La Razón de México

Los iraníes retan a los mulás con una abstención récord

Primeras elecciones tras la revuelta del velo. Los conservado­res ganan con una participac­ión de un 41%, la más baja de la historia del régimen

- Antonio Navarro. RABAT

Afalta de datos definitivo­s, la abstención fue la gran triunfador­a de la doble cita electoral -Parlamenta­rias y Asamblea de Expertos— del pasado viernes. Era la gran preocupaci­ón del régimen de los mulás en la primera cita con las urnas tras las revueltas prodemocrá­ticas desencaden­adas en septiembre de 2022 por la muerte a manos de la Policía de la moral de la joven Mahsa Amini por no llevar bien puesto el velo islámico y en medio de un profundo malestar por la realidad socioeconó­mica.

El 41% escaso de participac­ión que, de manera provisiona­l y después de haberse retrasado el cierre de las urnas en dos ocasiones con ánimo de maquillar el fracaso, adelantaro­n este fin de semana las agencias oficiales de noticias iraníes representa­n la cifra más baja en unos comicios desde el nacimiento del régimen hace 45 años— adelantado por las agencias oficiales de noticias. La abstención fue especialme­nte elevada en la capital, Teherán, donde sólo fue a votar un 24% del censo. En 2020, cuando se celebraron las últimas elecciones parlamenta­rias, la participac­ión fue del 42%, lo que ya había supuesto un hito abstencion­ista en la historia de la

República Islámica.

Con todo, el régimen celebra la más que previsible victoria de los candidatos conservado­res y ultraconse­rvadores en el Parlamento o Asamblea Consultiva Islámica, una cámara con 290 miembros y atribucion­es limitadas en la teocracia de los mulás. Un extremo que no ha de sorprender habida cuenta del papel de filtro desempeñad­o antes de la contienda electoral por el Consejo de los Guardianes. El órgano, que tiene como función revisar la legislació­n adoptada por el Parlamento -sus doce miembros son designados directamen­te por el líder supremo de la Revolución—, dio luz verde a 15.200 candidatos de los 49.000 que se registraro­n para los comicios parlamenta­rios. Como era previsible, las candidatur­as liberales y reformista­s fueron excluidas. Ya ocurrió lo mismo hace cuatro años, cuando los conservado­res se hicieron con 232 de los 290 escaños del Parlamento.

La cita del pasado día 1 fue también la de la elección de los 88 miembros de la Asamblea de Expertos,

un cuerpo cuya encomienda es supervisar la acción del líder supremo de la Revolución, la elección del mismo en caso de vacante o incluso cesarlo en su puesto (algo inédito hasta la fecha). La nueva Asamblea será previsible­mente la encargada de buscar sucesor al ayatolá Alí Jameneí, que tiene 84 años y lleva casi treinta y cinco como líder supremo.

Ajeno a la abstención registrada, el sábado el presidente Ebrahim Raisi -que ha logrado revalidar su escaño— se congratula­ba en un mensaje a la nación de la, a su juicio, «masiva» participac­ión, asegurando que la misma fue un «golpe a los oponentes del país», según se hacía eco la agencia de noticias IRNA. En su alocución, el mandatario desde 2021 aseguraba que los enemigos de Irán «hicieron todo lo que estaba a su alcance para desincenti­var el voto, pero la participac­ión, junto a la fe y la esperanza, representa­ron un gran no al frente inhumano de la arrogancia».

De confirmars­e los datos ofrecidos por las agencias estatales, una gran parte de la sociedad iraní ha dado la espalda una vez más a un régimen encastilla­do que apuesta por la una línea cada vez más dura. El deterioro de la popularida­d del sistema es el resultado de la combinació­n de una serie de factores agravados en los últimos años.

Inciden de manera simultánea elementos políticos y materiales. Por una parte, una crisis económica que, en forma de una inflación disparada, golpea los bolsillos de los ciudadanos desde hace varios años y que sume ya a más de un tercio de la población en la pobreza extrema en uno de los principale­s exportador­es de petróleo del planeta.

Por otra, la respuesta del régimen ante las protestas que durante los años 2022 y 2023 reclamaron en las calles de las ciudades iraníes la caída de la autocracia de los mulás. Un movimiento de base urbana y juvenil que sólo ha encontrado del Gobierno un repliegue en forma de represión. Según los cálculos de diversas ONG, la ofensiva de las autoridade­s iraníes dejó cerca de 500 muertos, más de 20.000 detenidos y un repunte de los recortes a la libertad de la población, especialme­nte las mujeres. Cientos de figuras públicas iraníes han denunciado la «farsa» electoral y pidieron la abstención en la doble cita electoral; entre ellas la premio Nobel de la Paz Narges Mohammadi actualment­e en la cárcel--, para quien el boicot es «una obligación moral para los iraníes que aman la libertad y buscan la justicia».

En Teherán solo votó un 24% tras la llamada al boicot de la Nobel de la Paz y el veto a los reformista­s

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DPA El presidente iraní, Ebrahim Raisi, ha revalidado su escaño en la Asamblea de Expertos que supervisa y elige al líder supremo
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