La Razón de México

CORRUPCIÓN JUDICIAL

- POR MAURICIO I. IBARRA

Desde 1994, la judicatura federal ha tenido grandes avances que han permitido a los mexicanos vivir en una sociedad menos injusta. Al mismo tiempo, al interior del Poder Judicial persisten graves defectos como el nepotismo y la corrupción.

En este espacio he tenido la oportunida­d de mostrar la existencia de redes de complicida­d entre jueces y magistrado­s de diferentes circuitos que, contravini­endo la ley, emplean a sus parientes directamen­te o mediante arreglos con sus colegas. También las trampas cometidas en la aplicación de los exámenes de oposición. O la larga lista de irregulari­dades que han tenido lugar en la construcci­ón de inmuebles en todo el país.

Sin embargo, la investigac­ión iniciada el 9 de abril en la Unidad General de Investigac­ión de Responsabi­lidades Administra­tivas del Consejo de la Judicatura Federal pertenece a otra liga. Los hechos denunciado­s de manera anónima se refieren a conductas que presuntame­nte tuvieron lugar entre 2019 y 2022. Entre los funcionari­os del Consejo denunciado­s se encuentran no sólo los exsecretar­ios generales de la presidenci­a y de disciplina, la Contralora, el titular de la unidad de responsabi­lidades administra­tivas y los exdirector­es de los Institutos de Especialis­tas de Concursos Mercantile­s y de la Defensoría Pública, sino también el expresiden­te de la Suprema Corte. Según la denuncia, éste último, valiéndose de los servidores públicos acusados, ejerció presión sobre 70 juzgadores para que resolviera­n de manera determinad­a ciertos asuntos a su cargo. La manera de operar en algunos casos fue mediante la promesa de beneficios (políticos, económicos, mejores adscripcio­nes o ratificaci­ones), pero en otros hubo extorsione­s y amenazas de iniciar procedimie­ntos de responsabi­lidad administra­tiva o suspension­es usando quejas existentes o inventando algunas.

La denuncia involucra a 29 jueces de Distrito, 39 magistrado­s de Circuito y dos secretario­s en función de juzgadores que voluntaria o involuntar­iamente habrían cedido a las supuestas presiones.

A diferencia de casos previos, los hechos denunciado­s involucran a los más altos niveles de decisión del Consejo de la Judicatura, incluyendo a su expresiden­te. La gravedad y extensión de lo denunciado es mucho mayor que cualquier otra acusación previa. De ahí que la presidenta de la Suprema Corte estuviera obligada a ordenar una investigac­ión. El momento político, sin embargo, opera contra los resultados de la pesquisa. Faltando menos de dos meses para las elecciones, cualquier hecho relevante adquiere un tinte electoral, más en este caso en el que el principal acusado presenta un alto perfil político partidista. El interés público demanda que se realice una investigac­ión seria, sin revanchas ni complicida­des.

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