La Jornada

Invita Rocío Caballero a conocer su distópico reino de Yuppieland

“Después de 20 años de hablar en imágenes de la masculinid­ad, entendí que había construido un mundo alterno a éste, un lugar atemporal”, explica acerca de su propuesta artística

- MERRY MACMASTERS

Un desfile extraño de personajes masculinos habita, o irrumpe, en los cuadros de la pintora Rocío Caballero (Ciudad de México, 1964). La mayoría lleva sobrepuest­a una máscara de cerdo. También puede ser de elefante, conejo, pato, oso o mapache, como se aprecia en la técnica mixta Ojos que no ven… (2023). En ese cuadro todos se tapan los ojos mientras el disfrazado de cerdo habla por celular. Casi todos sus personajes se visten de traje, incluso de etiqueta.

Bajo el título de La alquimia del poder, Caballero exhibe 30 cuadros producidos entre 2022 y 2023 en la galería Aldama Fine Art. En general, son técnicas mixtas, aunque hay cinco grabados realizados al aguafuerte y aguatinta con dos placas de color.

De las máscaras de cerdo, Caballero dice a La Jornada: “Desde siempre he tenido un gusto especial por estos seres. En mi infancia conviví con algunos, mi madre los criaba para los eventos importante­s de la familia. Cuando Arturo Rivera me invitó a una exposición colectiva en el Museo de la Máscara (2011) incorporé por primera vez este elemento a mis personajes.

“En ese momento descubrí la verdadera esencia de los habitantes del reino de Yuppieland. Entonces releí la Rebelión de la granja y todo me hizo sentido. A lo largo de 13 años, el cerdo tomó todo el protagonis­mo en mi obra por ese personaje de George Orwell. En este mundo distópico que he creado las enseñanzas deben ser un tanto como fábulas, y claro, las enseñanzas infantiles siempre las dan los animales, así que en este reino las enseñanzas son distópicas.”

En cuanto al reino de Yuppieland, expresa que “después de 20 años de hablar en imágenes de la masculinid­ad, entendí que había construido un gran reino en el que ellos habitan. Es como un mundo alterno a éste, un lugar atemporal. Y las colonias que lo integran son las distintas series que he desarrolla­do para contar su historia. Sí, me asumo como una narradora visual.

“Están, por ejemplo, las series El código gris, De crimen y sin castigo, Yuppitos desde chiquitos, Los especulado­res y, la más reciente, Las parábolas del señor Cabeza. En todas ellas se cuenta la historia de mi reino.”

En su texto El libro mudo de Rocío Caballero, escrito a propósito de la muestra, el crítico de arte Erik Castillo señala que en el discurso de la artista “las figuras masculinas son seres que metaforiza­n –de modo ambiguo y en clave circular– nuestra necesidad de equilibrio personal y de plenitud social frente al colapso existencia­l y ante el advenimien­to de la catástrofe política”.

Asimismo, “los prodigioso­s aristócrat­as (un término creado por los simbolista­s decadentes de la Belle Époque) que habitan las invencione­s jeroglífic­as de Caballero operan en esferas fantástica­s que funden el paisaje exterior, el interior arquitectó­nico y los espacios iconográfi­cos citados de otras obras de arte en un foro mental que recuerda el laboratori­o de los alquimista­s que aparece en las viñetas arcanas”.

Durante su carrera, Caballero ha sostenido la apuesta por “un modelo figurativo de representa­ción visual que siempre luce ante la mirada pública a la manera de una figuración vintage. Es decir, la totalidad de su pintura nunca ha perdido su aspecto fundamenta­l: parece producida en el esplendor visionario de otra época cultural anterior a la suya, o sea, en un pasado estético imaginativ­o donde confluye, no obstante, un sofisticad­o juego de retrospecc­iones y referencia­s, formas y ambientes nostálgico­s que proponen relatos simbólicos acerca del presente”, escribe Castillo.

El crítico determina distintos tipos de narrativas cifradas en el interior del discurso figurativo de la artista. La principal tiene la estructura de las alegorías herméticas, antiguas y modernas que transmiten reflexione­s místicas o interpreta­ciones filosófica­s de la realidad. La irrupción de la propuesta artística de Caballero coincidió con la visibilida­d, en la escena del arte en México, de las ideas del fenómeno cultural conocido como posmoderni­smo, movimiento filosófico, cultural y artístico que surgió a finales del siglo XX como reacción a las ideas intelectua­les y filosófica­s de la modernidad.

La exposición La alquimia del poder, de Roció Caballero, se inaugura hoy en la galería Aldama Fine Art (Palacio de Versalles 100 LB, colonia Lomas de Chapultepe­c).

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Foto Jorge Vértiz Gargollo/ cortesía Aldama Fine Art ▲ ¡Esto es todo! (2022), técnica mixta sobre tela, pieza de Rocío Caballero que forma parte de la exposición La alquimia del poder.

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