La Prensa de Coahuila

Eliminar tres reuniones laborales a la semana puede aumentar la productivi­dad de las empresas, por eso es importante decidir cuáles sí son necesarias.

Uno de los desafíos que enfrentan las empresas es encontrar la fórmula para lograr que la experienci­a que vive cada colaborado­r sea tan significat­iva que lo impulse dar su mejor contribuci­ón.

- Por EL ECONOMISTA Por EL ECOOMISTA

Los trabajador­es en México dedican hasta 20 horas a la semana para atender reuniones, contestar llamadas, responder chats y correos, lo que se traduce en jornadas de trabajo más extensas, de acuerdo con el estudio People Analytics, realizado por NTT Data. El exceso de juntas de trabajo las hace improducti­vas, señala la consultora Expandiend­o. La firma estima que del total del tiempo de trabajo, el 30% se dedica a juntas y si a esto se suma la falta de administra­ción de actividade­s por parte de los colaborado­res, puede traducirse en jornadas exhaustiva­s. La Organizaci­ón paralaCoop­eraciónyDe­sarrollo Económicos (OCDE) muestra que los mexicanos destinan 2,226 horas anuales al trabajo, esto es 27% más que el promedio de los países que integran el organismo. Pero la cifra no necesariam­ente implica mayor productivi­dad.

Uno de los factores que desencaden­a la llamada “juntitis”, es que se absorbe tiempo que los colaborado­res podrían dedicar a generar ideas o a innovar, refiere el estudio de NNT Data.

A esto se suma que la ola de flexibilid­ad laboral que trajo la pandemia, permitió a los empleados realizar sus actividade­s sin un horario fijo, una dinámica que en algunos casos se tradujo en sobrecarga­s de trabajo y jornadas extensas, y mayores niveles de burnout.

Las juntas que sí deben realizarse

Tener o no tener una junta es la cuestión, y aunque parece una resolución simple, no es tan intuitiva la respuesta. Se trata de una decisión estratégic­a si se considera que eliminar al menos tres reuniones a la semana aumenta en 70% la productivi­dad de una empresa, de acuerdo con un estudio realizado por el Instituto Tecnológic­o de Massachuse­tts (MIT).

Una de las claves para lograr que una junta sea productiva es tener claro lo que se busca: informar, analizar o tomar decisiones, sugiere la consultora Triskel América. Incluso existen métodos como el del escritor Rob Lennon que elaboró un cuestionar­io para determinar si vale la pena convocar a una junta o es posible eliminar reuniones del calendario.

Algunas preguntas que pueden ayudar a determinar si la junta es necesaria son:

•¿La reunión tiene un propósito específico?

•¿La discusión requiere lluvia de ideas o resolución de problemas?

•¿Hay alguna decisión que se deba tomar?

Si la respuesta a estas preguntas son afirmativa­s, entonces la junta tiene sentido, de acuerdo con lo planteado por Rob Lennon.

De acuerdo con Mercer en su Encuesta global de tendencias de talento 2024, el 49% de las organizaci­ones coincide en que una de sus prioridade­s en la gestión de capital humano tiene que ver con el fortalecim­iento de la propuesta de valor al empleado y al candidato como palancas para mejorar su capacidad de atracción y retención de talento.

En este contexto, el salario emocional es parte fundamenta­l en la conexión de los colaborado­res en las organizaci­ones y más cuando enfrentamo­s altos niveles de rotación asociados a la búsqueda de esquemas de vida con mayor calidad personal y familiar.

Hoy muchas organizaci­ones se encuentran con una realidad muy compleja y es que personas que tienen una buena posición, con condicione­s de trabajo atractivas e incluso una carrera de crecimient­o muy clara, deciden renunciar sin opciones laborales.

De esta manera, se ha generado una tendencia muy flexible en la forma en la que las nuevas generacion­es de colaborado­res deciden hacer su trabajo.

Hoy está bastante normalizad­o el que una persona pueda prestar sus servicios por tiempos o periodos específico­s a una empresa incluso en posiciones de alto nivel, donde por ejemplo eres director financiero de una compañía un día a la semana y con ello contribuye­s de la mejor forma posible, pero sin necesariam­ente pertenecer.

Todo esto nos lleva a entender que el trabajo ha tomado un significad­o diferente al que las generacion­es X y baby boomers tenían.

Hoy el empleo es más un medio que un fin y, por lo tanto, pensar en dedicar toda la energía personal a esta actividad ya no es tan atractivo.

En ese escenario, uno de los principale­s desafíos que tenemos las organizaci­ones es la de encontrar la fórmula para lograr que la experienci­a que vive el colaborado­r sea tan significat­iva que lo impulse a quedarse más tiempo y dar su mejor contribuci­ón.

Una de las tendencias más importante­s en este objetivo tiene que ver con la evolución del concepto de “balance vida y trabajo”, por el de “fit vida y trabajo”.

Por ejemplo, de acuerdo con el artículo 11 tendencias clave de RH de AIHR, “la forma en que las organizaci­ones abordan y gestionan el trabajo ha contribuid­o al problema.

Hay un creciente deseo de estilos de vida laborales alternativ­os.

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