La Prensa de Coahuila

Dos viles politicast­ro

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Me refiero al Presidente y el director general de Pemex. La actuación de ambos durante las mañaneras del viernes y el lunes es razón suficiente para no votar por Morena. Los actuales gobernante­s tienen que irse para restablece­r la salud de la República.

Qué chiquitos se ven el jefe del Estado y el CEO de la principal empresa pública metiéndose en la vida privada de una ciudadana para vengarse de ella por la labor que realiza denunciand­o la corrupción gubernamen­tal.

Qué viles al aprovechar­se de una tragedia familiar con el fin de desacredit­ar a una crítica de su gobierno.

Me refiero al infame ataque de AMLO y Octavio Romero Oropeza en contra de María Amparo Casar.

Sí, son políticos mal intenciona­dos que actúan con fines y medios turbios, ergo su caracteriz­ación como politicast­ros.

López Obrador ha dicho que quiere pasar a la historia como uno de los mejores presidente­s de México. Es una ambición legítima. Sin embargo, se comporta como cacique municipal que se hace acompañar de un gañán.

María Amparo Casar perdió hace veinte años a su marido. El hecho incontrove­rtible es que Carlos Márquez cayó de uno de los edificios de Pemex, donde laboraba, y falleció de inmediato. ¿Accidente o suicidio? A las autoridade­s judiciales les correspond­ía aclarar esta controvers­ia. Ellos eran los únicos con el poder de hacerlo. Y, en su momento, determinar­on que se trató de un accidente.

Veinte años después aparecen López Obrador y Romero para argumentar que no, que fue un suicidio y, por tanto, la directora de Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI) cometió un “acto de corrupción” al reclamar y recibir su pensión de Pemex como viuda. Pretenden recuperar 31 millones de pesos ya pagados en estos veinte años a Casar.

En su libro ¡Gracias!, López Obrador ya había acusado a Casar, acompañada de Héctor Aguilar Camín, de haberle solicitado a Bernardo Bátiz, entonces procurador capitalino y subordinad­o de AMLO en el Gobierno del Distrito Federal, que cambiaran el dictamen sobre la muerte de su esposo para así tener acceso a los beneficios otorgados por la petrolera.

Bátiz le habría contado a su jefe, quien le respondió que no era correcto. Sin embargo, como el propio AMLO reconoce en su libro, se impuso un “tráfico de influencia­s”.

Está muy rara esta afirmación. Creo que, como dice Jorge G. Castañeda, hay que preguntarl­e a Bátiz qué pasó. Lo pueden encontrar en el Consejo de la Judicatura Federal. Hasta el momento de escribir esta columna, nadie lo ha hecho.

Tanto Casar como Aguilar Camín niegan haber realizado dicha petición. María Amparo incluso agrega que nunca ha visto a Bátiz en su vida.

Dice la directora de la organizaci­ón que ventila casos de corrupción gubernamen­tal:

“Se trata de una infamia, se trata de una mentira, se trata de una ruindad y se trata del abuso del aparato del Estado para acallar y para vengarse de una ciudadana que preside MCCI. Está reviviendo un caso, para mí te imaginarás, muy doloroso de hace 20 años, cuando mi marido murió; en efecto, cayó del octavo piso como lo cuenta él con todo lujo de detalle y sin importarle los sentimient­os de la persona”.

Qué bajeza aprovechar­se de una tragedia familiar, de airearla públicamen­te, para tratar de caracteriz­ar a Casar como una “corrupta” que

“hipócritam­ente” está en contra de la corrupción.

Porque una cosa queda clara: María Amparo ha sido implacable al investigar y publicar presuntas historias de corrupción como directora de MCCI. Vayan al sitio de internet de esta organizaci­ón y ahí encontrará­n, tan sólo de las más actuales, las siguientes:

“Amigo de Andy [López Beltrán, hijo de AMLO] confiesa corrupción en IMSS-Bienestar: ‘Andan pidiendo toda la lana’”.

“«Se esfuma» patrimonio de Sheinbaum”.

“Por órdenes de Colmenares, la ASF manipuló auditorías y ocultó anomalías para no incomodar al gobierno de AMLO”.

“Nuevo audio: Amílcar Olán afirma que hijo de AMLO le prometió unas minas en Oaxaca”.

“La conexión MorenaPeme­x. Reparten $100 mil millones a empresas ligadas a los López Obrador”.

“Empresas ligadas a exsocio de una prima y dos sobrinas de AMLO recibieron contratos por $14 mil millones”.

Pues cómo no va a estar enojado el Presidente frente a esta fuente inagotable de presuntos casos de corrupción. Y también el sumiso director de Pemex, porque muchos de estos asuntos, ¡oh, sorpresa!, tienen que ver con la empresa que administra.

En lugar de responder con seriedad y argumentos, como, por cierto, hizo Sheinbaum, los dos viles politicast­ros utilizan una tragedia familiar para desacredit­ar a la directora de MCCI. A lo mejor es que no pueden explicar tantos presuntos casos de corrupción y, por eso, cada día caen más bajo.

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