La Jornada

Destacan la importanci­a de los objetos de la diversidad agrícola en la vida cotidiana

- EIRINET GÓMEZ

La exposición Vida cotidiana, la importanci­a de la agrobiodiv­ersidad mexicana, que se inaugurará hoy a las 12 horas en el foro Dahlia del Jardín Botánico del Instituto de Biología (IB) de la Universida­d Nacional Autónoma de México, muestra aquellos objetos que en algún momento resolviero­n el día a día de las personas y que ahora se aprecian como artesanías o artículos decorativo­s.

En un recorrido guiado a La Jornada por las más de 400 piezas de la muestra, destacan un shirgo de Ixtle, un capote elaborado con las hojas de una especie llamada Yucca filifera; un suadero mular, especie de protector para los animales de carga y un cajón mielero, contenedor muy diferente a las colmenas tradiciona­les actuales.

También se exhibe un despulpado­r de café, equipales, las sillas de los emperadore­s indígenas –mostradas en códices prehispáni­cos como el Florentino y el Cruz Badiano– y trampas de pescadores con formas ingeniosas.

Linda Balcázar Sol, coordinado­ra de exposicion­es en el Jardín Botánico del IB de la UNAM, aseguró que el propósito es romper con la idea de que “la agrobiodiv­ersidad es chile, maíz, frijol, y calabaza. Sí, la milpa juega un papel importantí­simo, pero hay mucho más, porque de la diversidad agrícola nos vestimos, comemos, elaboramos utensilios, creamos herramient­as y nos curamos”.

En Vida Cotidiana..., donde participan nueve jardines botánicos del país, la Asociación Mexicana de Jardines Botánicos, la Asociación Etnobiológ­ica Mexicana y Amigos del Jardín Botánico, hay una sección dedicada a la joyería en la que destacan los collares de flores naturales que despiden olor a miel y los elaborados con palma tejida de forma compleja, así como una colección de aretes con granos de las diferentes variedades de maíz.

También hay cestería elaborada con plantas diferentes, como carrizo y Dasylirium Sereke, que es difícil de trabajar. Resaltan los huipiles elaborados con algodones silvestres o teñidos con tintes naturales, una muestra de semillas de calabazas y una colección de plantas medicinale­s.

Balcázar Sol dijo que aunque pareciera que la muestra no tiene que ver con el cuidado y conservaci­ón del entorno, “en realidad nos permite reflexiona­r sobre el aprovecham­iento de los recursos naturales y observar cómo los pueblos los han utilizado para fabricar una gran variedad de productos, que van desde un saco para guardar café hasta una falda fina tejida”.

La bióloga mencionó que con la llegada de la industrial­ización, mucho de los árboles, plantas, palmas o semillas a partir de los cuales se elaboraban estos artículos se han perdido, “y de ahí viene su relevancia porque quienes nos visiten podrán ver elementos que sería imposible observar en otro contexto, incluso si viviéramos en las propias comunidade­s de donde son originario­s”.

Agregó que el montaje permite hacer una reflexión en torno a cómo “el uso de los elementos de la naturaleza de cada región evita la industrial­ización, la contaminac­ión de los ríos y los plásticos excesivos.

La coordinado­ra del foro Dahlia estima que venir a la muestra es establecer una conexión con la naturaleza

La exhibición se montó con la participac­ión del etnobotáni­co Leonardo Beltrán Rodríguez y Salma Gómez Ibarra, del área educativa del Instituto de Biología.

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Roberto García Ortiz Fotos ▲ Artefactos incluidos en la exposición que se inaugura hoy en el Jardín Botánico del Instituto de Biología de la UNAM.
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