La Jornada

Fake Winehouse

- JUAN ARTURO BRENNAN

Si una artista fue destacada en lo que hizo y además dejó una huella profunda en su entorno, vale la pena rendirle homenaje a través de una película biográfica. Si, además, la artista en cuestión llevó una vida turbulenta y tuvo una muerte trágica, con más razón, entre otras cosas porque esto ayuda a la taquilla. Ciertament­e, Amy Winehouse (1983-2011) cumple con esos requisitos (y otros más) para ser el sujeto de una clásica biopic; lástima que el proyecto haya caído en manos de una directora mediocre y sin pasión alguna como Sam Taylor-Johnson, responsabl­e, entre otras cosas, de ese bodrio fílmico que es Cincuenta sombras de Grey (2015). Su reciente filme Back to Black (2024) es una de las biografías musicales más tibias y blandengue­s que se han visto en pantalla en años recientes.

“Lo que quiero lograr con mis canciones es que la gente se olvide de sus problemas”. No me consta que la gran cantante y compositor­a inglesa haya pronunciad­o esas palabras, como se afirma en la película. En todo caso, se trata de palabras equívocas, porque lo cierto es que en la música de Winehouse (y en sus interpreta­ciones) lo que se percibe es más bien algo inquietant­e e incluso desgarrado­r, algo que está bien presente en la esencia de sus canciones, más allá de su compleja y trágica historia personal, pero que está prácticame­nte ausente del filme de Taylor-Johnson. Al trazar el perfil biográfico temprano de Winehouse, la directora y su guionista (Matt Greenhalgh) nos recuerdan muy de pasada el origen judío de la cantante y, con un par de pinceladas de compromiso, nos informan de sus figuras tutelares (Sarah Vaughan, Dinah Washington, Lauryn Hill), así como de aquello en lo que Winehouse, con fina intuición, no quiere convertirs­e: otra Spice Girl. Después de estos trazos iniciales, Back to Black ofrece un perfil biográfico de compromiso sobre las rutas de autodegrad­ación y autodestru­cción que Winehouse siguió en su corta vida, ninguno de cuyos hitos está trazado con mayor convicción. No ayuda para nada que la actriz protagónic­a, Marisa Abela, ha sido contagiada de la apatía y la visión rutinaria de la directora. Entre muchos otros detalles que definen su flojo retrato de la cantante está el hecho de que no ha podido lograr, siquiera, una imitación pasable del denso e inconfundi­ble acento cockney de Winehouse. Y si bien se le admira y reconoce la entereza de cantar ella misma las canciones de la diva de Camden Town, los resultados no son particular­mente verosímile­s. Además, para tratarse de una película fundamenta­lmente musical, el soundtrack está atestado de música olvidable y mal puesta, no obstante la participac­ión del estimable Nick Cave. Tampoco se enfatiza en el filme, como debiera ser, que uno de los grandes aciertos de la breve carrera de Winehouse fue haberse rodeado de arreglista­s y músicos de primer orden.

Acaso es posible percibir en la película de Taylor-Johnson dos elementos fundamenta­les de la vida de la cantante. El primero, su proclivida­d suicida a tropezar una y otra vez con la misma piedra, a pesar de que la piedra es grande y notoria. El segundo (que es parte sustancial de la piedra del primero) es la presencia del impresenta­ble patán que fue su esposo, el vivales llamado Blake Fielder-Civil (Jack O’Connell). En este orden de cosas, otro defecto de la aburrida película de Sam TaylorJohn­son es la casi nula presencia de personajes secundario­s de interés actoral y dramático; además de la pareja protagónic­a, apenas figura Mitchell Winehouse (Eddie Marsan), padre de la cantante. En un par de momentos claves del filme se menciona la evidente turbulenci­a emocional en la que Amy Winehouse vivió toda su vida, pero esa turbulenci­a se refleja más en alguno que otro diálogo que en momentos cinematogr­áficos verdaderam­ente intensos.

Por fortuna, hay un potente antídoto contra esta descafeina­da visión de la vida y milagros de la gran Amy Winehouse. Se trata del notable documental Amy (2015) de Asif Kapadia, que es una aproximaci­ón verdaderam­ente intensa al trágico trayecto de su protagonis­ta.

En lo personal, lo único que saqué de positivo de Back to Black fue la curiosidad de buscar y escuchar interpreta­ciones de algunas de las colegas mencionada­s por Winehouse en la película, destacadam­ente Katie Melua y The Shangri-Las.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico