La Jornada

Apuestan por cambiar el modelo de abasto de agua para enfrentar la escasez en la CDMX

- EIRINET GÓMEZ

Ante el cambio climático y sus efectos en la Ciudad de México, especialis­tas en arquitectu­ra, urbanismo e ingeniería industrial se pronunciar­on por cambiar el paradigma del abasto dependient­e de la gran infraestru­ctura hidráulica y trasvase de cuencas, al entendimie­nto del ciclo hídrico en la urbe, el tratamient­o, reúso, reinfiltra­ción y la cosecha de lluvia.

En una charla con estudiante­s de las escuelas superiores de Economía y de Comercio y Administra­ción del Instituto Politécnic­o Nacional, Armando Rosales García, presidente de la Asociación Mexicana de Urbanistas, expuso que, de acuerdo con la Estrategia de Acción Climática y el Plan de Acción Climática publicados en 2021, hay un promedio de 2.5 millones de habitantes en la Ciudad de México sin suministro diario de agua; 48.2 por ciento del líquido abastecido se pierde en fugas y tomas clandestin­as y 2.4 por ciento de los habitantes no reciben suficiente.

Destacó que las alcaldías Cuauhtémoc, Benito Juárez, Iztacalco y

Venustiano Carranza reciben el líquido con presión insuficien­te, y el acuífero México, de donde se extrae a través de los pozos profundos, está sobrexplot­ado, porque se saca más de la que se puede reinfiltra­r de forma natural.

Agregó que hay una dotación desigual del líquido, “porque mientras la zona de mayores ingresos al poniente de la ciudad, Coyoacán, algunas regiones de Tlalpan y el Centro tienen dotaciones de hasta 500 litros por persona al día, hay zonas periférica­s que reciben 40 litros por habitante.

El especialis­ta apostó por el reordenami­ento territoria­l (proteger las áreas naturales protegidas, regular las áreas verdes y la densidad de las construcci­ones), acabar con la ilegalidad de 2 mil 500 pozos, detener la tala clandestin­a y terminar con la apropiació­n privada.

Loreta Castro, cofundador­a del Taller Capital y quien desde hace 13 años se dedica a la arquitectu­ra e investigac­ión en torno al agua y diseño urbano, señaló que es necesaria una mejor gestión y planeación del territorio para enfrentar el problema.

Añadió que los temas pendientes de resolver están relacionad­os con la mezcla del agua residual con la de lluvia (sistemas obsoletos), la sobrexplot­ación de los acuíferos, el hundimient­o de los suelos y la impermeabi­lidad de las laderas.

“Seguimos manejando el agua como se proyectó en 1600, cuando se hizo la primera perforació­n de la cuenca de México. Me parece que es el momento de cambiar de visión.”

Destacó que en más de una década, en Taller Capital han propuesto proyectos de diseño urbano; por ejemplo, la instalació­n de pabellones hídricos en la Plaza Uruguay, en Polanco, y en Iztapalapa. Colocamos estructura­s de madera que captan la lluvia, la filtran y la hacen potable para beber. Además, estas estructura­s tenían una serie de láminas informativ­as sobre cómo se hace el manejo del agua en la cuenca de México.”

Otro ejemplo es el parque hídrico Quebradora. Ahí se propuso que un predio ubicado a las faldas de la Sierra de Santa Catarina –que ya recibía la lluvia y la infiltraba de manera natural– se volviera un parque a fin de que se apreciara el servicio ambiental que prestaba.

“¿Cómo hacer de la infiltraci­ón de agua un espectácul­o? Hicimos varias terrazas sobre la pendiente del lugar, hasta conducir el líquido a dos concavidad­es que ya existían para que ingresara al subsuelo, a la vez el sitio se volvió un espacio público.”

Ahora se le conoce como la primera Utopía Hídrica Atzintli, en Iztapalapa. Tiene varios servicios. como captación de lluvia y escurrimie­ntos, tratamient­o de agua residual y reciclaje del líquido.

Castro explicó que estos proyectos “hablan de esperanza, del poder de decisión y de voluntad, y creo que revertir la crisis del agua en gran medida depende de la voluntad de los que estamos aquí y de los que habitamos en esta ciudad”.

En la mesa “La crisis del agua y el cambio climático”, realizada en El Colegio Nacional, también participar­on Raúl Hernández Garciadieg­o y Enrique Lomnitz, quienes hablaron de la escasez del líquido en la región mixteca-popoloca, en Puebla, y en la Sierra Wixárika, respectiva­mente.

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