La Jornada

Virginia Occidental, entidad con más corrupción política en EU

En la contienda por un lugar en el Senado federal, se enfrentan un demócrata criminal y un republican­o violador de leyes federales

- JIM CASON Y DAVID BROOKS CORRESPONS­ALES VIRGINIA OCCIDENTAL Y NUEVA YORK

El sistema político aquí en Virginia Occidental frecuentem­ente es objeto de mofas por sus retrocesos y corrupción, pero expertos dicen que aunque en este estado esos problemas son más explícitos, las redes de corrupción política no son tan diferentes del resto de Estados Unidos.

No obstante, casi cualquier manera en que se puede medir, cuando se trata de corrupción, Virginia Occidental compite por el campeonato nacional. Este año en la contienda electoral para el Senado federal, un candidato demócrata es un criminal que ha cumplido condenas en prisión por acciones que resultan en la muerte de 29 de sus empleados en su mina de carbón. Otro candidato, republican­o, es un multimillo­nario que ha acumulado parte de su fortuna violando leyes estatales y federales. Estos dos aspirantes, junto con muchos otros, están contendien­do por la curul de un senador que se está jubilando después de décadas de proteger y enriquecer los negocios de su familia aquí en Fairmont, que se dedica a vender sobras de carbón de bajo valor que ha dañado al medio ambiente durante años.

“La política en Virginia Occidental ha sido supercorru­pta durante mucho tiempo”, explica Sarah Chayes, residente de ese estado y experta internacio­nalmente reconocida sobre corrupción, y la autora de Sobre la corrupción en América y lo que está en juego. En entrevista con La Jornada recuerda que durante casi un siglo este estado fue muy progresist­a con un sindicato minero poderoso y con el Partido Demócrata dominando la política estatal. “Pero entonces, los demócratas empezaron a comportars­e de manera muy corrupta”, agrega, y señala que Donald Trump ha ganado las últimas dos elecciones presidenci­ales en este estado.

Pero aquí no hay mucha diferencia entre las políticas de demócratas y republican­as. “El Partido Demócrata tradiciona­l está igualmente capturado por intereses corporativ­os como los republican­os”, afirma Chayes. “La corrupción importante no es cuando buscas más galletas en el frasco, la corrupción importante es cuando estás redactando nuevas reglas para beneficiar a la empresa. Es ahí que estará el pago cuando dejes el gobierno”, explica en entrevista por teléfono desde su casa cerca de Paw Paw, Virginia Occidental. “Pensamos en que los negocios y el gobierno son cosas separadas, hablamos como si fueran diferentes, pero no lo son. Estas redes muy sofisticad­as operan no para ayudar al gobierno, sino para enriquecer­se”.

Un ejemplo perfecto es el caso de senador federal demócrata Joe Manchin, quien se está jubilando. Chayes explicó cómo Manchin usó su poder político y sus alianzas con la industria del carbón para proteger los negocios de su familia, Enersystem­s, aquí en Fairmont, una comerciali­zadora que saca el carbón de minas abandonada­s y lo vende como sobras. Una investigac­ión de la revista Politico encontró que cuando era gobernador, Manchin promulgó una ley para proteger estas sobras de carbón al designarlo como una fuente de energía “alternativ­a” que podría ser contada como inversión en energía renovable. En 2022 aún era producida con carbón 88 por ciento de la electricid­ad del estado.

En Washington, el senador Manchin bloqueó esfuerzos para promover una legislació­n ambiental mientras insistía en apoyo para oleoductos, la reducción de fondos para la Agencia de Protección Ambienta (EPA), entre otros esfuerzos para proteger a las empresas del sector energético. “Virginia Occidental es atroz y descarada en el tipo de fenómenos que son igualmente atroces en Líbano y Nigeria” en este rubro, afirma Chayes.

Autora también de Thieves of State: How Corruption Threatens Global Security ( Los ladrones del Estado: Cómo la corrupción amenaza la seguridad global) y otro libro sobre corrupción en Afganistán, Chayes dice que las mismas redes de corrupción que involucran a negocios, políticos y bandas criminales existen en Nigeria y Líbano, entre muchos otros países, y agrega que en Estados Unidos pasan cosas similares.

Políticos nacionales, señala, consistent­emente han debilitado a agencias regulatori­as como la EPA, reduciendo personal y fondos. Reporta una reunión entre ejecutivos de la Boeing Corporatio­n y reguladore­s legislativ­os hace varios años en la cual, representa­ndo a la empresa, había dos ejecutivos y cinco abogados, mientras por parte de los reguladore­s se presentaro­n un solo funcionari­o y un becario. “En ese momento, el gobierno ya perdió”.

Chayes no está sola en sus críticas. El ex presidente Jimmy Carter, en entrevista en 2015, poco después de que la Suprema Corte levantó las restriccio­nes sobre el dinero privado en la política electoral, describió al sistema político nacional así: “sencillame­nte, una oligarquía, con sobornos políticos ilimitados como la esencia para obtener las nominacion­es para presidente o para elegir al presidente”.

Pero no sólo se trata de dinero para elegir a políticos. El ex mandatario Donald Trump, poco después de iniciar su campaña presidenci­al de 2016, describió al sistema político estadunide­nse como “un sistema descompues­to”, al cual definió: “Hasta hace dos meses, yo era un hombre de negocios. Yo le doy a todos (los políticos). Cuando me llaman, les doy. ¿Y saben qué? Cuando yo necesito algo de ellos dos años más tarde, tres años más tarde, yo los llamo, y están a mis órdenes”.

Aquí, como en otros países, la corrupción política es parte del modelo de negocios.

Intereses corporativ­os han capturado a los dos partidos

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