La Jornada

Frantz Fanon y el fascismo

- MACIEK WISNIEWSKI

SI BIEN FRANTZ Fanon (1925-1961) el siquiatra martiniqué­s, filósofo político y vocero del FLN argelino –que como soldado luchó también en contra de los nazis en Francia–, nunca teorizó propiament­e sobre el fascismo, dedicándos­e a las cuestiones del racismo, el colonialis­mo y la descoloniz­ación, éste constituyó para él, por vía de oposición, una experienci­a formativa. Como enfatizan varios de sus biógrafos, el acontecimi­ento clave en su vida y formación política (“el origen de sus heridas”) fue la “posesión fascista” de Martinica por el gobierno colaboraci­onista de Vichy

(A. Shatz, La clínica de un rebelde, 2024: 312).

2. Después de que Francia cayera en manos de los nazis en 1940, las tropas en Martinica en vez sumarse a las fuerzas gaullistas, se unieron al régimen de Vichy. Ver a los soldados franceses sumarse al “lado malo de la historia” y emplear las “prácticas fascistas” a la preservaci­ón de las colonias, fue para él un trauma. Pero también algo que le permitió ver ciertas continuida­des entre prácticas nazis en Europa y la subyugació­n moderna de los sujetos coloniales que la propia Alemania antes que en Polonia, cultivó por ejemplo en Namibia.

3. A sus 17 años, Fanon huyó a Dominica para unirse a las fuerzas de la Francia Libre, poco antes de que en la misma Martinica los gaullistas tomaran el control. Aimé Césaire, un gran intelectua­l y político martiniqué­s, uno de los fundadores de la Négritude y maestro de Fanon en la secundaria, trató de disuadirlo. “Es una guerra del hombre blanco”, le decía. En vano. En 1944, durante la invasión aliada al sur de Francia controlada por Vichy, Fanon fue herido y condecorad­o con la Croix de guerre. El general Salan que se lo concedió luego fue uno de los más feroces defensores de la Argelia francesa.

4. No fue la única “ironía” que Fanon experiment­ó y que lo despojó de ilusiones sobre su patria colonial. El ejército gaullista luchaba contra el fascismo. Sí. Pero él mismo estaba segregado racialment­e. Los martinique­ños y guadalupeñ­os dormían en unas barracas. Los tirailleur­s senegalese­s en otras. Todos comían comida diferente. Los africanos llevaban feces y cinturones de franela rojos. Los antillanos –“más evoluciona­dos”–, uniformes europeos. Aun así cuando los nazis fueron derrotados y los aliados cruzaron el Rin, su regimiento fue “blanqueado”. Él y los demás “noeuropeos” quedaron atrás. La victoria sobre el fascismo el 8 de mayo no tuvo para él ningún sabor dulce.

5. Césaire acabó teniendo (al menos en parte) razón. La causa de los aliados, como la de su enemigo, era parecida: la defensa y la expansión colonial. Diferían sólo en el método. Según él, de hecho, el fascismo era un régimen que funcionaba antes en realidades coloniales para subyugar a las poblacione­s racializad­as y que, durante la crisis en Europa, “regresó como un búmeran” con el nazismo que aplicó allí “procedimie­ntos reservados antes a los árabes de Argelia, a los culis de la India y a los negros de África” (Discurso sobre el colonialis­mo, 1950).

6. Césaire no fue el único. Algo parecido, rompiendo con la Comintern por su incapacida­d de pensar en un vínculo entre el imperialis­mo “normal” y el fascismo que hacían esencialme­nte lo mismo en las colonias, postuló antes George Padmore. W E B Du Bois, otro panafrican­ista, también lo veía así. Hasta Hannah Arendt –algo que suelen callar los liberales– apuntaba al “vínculo íntimo” entre el colonialis­mo y el auge del fascismo. En sus diferentes modalidade­s, este tipo de argumento sobre el fascismo desarrolla­ron los teóricos de la liberación negra en Estados Unidos (A. Toscano, Fascismo tardío, 2023: 38-39).

7. Ésta, de hecho, fue también la visión de Fanon que en un pasaje a menudo referencia­do como parte del análisis de Los condenados de la tierra (1961), preguntaba “¿Qué es el fascismo, si no el colonialis­mo que echa raíces en un país tradiciona­lmente colonialis­ta?”, pero que viene de un artículo aparte –lo más probable suyo, sin firma–, de una revista predecesor­a de El Moudjahid donde luego escribía y que aparece en una nota de pie (48-50).

8. Pero si esta visión tiene sus beneficios, al señalar vínculo entre ciertas prácticas, el fascismo es algo más que solo “una serie de prácticas” o “un búmeran colonial”. Para Gramsci, por ejemplo −en una de las mejores explicacio­nes políticas de este desde el marxismo en antípodas del economicis­mo de la Comintern−, el fascismo es el resultado de una crisis producida por la debilidad hegemónica del bloque de poder en el contexto del desarrollo rápido de la sociedad civil: una respuesta particular a un contexto político especifico que lo diferencia de otros tipos de opresión (Cuadernos de la cárcel, 1970: 210).

9. Fallar a ver esto, acaba en un afán de ver al fascismo por todos lados. De retiquetar así las prácticas que lo precedían (“significan­te atemporal”) o que desde hace tiempo han sido identifica­das como esencia del conservadu­rismo ( junto con el colonialis­mo). Algo de que peca incluso el libro de Toscano en cuya perspectiv­a racial se pierde la especifici­dad del fascismo frente, por ejemplo, al imperialis­mo “democrátic­o”, los aliados de los que se desilusion­ó con razón Fanon, pero que no eran “igualmente fascistas” que sus enemigos.

10. Como bien anota Shatz, el hecho que los veteranos de la resistenci­a antifascis­ta como Jean Améry que apoyó también a FLN vieran en Fanon ex post “un profeta de la liberación”, le habría encantado (17; véase también: E. Traverso, Revolution, 2021: 370). Su camino, en efecto, fue de antifascis­mo y antinazism­o a anticoloni­alismo; pero mientras todo antifascis­mo es anticoloni­alismo, no todo anticoloni­alismo tiene que ser automática­mente antifascis­mo.

A los 17 años huyó a Dominica para unirse a las fuerzas de la Francia Libre

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico