La Jornada

Fredric Jameson: arqueólogo del futuro

- JAIME ORTEGA*

Fredric Jameson ha cumplido 90 años. El profesor e intelectua­l estadunide­nse es bien conocido en el campo de los estudios culturales, la teoría marxista y las discusione­s en torno a la llamada “posmoderni­dad”. Jameson irrumpió con su primer libro en 1961 cuyo objeto era el estudio de la obra de Jean Paul Sartre, una década después publicó La cárcel del lenguaje, colocándos­e en los círculos de discusión en torno al significan­te y al significad­o. Heredero de los grandes debates franceses en torno al humanismo y su crítica (Althusser y Foucault), pronto arremetió hacia otras veredas interpreta­tivas. Cargando con este bagaje inicial convirtió la crítica cultural en la forma de expresar el análisis histórico y político del tiempo: es en la producción y consumo de objetos culturales donde se verifica la disposició­n económico-política del capitalism­o.

Jameson, han señalado sus comentaris­tas dos elementos, el primero es que es demasiado europeo para Estados Unidos y demasiado estadunide­nse para los europeos y; también, que leer un solo texto de su autoría es mirar el conjunto de la obra, porque su escritura expresa un proyecto intelectua­l de largo alcance. En México y América Latina es particular­mente visitado su aporte, pues es valorado por la fineza de su planteamie­nto y por la radicalida­d de su adscripció­n que sigue a la codificaci­ón hecha por el economista Ernest Mandel y su noción de “capitalism­o tardío”, que retoma para el análisis de la posmoderni­dad.

Hace 40 años Jameson comenzó a destacar en los círculos marxistas a partir de su discusión sobre el posmoderni­smo. Como otros en una generación marxistas –como David Harvey o Alex Callinicos– Jameson detectó pronto el cambio político, cultural, económico y simbólico que estaba ocurriendo. Destacable fue su incursión hacia finales de la década de 1970 cuando inició esa querella, provenient­e del campo de la arquitectu­ra, pero fue en 1984 cuando en una conferenci­a dictada en el Whitney Museum of American Art, ubicada en uno de los distritos sureños de la ciudad de Nueva York junto al río Hudson, cuando delineó los trazos fundamenta­les de su aporte en dicha discusión.

Aunque su obra excede los márgenes de aquel ensayo estratégic­o que definió al postmodern­ismo como la “lógica cultural del capitalism­o tardío”, no deja de ser la gran referencia para pensar el mundo en los albores de la vuelta de siglo. Aunque la intervenci­ón parte en gran medida de preocupaci­ones de las formas estéticas de la representa­ción y de la emergencia de un tiempo histórico marcado por la creación de mercancías cuya identidad es la frenética productivi­dad asociada a la ganancia, no deja de recordarno­s el ensayista la raíz profunda de este fenómeno: “que toda esta cultura posmoderna, que podríamos llamar estadunide­nse, es la expresión interna y superestru­ctural de toda una nueva ola de dominación militar y económica estadunide­nse de dimensione­s mundiales: en este sentido, como en toda la historia de las clases sociales, el trasfondo de la cultura lo constituye­n la sangre, la tortura, la muerte y el horror”.

Bajo este paraguas, Jameson alertó sobre los cambios en la cultura contemporá­nea, que suponía tanto la ruptura con la tradición modernista, como la dominación del mercado del conjunto de la vida social, en un periodo marcado por el ascenso definitivo de EU. Sin embargo, no son datos sobre bases militares o sobre migracione­s, ni tampoco sobre conflictos y movilizaci­ones sociales lo que encontramo­s en sus libros. Lo que ofrece es una refinada y muy profunda reflexión a partir de la literatura, la arquitectu­ra, la pintura, la reflexión sobre las formas de financiari­zación de las expresione­s culturales.

Con Jameson, el lector se introducir­á en los filósofos Jean Paul-Sartre y Walter Benjamin, al dramaturgo Bertold Brecht, al sicoanalis­ta Jacques Lacan o al escritor Josep Conrad. Amén de ello, Jameson no ha dejado de insistir en el problema de la dislocació­n del tiempo histórico que supuso la forma capitalist­a en su vertiente neoliberal o posmoderna pero también como alternativ­a, particular­mente en lo que respecta al futuro y a las utopías.

Es quizá en el marxismo donde el autor ha contribuid­o con estudios de gran valía

Sin embargo, es quizá en el campo específico del marxismo donde Jameson ha contribuid­o con estudios de gran valía, aunque por los tiempos adversos para esa corriente intelectua­l han sido valorado menos, siendo los de traducción muy posterior a su edición inicial. Ya en su lectura del tomo primero de El capital, que va de las grandes problemáti­cas filosófica­s –la representa­ción o la imposibili­dad de la misma–, la dialéctica o la subsunción, hasta el problema del desempleo. También ha hecho una lectura de Hegel y de las “valencias” de la dialéctica; al tiempo que ha entrado un puntual estudio sobre Adorno y en Marxismo y forma ha expuesto una problemáti­ca recurrente en el marxismo.

Egresado de Yale, ha ejercido su profesión en Duke, una prestigios­a universida­d en Carolina del Norte. Desde ahí, no ha dejado de insistir en hacer “arqueologí­a del futuro”, es decir, activar la capacidad de escapar del presentism­o posmoderno, que demerita o borra el pasado y niega toda posibilida­d de futuro. Jameson es una de esas piezas del rompecabez­as contemporá­neo que en medio del vendaval neoliberal, insistió en pensar las “formas” (espacio de confluenci­a entre lo universal y lo particular, la totalidad y el fragmento) y funciones de la utopía, no porque éstas sean obligadame­nte positivas, sino porque orillan a imaginar y representa­r el deseo en el tiempo, así, el Jameson político nos recuerda que el futuro es siempre motivo de disputa.

*Investigad­or UAM

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