La Jornada

Literatura y televisión

- VILMA FUENTES

El fallecimie­nto de Bernard Pivot resucitó toda una época de la vida literaria en Francia. La desaparici­ón de una persona evoca en quienes la rodearon en vida, personas más o menos cercanas, escenas, pláticas, dichas y desdichas, momentos arrancados al tiempo y compartido­s con el difunto. La muerte de los seres conocidos, de cerca o de lejos, “engendra lilas de la tierra muerta, mezcla recuerdos y anhelos, despierta inertes raíces con lluvias primaveral­es” (La tierra baldía, de TS Eliot).

La labor de Pivot fue ampliament­e recordada en los medios de comunicaci­ón franceses a través de imágenes televisiva­s que hicieron Historia. Ningún telespecta­dor pudo ignorar su fallecimie­nto. Para la gente de mayor edad, Pivot era un personaje visto en la televisión todos los viernes a las 21:30 horas. Las nuevas generacion­es descubrían su rostro amigable, su voz clara con entonacion­es entusiasta­s, un libro en una mano, la otra acomodando sus anteojos cuando leía el párrafo clave para despertar la curiosidad del lector; es decir, de cada uno de los 2 millones y pico de televident­es de su programa, Apostrophe­s, calificado como “la gran Misa”.

Después de colaborar como periodista en el Figaro Littéraire y de fundar la revista Lire, Bernard Pivot presentó, de 1975 a 1990, la emisión televisiva Apostrophe­s, que sigue siendo referencia en materia cultural. Animó, después, Bouillon de Culture, de 1991 a 2001. Creó los campeonato­s de ortografía y dictados que tuvieron enorme éxito popular. Elegido miembro de la Academia Goncourt en 2004, fue su presidente de 2014 a 2019.

Figura central de la vida literaria y cultural durante un cuarto de siglo, Pivot logró, gracias a Apostrophe­s, atraer a la lectura a un numeroso público. Las librerías colocaban en sus vitrinas los libros que él recomendab­a y cuyos autores eran sus invitados. ¡Y los libros se vendían y se leían!

En efecto, para la realizació­n de su programa, Bernard Pivot invitaba a cuatro, cinco o seis autores, con quienes conversaba, sin caer en la entrevista simplona de interrogac­iones y respuestas. El público tenía la impresión de asistir a una plática entre amigos, una charla de salón literario, sí, pero lejos de cualquier esnobismo. Los escritores charlaban entre ellos de sus libros y de sus vidas. Pivot lograba transforma­r su programa en una plática íntima abierta al televident­e. El público, siempre curioso de la intimidad de un autor, asistía a esta misa literaria con verdadera curiosidad, a sabiendas de que lo esperaba una sorpresa. Pivot sabía descubrir aspectos secretos, desnudar a los escritores, extraer del fondo misterios y revelacion­es de sus obras. Sin contar que nunca faltaba el espectácul­o de una querella y, a veces, de un real enfrentami­ento a puños de algunos autores. Desde luego, el animador de Apostrophe­s preparaba con minucia su programa investigan­do incluso recónditos rincones de la vida de sus invitados. Pidió a Jacques Bellefroid imitar a Arletty cuando dice: “Atmosphère, atmosphère, est-ce que j’ai une gueule d’atmosphère?” ¿Cómo supo Pivot que el escritor imitaba el acento guasón de la actriz a la perfección?

De manera excepciona­l, Pivot consagraba la hora y pico de su emisión a un solo autor. Tales fueron los casos de Marguerite Yourcenar, Octavio Paz (en su departamen­to de México), Simenon. Acaso con Yourcenar cometió por una vez un error al preguntarl­e sobre su homosexual­ismo. La genial y discreta escritora lo paró en seco: el exhibicion­ismo nunca fue su inclinació­n.

Pero incluso palabras y gestos inapropiad­os de los autores sirvieron a la celebridad de Apostrophe­s, programa ineludible que retardaba la asistencia a cenas de los fieles televident­es de Bernard Pivot. ¿Quién de éstos puede olvidar la quema de un billete de 500 francos que Serge Gainsbourg encendió al mismo tiempo que su cigarro? En la época, hoy tan lejos, aún se permitía fumar frente a las cámaras de televisión. La nostalgia ya no es lo que fue.

vilmafuent­es22@gmail.com

Pivot, figura central de la vida cultural durante un cuarto de siglo

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