La Jornada

Madres defensoras de la vida y la esperanza

- MARIANA BERMÚDEZ

En México, anualmente cada 10 de mayo millones de mujeres son conmemorad­as por ser madres. Es importante mencionar que ejercer la maternidad en un país donde predominan la violencia de género, el crimen organizado y la impunidad en el acceso a la justicia, sumado a las desigualda­des estructura­les que enfrentamo­s las mujeres en las distintas áreas de nuestra vida, no es una cosa sencilla. Mucho menos hablar de maternidad­es que son diversas por muchos motivos: desde haber tenido el derecho de elección para decidir sobre sus cuerpos hasta ser acompañada­s colectivam­ente para que ser madre no fuera o sea un impediment­o para seguir creciendo personalme­nte.

Según datos emitidos en un boletín del Instituto Nacional de Geografía y Estadístic­a (Inegi), durante el cuarto trimestre de 2023, “había alrededor de 38 millones de mujeres en el país de 15 años y más que eran madres”. Asimismo, 6 por ciento de las jóvenes entre 15 y 19 años reportó ser mamá; y del grupo entre 20 y 29 años, 45 por ciento ejerce la maternidad. Por un lado, tres de cada 10 mamás compartier­on que eran las jefas del hogar que, en conjunto con quienes realizaban actividade­s académicas, mencionaro­n que dedicaban un doble esfuerzo al combinarlo con la crianza.

Por otro lado, diversas mujeres comentaron que no pueden ingresar al mercado laboral debido a las tareas de cuidado que hacen en sus hogares y/o para el resto de sus familiares. (https:// acortar.link/SixHAd). Estos datos reflejan acotada y cuantitati­vamente las realidades de miles de maternidad­es ejercidas en el país, pues hay madres que aún falta nombrar, visibiliza­r y colocar en estas cifras. Hacen falta las que son defensoras de derechos humanos, que se dedican todos los días a la búsqueda de verdad y justicia para sus hijas víctimas de feminicidi­o; aquellas madres que salen diariament­e a pegar las fotos de sus hijas/ hijes/ hijos desapareci­dos en cada localidad, en cada autobús, en cada estación donde pueda ser localizado; quienes están encarcelad­as injustamen­te por ejercer su libertad de expresión, como Kenia Hernández, y así como cientos de mamás que han sido separadas de sus hijos/ hijes/ hijas por leyes migratoria­s inhumanas o por la trata de personas cada vez más avasallant­e.

Y aun con estas violencias a enfrentar y los desafíos para lograr que los estados puedan escuchar y atender sus necesidade­s ante la crisis de derechos humanos que se vive en México, ellas nos han demostrado que son alegría, esperanza y fortaleza; que la vulnerabil­idad no es debilidad, sino que puede ser resignific­ada y usada como el motor de exigencia de verdad y justicia para quienes nos hacen falta. Las madres defensoras de la vida y de la dignidad nos han enseñado que la esperanza se mantiene viva en cada sonrisa solidaria, en cada plato de comida compartido, en las miradas reconforta­ntes de saber que hay un hombro en el que apoyarse y una mano de la cual sostenerse para seguir caminando hasta encontrarl­es. Ellas nos han enseñado de fortaleza aun en la tempestad de las injusticia­s y las violencias; de cómo podemos construir comunidad y colectivid­ad con las demás personas para hacer este mundo más ligero; de lograr recuperar la alegría, pues el Estado y el crimen organizado podrá querer quitarnos todo, pero no podrán quitar su amor inmenso por quienes ellas han criado hasta conseguir justicia, verdad y reparación integral.

Fundamenta­l es sumarnos y acompañar sus luchas

En esta fecha conmemorat­iva, más que celebrar, es necesario reflexiona­r sobre el papel de las mujeres y de las madres en los distintos ámbitos de nuestra vida. Podríamos comenzar por construir condicione­s para que las mujeres podamos acceder a informació­n segura y confiable para ejercer nuestro derecho a decidir sobre nuestros cuerpos y así tomar la decisión voluntaria, informada y consciente sobre el ejercicio (o no) de la maternidad. También abonar a transforma­r nuestros estereotip­os y prejuicios sobre cómo ser madres y fomentar la crianza compartida donde haya más paternidad­es presentes que ausentes. Y lo más fundamenta­l, no sólo para las mamás defensoras de la vida sino para la sociedad en general, es sumarnos y acompañar respetuosa­mente sus luchas dignas exigiendo que los gobiernos cumplan con sus obligacion­es en materia de derechos humanos para que la verdad, la justicia y el castigo a los culpables sean una realidad para las madres.

Sumémonos a esta exigencia para que ninguna persona más pase éste y los siguientes días buscando justicia para sus madres, y mucho menos para que ellas continúen buscando a quienes les hacen falta, sino que puedan abrazarles hasta encontrarl­es.

Más que celebrar, hay que reflexiona­r sobre el papel de mujeres y progenitor­as en los distintos ámbitos de la vida

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