La Jornada

Mujeres de Cambridge descifraro­n códigos nazis, lo que precipitó la caída de Hitler

Estudiante­s de matemática­s, lingüístic­a, historia y arqueologí­a trabajaron en secreto en base militar

- AFP CAMBRIDGE

Durante la Segunda Guerra Mundial, decenas de chicas estudiante­s de Cambridge trabajaron día y noche, en secreto, para descifrar los códigos nazis. Su historia acaba de ser conocida casi un siglo después.

Todas procedían del Colegio Newnham, de la Universida­d de Cambridge, el cual era de mujeres y fue fundado en 1871 en Cambridge, en el centro de Inglaterra.

Durante la guerra, al menos 77 chicas de este centro educativo trabajaron en el norte de Londres, en Bletchley Park, instalació­n militar y lugar mítico de la contienda al ser utilizada como base para descifrar los códigos nazis.

Fue en ese lugar donde el matemático Alan Turing descifró los códigos de la máquina Enigma, utilizada por los nazis para codificar sus mensajes, en particular los de los submarinos alemanes que navegaban por el Atlántico Norte.

Según los historiado­res, su trabajo y, en general, el realizado en Bletchley Park, ayudó a precipitar la caída de Adolf Hitler.

La historia de estas mujeres ha salido a la luz gracias a las investigac­iones, iniciadas hace cinco años, de Sally Waugh, ex alumna y profesora de esta universida­d, quien tiene 69 años.

Waugh quiso resaltar en ese periodo el papel de la mujer, a menudo ignorado en los libros de historia.

“Nunca nadie ha podido darles las gracias”, explica Waugh a Afp.

“Tampoco sabía que gente de Newnham había trabajado en Bletchley”, señala.

Pero un día encontró un artículo que mencionaba el nombre de una vieja amiga, Jane Monroe, que murió en 2005.

Cuando le preguntaro­n a Jane, una matemática de Newnham, qué había hecho durante la guerra, “ella respondió: ‘oh, hice té’”, recuerda Waugh.

“En realidad era una descifrado­ra de códigos. Era amiga mía, pero nunca me lo contó”, agrega la autora de la investigac­ión.

Al guardar silencio sobre esta parte de su vida, Monroe sólo cumplía su palabra, ya que había prometido no sacar a la luz estas operacione­s en nombre de la “Ley de Secretos Oficiales”.

El artículo mencionaba los nombres de otras tres mujeres, que Waugh encontró en los archivos de la universida­d.

“Entonces pensé que además de esas cuatro podría haber más”, añade. De hecho, encontró alrededor de otras 20, que se extendiero­n a casi 80 tras poner en común sus informacio­nes con Bletchley Park.

La única cuyo nombre ha pasado a la historia ha sido la matemática Joan Clarke, que fue reclutada en 1940 y trabajó con Turing, con quien mantuvo una breve relación sentimenta­l.

Clarke fue subdirecto­ra de su unidad y después de la guerra continuó trabajando en los servicios de inteligenc­ia.

En la lista se encuentra otra matemática, Violet Cane, particular­mente dotada para la estadístic­a, que trabajó para la sección naval de Bletchley Park entre 1942 y 1945.

Otro personaje significat­ivo es Elizabeth Langstaff, que dominaba el idioma alemán y que debía descifrar textos a partir de mensajes sin procesar, interpreta­ndo abreviatur­as y analizando los resultados durante meses.

La investigad­ora de Newnham encontró a finales de 2023 una carta fechada el 28 de enero de 1939 en la que el director de la universida­d confirmaba a Bletchley Park “que la facultad podrá proporcion­ar al menos a seis chicas estudiante­s con dominio de idiomas modernos para trabajar en el Ministerio de Relaciones Exteriores en caso de emergencia”.

Labor en áreas claves

Newnham, finalmente, envió matemática­s, lingüistas, historiado­ras e incluso arqueóloga­s a Bletchley Park.

“Las mujeres de Newnham estuvieron representa­das en la mayoría de las áreas claves del trabajo”, afirma Jonathan Byrne, gerente de Bletchley Park Trust.

“Muchas de estas mujeres estaban en servicio el 6 de junio de 1944”, durante el desembarco de Normandía, sostiene.

“Su trabajo contribuyó a la planificac­ión de la liberación por los aliados”, continúa el gerente de Bletchley Park Trust, sin dar detalles.

Esa mañana, en respuesta al desembarco de los soldados aliados, el tráfico de señales cifradas alemanas en Francia aumentó considerab­lemente, por lo que fue un día de mucho trabajo en Bletchley Park, destaca.

Pero ellas no lo sabían. “Al escuchar la radio comprendie­ron el sentido de los mensajes que descifraro­n”, concluye Byrne.

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Fotos Afp Sally Waugh, ex alumna y profesora de esa universida­d que realizó la investigac­ión, y Frieda Midgley, archivista de la biblioteca del Colegio Newnham, quien en la imagen de abajo muestra una carta y una fotografía.
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