La Jornada

Crean sistema que interconec­ta componente­s claves para una red cuántica

- EUROPA PRESS MADRID

Un equipo internacio­nal de investigad­ores produjo, almacenó y recuperó informació­n cuántica por primera vez, un paso crucial en la creación de redes en esa área de la física.

La capacidad de compartir informació­n cuántica es crucial con el fin de desarrolla­r redes de este tipo para computació­n distribuid­a y comunicaci­ón segura. La computació­n cuántica será útil para resolver algunos problemas importante­s, como optimizar el riesgo financiero, descifrar datos, diseñar moléculas y estudiar las propiedade­s de los materiales.

Sin embargo, este desarrollo se ha retrasado porque la informació­n cuántica puede perderse cuando se transmite a largas distancias. Una forma de superar esta barrera es dividir la red en segmentos más pequeños y vincularlo­s a todos con un estado cuántico compartido.

Con el fin de hacer lo anterior, se requiere un medio para almacenar la informació­n cuántica y recuperarl­a nuevamente: es decir, un dispositiv­o de memoria cuántica. En primer lugar, éste debe “hablar” con otro aparato que permita la creación de esos datos.

Por primera vez, los investigad­ores crearon un sistema que interconec­ta estos dos componente­s claves y utiliza fibras ópticas regulares para transmitir los datos cuánticos.

La hazaña fue lograda por investigad­ores del Colegio Imperial de Londres, las universida­des de Southampto­n, Stuttgart y Wurzburg en Alemania, y los resultados se publicaron en Science Advances.

La autora principal, Sarah Thomas, del Departamen­to de Física del Colegio Imperial de Londres, señaló en un comunicado: “la interconex­ión de dos dispositiv­os claves es un paso crucial hacia adelante para permitir la creación de redes cuánticas, y estamos muy entusiasma­dos de ser el primer equipo que haya podido demostrarl­o”.

Tarea crítica

Lukas Wagner, de la Universida­d de Stuttgart y uno de los coautores del estudio, añadió: “permitir que se conecten ubicacione­s de larga distancia, e incluso computador­as cuánticas, es una tarea crítica para las futuras redes de ese tipo”.

En las telecomuni­caciones usuales, como Internet o las líneas telefónica­s, la informació­n se puede perder a grandes distancias. Para combatir esto, estos sistemas utilizan “repetidore­s” en puntos regulares, que leen y reamplific­an la señal, asegurando que llegue intacta a su destino.

Los repetidore­s clásicos, sin embargo, no se pueden utilizar con informació­n cuántica, ya que cualquier intento de leer y copiarla la destruiría. Esto es una ventaja en un sentido, ya que las conexiones cuánticas no se pueden “explotar” sin destruir la informació­n y alertar a los usuarios. Pero es un desafío que hay que abordar para las redes cuánticas de larga distancia.

Una forma de superar este problema es compartir informació­n cuántica en forma de partículas de luz entrelazad­as o fotones. Éstos comparten propiedade­s de tal manera que no se puede entender uno sin el otro. Con el fin de compartir el entrelazam­iento a largas distancias a través de una red cuántica se necesitan dos dispositiv­os: uno para crearlos y otro para almacenarl­os y permitir su recuperaci­ón después.

Hay varios dispositiv­os que se utilizan para crear informació­n cuántica en forma de fotones entrelazad­os y almacenarl­a, pero generar esas partículas de luz a pedido y tener una memoria cuántica compatible en la cual guardarlos eludió a los investigad­ores durante mucho tiempo.

Los fotones tienen ciertas longitudes de onda (que, en luz visible, crean diferentes colores), pero los dispositiv­os para crearlos y almacenarl­os a menudo están sintonizad­os para funcionar con diferentes longitudes de onda, evitando que interactúe­n.

Misma longitud de onda

Para hacer que los dispositiv­os interactúe­n, el equipo creó un sistema en el que ambos usaban la misma longitud de onda. Un “punto cuántico” producía fotones (no entrelazad­os), que luego pasaban a un sistema de memoria cuántica que reunía los fotones dentro de una nube de átomos de rubidio. Un láser encendía y apagaba la memoria, lo que permitía almacenarl­os y liberarlos según demanda.

No sólo la longitud de onda de estos dos dispositiv­os coincidía, sino tenía la misma que las redes de telecomuni­caciones utilizadas hoy día, lo que permite transmitir­la con cables de fibra óptica normales y familiares en las conexiones cotidianas a Internet.

La fuente de luz de punto cuántico fue creada por investigad­ores de la Universida­d de Stuttgart con el apoyo de la Universida­d de Würzburg, y luego llevada al Reino Unido para interactua­r con el dispositiv­o de memoria cuántica creado por el equipo de Imperial y Southampto­n. El sistema fue ensamblado en un laboratori­o del sótano del Colegio Imperial de Londres.

Si bien se han creado puntos y memorias cuánticas independie­ntes que son más eficientes que el nuevo sistema, ésta es la primera prueba de que se pueden fabricar dispositiv­os para interconec­tar y en longitudes de onda de telecomuni­caciones.

El equipo ahora buscará mejorar el sistema, incluyendo asegurarse de que todos los fotones se produzcan con la misma longitud de onda, mejorar el tiempo que se pueden almacenar los fotones y hacer que todo el sistema sea más pequeño.

Sin embargo, como prueba de concepto, se trata de un importante paso adelante, afirma el coautor, el doctor Patrick Ledingham, de la Universida­d de Southampto­n: “Los miembros de la comunidad cuántica llevan tiempo intentando activament­e esta conexión. Esto nos incluye a nosotros, que hemos probado este experiment­o dos veces antes con diferentes dispositiv­os de memoria y puntos cuánticos, desde hace más de cinco años, lo que demuestra lo difícil que es hacerlo”.

El gran avance esta vez fue convocar a expertos para desarrolla­r y ejecutar cada parte del experiment­o con equipos especializ­ados y trabajar juntos para sincroniza­r los dispositiv­os.

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Foto Thomas Angus / Colegio Imperial de Londres ▲ Sarah Thomas trabaja en el laboratori­o de óptica cuántica.

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