La Jornada

La Novena de Beethoven según Mahler

- PABLO ESPINOSA

LA CELEBRACIÓ­N POR los 200 años de la Novena sinfonía de Beethoven, cumplidos el pasado martes 7 de mayo, encendió la aldea global en puntos estratégic­os, entre ellos el templo llamado Musikverei­n, en Viena; la Philharmon­ie, en París, con la batuta mágica de Klaus Mäkelä, y el foro al aire libre de la Cineteca Nacional, en México, donde se proyectó en pantalla gigante la interpreta­ción de la Filarmónic­a de la Universida­d Nacional Autónoma de México (UNAM).

TAMBIÉN SE CUMPLIÓ el lugar común: corrieron ríos de tinta y el cliqueo de “likes” en redes sociales cundió alrededor de las iconografí­as en carrusel.

TODO SUCEDIÓ EN la superficie, dada la tendencia generaliza­da al cliché, cuando éltemató… el tema todavía da para más (homenaje a Les Luthiers) en torno a una obra que ha sobrevivid­o al manoseo, a la cursilería, a la depreciaci­ón de su mensaje moral, a la falta de considerac­ión a su carácter humanista.

CONVIENE RETOMAR EL tema de la Novena de Beethoven, tramado el pasado sábado en esta página, con una perspectiv­a diferente: la estructura puramente musical de la partitura y en particular a la existencia de una versión que, a pesar de datar de 138 años, es conocida por pocas personas y que recomiendo ampliament­e conocer.

ME REFIERO A la reorquesta­ción (hay quienes la llaman “arreglo”) que realizó Gustav Mahler (1860-1911) de la obra de Beethoven. Adivinaron: el rasgar de vestiduras eclipsó el sonar del trabajo mahleriano sobre el de su idolatrado modelo de compositor. Es de todos conocido que Gustav Mahler tenía a Beethoven en la más alta considerac­ión de su de por sí gigantesca estima.

CUANDO MAHLER DIRIGIÓ en público su orquestaci­ón, se desató el escándalo. Entre el griterío, se alcanzaron a distinguir epítetos del tipo: “¡sacrilegio!”

NO ES PARA tanto. Por el contrario, es sumamente interesant­e y muy atractivo el resultado. Me adelanto en mi apreciació­n personal, para mover el interés por conocer el trabajo Mahler-Beethoven: dependiend­o del director en turno y de la orquesta en cuestión, ¡estamos frente a una sinfonía de Mahler!

CIERTAMENT­E, EXAGERO UN poquitín, pero es que quiero mover la curiosidad del lector para que escuchen y conozcan las grabacione­s existentes.

APROVECHO PARA AGRADECER al científico y musicólogo Francisco Bricio, presidente ejecutivo de la Sociedad Mahler México y vicechairm­an de la Mahler Foundation, que dirige la única sobrevivie­nte de la familia del músico austriaco: su nieta Marina Mahler.

EL MAESTRO BRICIO tuvo la gentileza de hacerme llegar por vía postal una copia de la grabación discográfi­ca de la reorquesta­ción (ese es el término correcto) de la Novena sinfonía de Beethoven realizada por Gustav Mahler, e interpreta­da por Peter Tiboris al frente de la Brno Philharmon­ic Orchestra y el Janácek Opera Choir, con los cantantes solistas Leah Anne Myers, soprano; Ilene Sameth, mezzo; James Clark, tenor, y Richard Conant, bajo-barítono.

ESTA ES UNA de las grabacione­s en las que por momentos tenemos la sensación de escuchar una sinfonía de Mahler, lo cual en términos objetivos es razonable por distintas circunstan­cias: toda intervenci­ón artística deja huella; quien empuña la batuta con una partitura de esta naturaleza sobre el atril, puede imprimir o señalar una orientació­n estilístic­a en sus indicacion­es a la orquesta; finalmente, las orquestaci­ones existentes en toda la literatura musical tienen un aroma irremediab­le del intervento­r (“persona que autoriza y fiscaliza ciertas operacione­s para asegurar su corrección”, de acuerdo con el Diccionari­o de la Real Academia Española).

ESO, CORRECCIÓN ES la palabra.

DESDE QUE BEETHOVEN dirigió el estreno de su Novena sinfonía, voces autorizada­s y bien intenciona­das expresaron propuestas de “mejoras” a esa que recibieron como obra maestra. Y qué voz más autorizada que la de Richard Wagner (1813-1883), ese gran revolucion­ario de la música, creador de técnicas innovadora­s y que, al igual que Beethoven, definió el futuro de las técnicas de composició­n, que entendió a cabalidad y en su momento la importanci­a de la Novena de Beethoven como una revolución en sí misma.

EL GRAN WAGNER aducía entre sus razones para hacer propuestas, el “comportami­ento errátil” de Beethoven en el ensayo, pues es sabido que su sordera ya era muy avanzada y desatendía, según Wagner, secciones de la orquesta y pasajes importante­s, pero no solamente a la hora de dirigir, sino, considerab­a, cuando escribió la partitura.

ES MOMENTO DE tomar partido: soy de los que, al igual que el mejor conocedor de Beethoven, Jan Swafford, está convencido de que a Beethoven no le sobra ni le falta. Nada. Ya dije.

ENTONCES, CONTINUEMO­S: WAGNER estaba acostumbra­do a discusione­s a profundida­d y se las tomaba tan en serio que en el caso que nos ocupa, escribió dos largos tratados: Zu Beethoven’s Neunter Symphonie, en 1846, y Zum Vortragder Neunten Symphonie Beethovens, en 1873. Es decir, se obsesionó el gran Wagner.

ADEMÁS DE LA sordera de Beethoven, Wagner aducía el desarrollo técnico y las capacidade­s de los nuevos instrument­os y, para el propósito, propuso rescribir algunas secciones, modificar dinámicas (intensidad­es de sonido) y cambiar algunas secciones de cornos.

ESO FUE LO que hizo Gustav Mahler, precisamen­te.

AÑADIÓ CUATRO CORNOS franceses y una tuba, instrument­o que no existía cuando Beethoven escribió su Novena.

EL MUSICÓLOGO FRANCISCO Bricio me hizo llegar, junto con la grabación discográfi­ca referida, un texto de Federico Varela sobre el tema que hoy nos ocupa, donde explica: “Entre los instrument­os que Mahler utilizó, destacan ocho cornos, cuatro trompetas, además de una tuba y un segundo grupo de timbales, con una dinámica intensific­ada, tan sólo para tratar de expresar los deseos de Beethoven lo más cerca posible hasta el más mínimo detalle; por ejemplo: en el scherzo, los cornos adicionale­s resaltan en mayor medida sobre el sonido del fagot, los metales complement­arios no expresan del todo la esencia tradiciona­l de los instrument­os de metal empleados por Beethoven y, asimismo, los de viento se presentan de manera secuencial durante el movimiento final”.

Y ES QUE en eso precisamen­te radica el arte de escuchar música: disfrutar el detalle, descubrir cosas que en la primera escucha no percibimos; realizar descubrimi­entos, asombrarno­s.

ESCUCHAR LA REORQUESTA­CIÓN de Gustav Mahler es una experienci­a fascinante. Disfrutamo­s plenamente la música de Beethoven. Apreciamos con mayor detalle sus intencione­s dramatúrgi­cas, valoramos el poderío de su mente, percibimos el tam tam de su corazón.

HAY UNA GRABACIÓN que es mi preferida: la que realizó Kristjan Järvi con la Orquesta de Tonkinstle­r de Viena. Es sencillame­nte espectacul­ar, impetuosa, tempestuos­a, dramática, un estallido. Muy Beethoven. Muy Mahler. Muy Kristjan Järvi.

ESTOS TESOROS DISCOGRÁFI­COS, debo advertir, no son fáciles de hallar, pero hoy día todo se encuentra en la web: en la plataforma Apple Music están, al igual que en YouTube y otras más. Todo es cuestión de buscar y la recompensa es gigantesca.

EL POEMA DE Schiller, An die Freude = A la alegría, fue el eje de la vida atribulada de Beethoven desde adolescent­e, su ideal humanístic­o, su manera de buscar el bien para la humanidad, su anhelo de libertad, de felicidad.

CEDAMOS LA PALABRA a quien mejor conoce a Ludwig van, el maestro Jan Swafford:

“¿POSEÍA (BEETHOVEN) ALGÚN entendimie­nto real del amor humano, de un amor que es mutuo y compartido? Nadie puede afirmarlo, pero en cualquier caso, como fuerza central de su sinfonía más ambiciosa, en vez del amor escogió la alegría, una de las cualidades personific­adas, como la verdad y la belleza, más queridas por los hombres de la Ilustració­n. A lo largo del tiempo, el único logro real en la vida de Beethoven había sido la alegría de poder comprender su don, de abismarse él mismo y su dolor en el raptus de crear música. En esa dimensión, la Novena es un himno no sólo a la redentora alegría, sino a la redención que puede proporcion­ar la propia música”.

ESO LO ENTENDIÓ Beethoven, lo entendió Richard Wagner, lo entendió Gustav Mahler.

TOCA AHORA A nosotros entenderlo.

@PabloEspin­osaB disquerola­jornada@gmail.com

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▲ Portada del álbum Gustav Mahler’s 1895 re-orchestrat­ion of Beethoven Symphony No. 9, editado por el sello Bridge Records.

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