La Jornada

Popis Tovar presentará 50 Ecléctica, en el Esperanza Iris

El domingo en el recinto capitalino lo acompañará­n Los Folklorist­as y Banco de Ruido, entre otros

- JUAN JOSÉ OLIVARES

Carlos Popis Tovar se crió en el barrio de Peralvillo en la Ciudad de México, pero su alma podría haber anidado en algún cuerpo de un sonero de Cuba, Puerto Rico, Colombia, Venezuela o Nueva York.

Es cantante, percusioni­sta y docente y cumple 50 años de expresarse por medio de esa energía que traduce los sentimient­os en notas y en silencios.

Es fundador del grupo pionero en México del jazz latino Banco de Ruido, en el que han pasado artistas que destacan al género de la síncopa, pero también de nuestra tercera raíz, la de la negritud.

Carlitos, como le dicen sus amigos, es reconocido por su voz y su labor como docente y percusioni­sta. Ha acompañado a las cantantes Eugenia León, Lila Downs y Tania Libertad, por mencionar a algunas, y ha alternado con gente de la talla de Cecil Taylor, Oscar de León, Tito Puente, Rubén Blades, Ray Barretto y Celia Cruz.

Popis Tovar tiene tumbao. Es decir, la magia del sabor que necesita todo artista que desarrolle la música afroantill­ana, pero también la profundida­d para crear armonía tradiciona­l. Por algunos años formó parte del emblemátic­o grupo Los Folklorist­as.

“El sonido en sueños”

Para su efeméride armó un gran huateque para este domingo en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris, donde con sus amigos hará un recuento de los diversos géneros por los que ha navegado. La fiesta abarcará una gama de acústica latina, convirtien­do el escenario en un repaso por los sonidos del Banco de Ruido, hasta un paseo por la música mexicana tradiciona­l, la salsa y otras formas de convertir “el sonido en sueños”.

A todo esto se sumará la presencia del grupo Los Folklorist­as, de los pianistas del Banco de Ruido Héctor Infanzón, Pepe Torres e Irving Lara (quien fue el pianista titular de Celia Cruz cada que ella venía y también quien le armaba la orquesta), Alfredo Bringas (del ensamble Tambuco que tocará el vibráfono), el rock de Guillermo Briseño, el jazz de Iraida Noriega y de las hermanas Ingrid y Jennifer

Beaujean. Así como las cantantes Sylvie Henry (haitiana), y la cubanomexi­cana Lázara. También hará presencia los tambores brasileiro­s de Batalá México y el movimiento de la compañía de danza clásica y contemporá­nea del Centro Cultural Ollin Yoliztli, que cobijarán con sus coreografí­as.

Cultura y educación

Esta reunión le hace creer a Popis “estar haciendo lo certero. Siempre le he guardado distancia a la farándula. Lo mío es la cultura y la educación”, comenta a La Jornada.

Habla sobre su relación de 50 años con esa musa-energía: “la vida de un creador está llena de pasajes en los que, primero, te toca picar piedra quieras o no, pero en algún momento recoger algunas de esas piedras con las que puedes construir un cimiento en el que vas a comenzar a crecer. Construyes una base que te puede soportar para seguir haciendo lo que quieres”.

Su historia con la música viene de casa. Nació en una familia con gran gusto por ésta. A la abuela le gustaba la zarzuela. El abuelo tocaba el banjo y el violín. Su papá, además de panadero repostero, era aficionado a tocar el tres cubano (guitarra de tres cuerdas), al igual que su tío. Pronto, le compraron una guitarra que el abuelo le enseñó a tocar. Fue su primer contacto con un instrument­o. Su tío tenía su conjunto de barrio con el que tocaban sones cubanos. “Tenían un cantante, un conguero, un bongosero, y mi tío, con su tres y tremenda voz”, rememora.

Esa música la escuchaba en reuniones de familia o cuando se colaba a las tocadas del tío. “El sonido del tambor me dejó marcado, sobre todo con la generación de esas células rítmicas obstinadas, que son las que se usan en la música afrocubana”, comparte.

Popis recuerda que hubo un maestro que enseñó tanto a su papá como a su tío: Julio del Razo, quien también era vecino de la Ex Hipódromo de Peralvillo. Por cierto, éste fue el conguero de Pérez Prado durante el último periodo en México del Cara de foca.

No deja de lado la influencia de su hermano mayor, que en la colonia creó, con sus amigos, un grupo de rock. Se juntaban en el vecindario ha tocar covers de los Beatles, y un día, su baterista no llegó. Le dijo: “vas… siempre me pegaba al bataquero, quizá por ese llamado de la percusión; me movía todo por dentro. Fue mi inicio, obvio, en el barrio”.

Ingresó después a la Escuela de Iniciación Artística (del Inbal), donde aprendió teoría musical y solfeo. Más adelante, entró a la Escuela Superior de Música, donde tuvo “el honor de conocer a los maestros de percusión sinfónica, Abel Jiménez y de canto, Carmen Pérez. Si no hubiera transitado por esas institucio­nes y sin esos profesores, no me habría derarrolla­do en lo que me gusta”.

El tamboriler­o chilango se empapó también de la música afroantill­ana de los grandes. Asegura: “no me podía perder un tíbiri y escuchar a la Sonora Matancera, que hay que decirlo, ha tenido más de 100 cantantes en su historia. Todos eran buenos y no todos fueron cubanos, como Nelson Pinedo, que era colombiano. Eso marcó mi relación con la música afro. Luego fui invitado a integrarme con Los Folklorist­as, donde estuve por unos cinco años. “Viajé con ellos y con Banco de Ruido y en cada lugar aprendía de un informante directo; es decir, de los que tocaban las percusione­s in situ porque ahí está toda la parte técnica africana, que es la escuela maestra”.

–Los mexicanos no queremos aceptar a nuestra tercera raíz. Se le comenta.

–En la escuela te enseñan que los mexicanos somos la mezcla del indígena y del español, y discrimina­n y descalific­an a una tercera raíz que, desde la época de la Colonia, contribuyó en todo sentido.

El artista argumenta que la música que más representa­n al país es el son. “El mariachi, el son jarocho y el huasteco tienen inmersa a la tercera raíz.”

La clave es esencial porque es una “célula rítmica que viene de África y está insertada en el ritmo de esos géneros. Todos vienen de África”.

–¿Qué se necesita para ser un cantante de son?

–Primero, tener afinación. Luego, una emisión controlada a través de la columna de aire, que es la batería del cantante. A veces tendrás que impostar tu voz (sin dudar ni temblar) como si hicieras ópera. Los soneros que lo son cantan con impostació­n natural en su voz. Los que se interesen en interpreta­r tienen que aprender a colocar la voz, una que sea diafragmát­ica potente. Hay una tercera cuestión: el fraseo, que se relaciona con el toque de una clave. Son fundamento­s que definen a un buen cantante sonero.

Dice que el electicism­o es un método filosófico que concilia diferentes doctrinas y por eso nombró a su concierto 50 Ecléctica, “porque vas a escuchar, desde la música tradiciona­l con Los Folklorist­as, así como una música compleja como la de Banco de Ruido”.

Este domingo, el Esperanza Iris se vestirá a partir de las 18 horas con fina música para festejar la carrera de un cantante apasionado.

 ?? Del artista Foto cortesía ?? ▲ El cantante y percusioni­sta cumple 50 años de trayectori­a y en su concierto hará un recuento de los diversos géneros por los que ha navegado.
Del artista Foto cortesía ▲ El cantante y percusioni­sta cumple 50 años de trayectori­a y en su concierto hará un recuento de los diversos géneros por los que ha navegado.

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