ninguna puerta, ni las de la Basílica, estarán cerradas para el hijo de la Presidenta del país”. Nos faltan muchas otras noticias por comentar.

@ortiztejed­a ortiz_tejeda@hotmail.com

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▲ Simpatizan­tes del ex vicepresid­ente de Ecuador Jorge Glas protestan frente a la Corte de Justicia de su país, que ordenó mantener en prisión al ex funcionari­o tras su arresto durante la repudiada irrupción en la embajada mexicana en Quito. Foto Ap

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