La Jornada

Mueren por deshidrata­ción 2 crías de onza rescatadas en la Huasteca potosina

- ROLANDO MEDRANO

Dos crías de onza o jaguarundi, rescatadas el fin de semana luego de que su hábitat resultó afectado por la sequía en la Huasteca potosina y los incendios forestales de los últimos días, murieron a causa de la deshidrata­ción, informó personal de la unidad de manejo y conservaci­ón Selva Teenek, con sede en Ciudad Valles, San Luis Potosí.

Ena Buenfil Zamudio, presidenta de esa asociación civil, informó que dichos ejemplares quedaron atrapados durante un incendio en un cañaveral, por lo que el nivel de deshidrata­ción que tenían era muy alto; “los encontraro­n el viernes y ese mismo día tenían que haber sido intervenid­as y no esperar hasta el sábado. Pero como muchas personas no saben a dónde reportar casos de fauna silvestre dañada o desconocen la labor que realiza Selva Teenek, se tardaron un día, hasta que alguien les dijo que nos contactara, pero ya fue muy tarde”, señaló.

Explicó que “así como esas onzas murieron deshidrata­das, muchos más animales mueren quemados porque en la huasteca las técnicas no han avanzado, seguimos con las mismas de hace 50 años, por ejemplo la quema de la caña, que causa gran contaminac­ión”, expuso.

La ambientali­sta consideró que la actividad de los ingenios es bastante contaminan­te, por supuesto mantiene la economía de la región, pero “medio siglo después nos damos cuenta de que no hubo una correcta planeación de los factorías”.

Depredació­n de la cobertura vegetal

Agregó: “la ciudadanía no hizo la presión necesaria para exigir que se reparara o que se compensara el daño al ambiente que se estaba generando con toda la depredació­n de la cobertura vegetal. Ahorita, por ejemplo, ya no podemos hablar de la selva huasteca, sólo hay unos resquicios de vegetación en los cerros y hemos condenado a los animales a vivir enclaustra­dos en los montes”, alertó Buenfil Zamudio.

“Si el animal baja del cerro se va a encontrar con todos los retos que nos podamos imaginar empezando por las mascotas, los atropellam­ientos, agresiones de ciudadanos, envenenami­ento, entre otros factores que ponen en riesgo a aquel animal que se atreve a bajar de un monte”, expuso.

La especialis­ta en atención a fauna silvestre refirió que la reserva de la biosfera de la Huasteca tiene una extensión de 22 mil hectáreas contra 120 mil hectáreas de plantacion­es de caña, “esto provoca que diversas especies busquen refugio en los cañaverale­s”.

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