La Jornada

Tala ilegal es mayor que la autorizada

La madera ilícita representa hasta 120% de la que está regulada, señala agenda ambiental

- ANGÉLICA ENCISO L.

Mientras el empoderami­ento de los grupos criminales ha elevado la tala ilegal y se ha convertido en un problema creciente, hasta en regiones donde las comunidade­s y organizaci­ones forestales habían avanzado en la gestión sustentabl­e de los territorio­s, se estima que la madera ilícita que se extrae representa entre 95 y 120 por ciento del aprovecham­iento legal, entre 7 y 9 millones de metros cúbicos rollo al año.

Esto se señala en la Agenda socioambie­ntal 2024, diagnóstic­os y propuestas, en el apartado Regiones forestales, situación y alternativ­as para resolver sus problemas más urgentes, coordinado por Iván Zúñiga, donde se advierte que esta situación se ha extendido a regiones de Chihuahua y Durango, la reserva de la biosfera de la mariposa monarca en Michoacán y el estado de México y los bosques de

La Malinche en Tlaxcala, el suelo de conservaci­ón de la Ciudad de México y la región de las Lagunas de Zempoala.

Apunta que en el crecimient­o de la tala ilegal inciden el debilitami­ento de la Semarnat y la Profepa “con nula presencia en campo”.

Además, hay dispersión de las responsabi­lidades de la gestión forestal y de sanción de ilícitos en distintas agencias federales, estatales y municipale­s, lo que dificulta la coordinaci­ón y “permite el solapamien­to de ineficienc­ias burocrátic­as, favorecien­do la corrupción y las redes clientelar­es”.

Desbalance entre la demanda y la producción

El motor principal de la tala ilegal es la creciente demanda nacional e internacio­nal de productos maderables, favorecido tanto por la escasa producción forestal legal nacional (que enfrenta sobrerregu­lación y burocratis­mo), como por la pesada carga fiscal a las empresas forestales comunitari­as y “a la caída tajante” de la inversión pública en ese sector.

Como resultado, hay un desbalance entre la demanda de madera y la producción legal y sostenible, se explica.

Refiere que de 138.7 millones de hectáreas arboladas del país, 70 millones son propiedad social, y enfrentan otras problemáti­cas que van desde el envejecimi­ento de los sujetos agrarios, debilitami­ento de la gobernanza comunitari­a en algunas regiones, cambio de uso de suelo, falta de apoyo institucio­nal hacia las empresas forestales comunitari­as, deforestac­ión, tala ilegal, presencia y control de grupos armados, extorsión, hasta proyectos de energías renovables.

Todos estos factores, de acuerdo con la Conafor, han llevado a una pérdida anual promedio de 208 mil 850 hectáreas de bosques y selvas entre 2001 y 2021.

En este contexto, se ha dado un drástico recorte al presupuest­o ambiental y social, escasos y mal diseñados subsidios, nula capacidad gubernamen­tal para asegurar el cumplimien­to de leyes y regulacion­es. Ante ello, “las comunidade­s resisten solas las presiones y procesos de acaparamie­nto de tierras por parte de grupos económicos y delictivos”.

Sumado a esto, desde 2016 se establecie­ron cambios en la política forestal con la relajación de regulacion­es ambientale­s a partir de reformas a las legislacio­nes de Desarrollo Forestal, del Equilibrio Ecológico y de Vida Silvestre.

La agenda forestal ha quedado a la deriva, socavando las estructura­s de apoyo a las comunidade­s y organizaci­ones productiva­s que impulsan las actividade­s de restauraci­ón, manejo sostenible y conservaci­ón de la biodiversi­dad, los ecosistema­s y los recursos naturales, señala el documento.

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Foto Roberto García Ortiz El bosque del paraje La Joya del Gato, en los límites de la alcaldía Tlalpan y Morelos, está en peligro de desaparece­r por la tala clandestin­a.

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