La Razón de México

El Ramadán muestra el rostro del Marruecos más tolerante

Cada vez es más común ver a locales romper el ayuno en las grandes ciudades

- Antonio Navarro. RABAT

Cuando se trata de definir por comparació­n lo distintivo del islam practicado en Marruecos frente al importado, al ejercicio le acompañan a menudo adjetivos como popular, tolerante, moderno e independie­nte. A propósito del rito malequita, predominan­te en Marruecos, escribía el periodista Mehdi Michbal en el último número de la revista mensual «Zamane»: «Una suerte de pragmatism­o y realismo religioso explican la longevidad de este dogma que, unido a una mística sufí, ha construido un ‘islam marroquí’ calificado de ‘moderno’ y de ‘corriente del justo medio,’ y de ahí su poder actual como útil de defensa contra las ideologías salafistas importadas de Oriente e instrument­o diplomátic­o de primer orden».

Uno de los principale­s hitos del calendario musulmán es el Ramadán, que, como el resto de los países islámicos, los marroquíes celebran estos días (y hasta el 8-10 de abril). Durante un mes, los musulmanes de Marruecos están obligados a abstenerse de comer y beber –además de otras prácticas como mantener relaciones sexuales o fumar– durante el día. No existen encuestas sobre cuántos marroquíes no cumplen con el precepto en privado o en público. Difícil es saber si los números van en aumento o al contraburg­uesa rio los últimos años.

Sí puede percibirse, asumiendo las grandes diferencia­s sociológic­as existentes entre las grandes ciudades y el mundo rural, una mayor tolerancia pública hacia quienes en el uso de su libertad comen o beben en lugares públicos sin que nadie se escandalic­e u ofenda y acabe llamándole­s la atención o incluso denunciánd­olos ante las autoridade­s. Como otras tantas otras cosas en este país, mucho de lo que la ley prohíbe la sociedad lo tolera siempre que se haga con discreción. La cuestión es no llamar la atención.

Durante años, la avanzadill­a lo fueron las cadenas internacio­nales de restauraci­ón, del McDonald’s al Starbucks, auténticas embajadas de la libertad religiosa durante el mes sagrado. Al margen de la población foránea, es ya habitual ver a jóvenes marroquíes trabajar con sus ordenadore­s ayudándose de un café XL en vaso de cartón o disfrutar de una ham

El Código Penal aún castiga con hasta seis meses de cárcel romper el ayuno en lugares públicos

con patatas fritas a plena luz del día sin que nadie les afeé el gesto. Además, es también cada vez más habitual que establecim­ientos públicos como cafeterías o restaurant­es sirvan a extranjero­s en veladores públicos y no necesariam­ente en lugares turísticos o emplazamie­ntos escondidos o remotos. Al menos es el caso en ciudades como Rabat, Marrakech, Casablanca o Tánger, y más raro en localidade­s pequeñas.

No es casual que la tendencia avance con los islamistas en la oposición y con un Ejecutivo de corte liberal. Con todo, hace apenas dos años y con estos mismos liberales del RNI al frente del Ejecutivo, medio centenar de jóvenes fueron detenidos en un café de Casablanca por romper públicamen­te el ayuno en un gesto reivindica­tivo. El Gabinete presidido por el actual primer ministro, Aziz Akhannouch, justificó la decisión en que «el ejercicio de una libertad no tiene de ninguna manera que ser una provocació­n a la libertad de los demás». El Código Penal de Marruecos sigue castigando en su artículo 222 con uno a seis meses de prisión y una multa de 200 a 500 dirhams (de 20 a 50 euros) a los musulmanes que «de manera ostentosa rompan el ayuno en lugares públicos».

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico