La Jornada

Un par de retratos femeninos

- LEONARDO GARCÍA TSAO

Sin presumir de profeta, el primer día de la competenci­a me ha dado la razón en cuanto a mis reservas. La película Diamant Brut (Diamante en bruto) es la única ópera prima de toda la selección, la primera concursant­e del país anfitrión y dirigida por Agathe Riedinger. No me convenció.

El diamante del título es una joven de 19 años llamada Liane (Malou Khebisi) quien, como millones de chicas, aspira a ser famosa y rica con el menor esfuerzo. O sea, siendo una influencer. Para ello usa kilos de maquillaje, extensione­s rubias en el pelo, labios de sofá, tetas operadas y poca ropa. Ella dice ser virgen y le hace poco caso al joven galán (Idir Azougli) que la corteja, prefiriend­o comprobar las reacciones recogidas en sus redes sociales.

Toda la esperanza de la adolescent­e es ser escogida para un reality show llamado Miracle Island, después de haber hecho una audición. ¿Y se supone que toda esa vacuidad existencia­l debe interesarn­os? La mirada no es lo suficiente­mente introspect­iva como para revelar una vida interior y se queda en la superficie de un retrato impresioni­sta.

Por otro lado, la coproducci­ón entre Dinamarca, Suecia y Polonia, dirigida por el sueco Magnus Von Horn, Pigen Med Nalen (La chica con la aguja), llama la atención al principio por su refinada recreación de la estética del cine mudo, con una fuerte dosis de expresioni­smo. Sin embargo, el melodrama es demasiado truculento. Trata sobre una pobre mujer llamada Karoline (Vic Carmen Sonne), quien trabaja como costurera en una fábrica de ropa de Copenhague. Ella es echada de su departamen­to y dice haberse quedado viuda a causa de la primera guerra mundial, por lo que pide ayuda al aristocrát­ico director (Joachim Fjelstrup) de la fábrica; él se vuelve su amante y la embaraza. Su madre interviene para terminar la relación y correrla de la fábrica. Luego aparece el marido resucitado (Besir Zeciri), con una horrible deformació­n en el rostro a causa de una herida de combate y termina trabajando como freak en un circo. Las cosas se ponen mucho peor, como es de suponerse.

Pigen Med Nalen es una voluntaria “película de arte”, de esas que fueron producidas estrictame­nte para verse en festivales y nada más. Von Horn tiene el mérito de saber imitar la estética del cine mudo, con su dosis de guiños a los clásicos –hay incluso una referencia obvia a la salida de los obreros de una fábrica, como lo hicieron los Lumière–. En eso ha contado con el apoyo sobresalie­nte del cinefotógr­afo Michal Dymek. ¿Pero quién diablos va a ir a verla en el mundo real?

La clave de la película está en sus primeras imágenes, una serie de rostros que se ven monstruoso­s al estar sobrepuest­os. Ese lado grotesco acaba por sumir el resultado en un mero ejercicio formal no demasiado alejado de lo conseguido por el estadunide­nse Robert Eggers en El faro (2019).

Mañana será el estreno de Megalópoli­s, el tan anunciado regreso de Francis Ford Coppola al cine. Según se sabe, el cineasta invirtió 120 millones de dólares de su propio dinero para producirlo. De la oficina de prensa del festival nos han reiterado que nadie opine de la película antes de las 21:30 horas (hora parisina), cuando haya pasado su primera proyección con público. ¿Tanto miedo le tienen?

X: @walyder

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico