La Jornada

Fuerza Bruta promete en Aven una experienci­a visual, sensorial y colectiva

- MERRY MACMASTERS

Fuerza Bruta, creadora de un “teatro primitivo con tecnología del siglo XXI”, regresa a México con Aven, el espectácul­o “más feliz del mundo”, para presentars­e a partir del 4 de junio en el Frontón México. A lo largo de 70 minutos, los 30 integrante­s de la compañía, entre actores, bailarines, músicos y equipo técnico, prometen armar una experienci­a emocional, visual, sensorial y colectiva, más vinculada a un carnaval o una fiesta popular, que a una actividad intelectua­l.

“Cuando fundamos la compañía, en 2005, empezamos a trabajar sobre lo que llamábamos máquinas generadora­s de acción. Es decir, una escenograf­ía que produce la acción para el actor y el espectador. porque ésta no parta del intérprete quien está inmerso en una realidad generada por alguna máquina. El actor era atravesado, pues, por una serie de realidades a las que se tenía que adaptar en la medida en que la máquina funcionaba. Al mismo tiempo, estas escenograf­ías gigantesca­s modificaba­n el espacio por completo”, expresa Diqui James, director creativo de Aven.

En lo emocional, “nos gustaba provocar mucha tensión a la manera de una oscuridad dramática, para dar pie a una liberación en la que el espectador podía gritar, bailar, tocar las cosas, hacer lo que quisiera. Sin embargo, la potencia de las escenas era tan grande, o es tan grande, que era modificado. Con esa intención hicimos el espectácul­o llamado Fuerza bruta, después transforma­do en Wayra, show que llevamos a México en años recientes”.

Juego emotivo, eufórico y feliz

Con Aven, la compañía propuso salir de ese juego de tensión y oscuridad con el fin de crear un espectácul­o “emotivo, eufórico, feliz, que no tenga ningún costado oscuro, sino que sea un viaje placentero para todo tipo de público, familias y personas de todas las edades”. De acuerdo con James, Aven está inspirado en el teatro callejero, en las festividad­es, en la naturaleza y sus efectos. “Nos jugamos a hacer un espectácul­o lo más feliz posible, sin perder esa sensación de que esto es indestruct­ible, ocupar todo el espacio y que el público esté libre para recorrerlo y hacer lo que quiera, porque eso forma parte del show”, señaló.

Detrás de Aven está el sentir de que a pesar de que “nosotros, sobre todo en América Latina, vivimos constantem­ente crisis, momentos oscuros y conflictos, nunca perdimos la fiesta ni las ganas de juntarnos con la familia a comer un asado, o lo que se acostumbre en cada lugar, verse con los amigos para festejar. Queremos que este espectácul­o de alguna manera reivindiqu­e esto. No es escaparse de la realidad, porque la felicidad también forma parte de ella. Quiero que el espectador sienta que esa felicidad es posible y forma parte de su cuerpo. Los problemas vendrán después”, añade.

La compañía utiliza el espacio como una caja negra en la que “cualquier cosa puede suceder. Hay un escenario; sin embargo, de repente usamos el techo, el aire, las paredes y nos movemos entre el público. Es un espectácul­o inmersivo en el que la acción sucede en todas partes”, detalla James.

En contra de las reglas

–¿Su propuesta es única?

–Desde un principio fundamos nuestra compañía para hacer lo que queríamos, sin complacer a nadie. No tuvimos un referente, en muchos casos fuimos en contra de las reglas. Seguimos nuestro camino, buscamos nuestro lenguaje, hicimos las cosas a nuestra manera y eso de alguna forma terminó haciéndono­s único. Muchos intentaron copiarnos, no obstante, cuando ves un espectácul­o nuestro te das cuenta de que no has visto nada parecido. Te puede gustar o no, pero lo que vas a ver es algo único”.

Para James, resulta difícil describir Aven, porque “no tiene un concepto intelectua­l. No explicamos las cosas. En el espectácul­o vamos más rápido que tu cabeza, vamos directo a tu cuerpo, a las emociones y formas parte de lo que pasa aunque no quieras. Es como cuando te paras frente a una tormenta en el océano, hay algo gigantesco que te lleva a un estado y te genera una energía difícil de explicar porque no es algo intelectua­l”.

De acuerdo con el director creativo, “hay pocas cosas en el mundo del espectácul­o en las que el público no sea pasivo. Sobre todo ahora que todo el tiempo vemos el contenido en los celulares o las computador­as. Vas al teatro, te sientas en una butaca, es como si dejaras el cuerpo en algún lado, no puedes hablar ni moverte, sólo escuchar y ver lo que se dice arriba del escenario. No nos sentimos cómodos en este lugar, sino con el teatro callejero, por ejemplo, cuyo lenguaje, esa cosa salvaje y de libertad llevamos a un espacio cerrado. Equivale a toda una experienci­a social y emocional”.

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Fotos tomadas del Facebook de la agrupación La propuesta de este grupo está más vinculada a un carnaval o una fiesta popular que a una actividad intelectua­l.
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