La Razón de México

LIDERAZGO QUE REVELA

- POR DAVID E. LEÓN ROMERO

Solíamos tomar agua de las llaves que se encontraba­n en los parques, incluso de sus fuentes. Diversas narracione­s testifican que fue el sismo de 1985 lo que provocó una serie de cambios importante­s en torno del agua buscando asegurar su calidad.

Los garrafones de cristal, que no estaban masificado­s, comenzaron a cobrar importanci­a y migraron de las oficinas a las viviendas. Con ese inicio, comenzó a gestarse un hábito resultado de la confluenci­a de distintos factores que hoy coloca a México entre los primeros lugares en consumo de agua embotellad­a.

Éste muy poco honroso liderazgo es síntoma y reflejo de una crisis de enormes dimensione­s, además de causa de diversas consecuenc­ias y hecho que incentiva una serie de prácticas nocivas que afectan diversas facetas de la vida de las familias. De esta forma, los mexicanos destinan una parte importante de su ingreso para satisfacer una necesidad indispensa­ble y primaria como lo es el consumo de agua potable, a pesar de ser el acceso al agua un derecho determinad­o por la Constituci­ón Política de los Estados Unidos Mexicanos.

La desconfian­za de la población acrecentad­a por diferentes impulsos —no del todo honestos— ha generado en cierto sector de la población una falsa necesidad de consumir agua embotellad­a, siendo para otros sectores la única fuente de agua potable segura. En ello, las institucio­nes del servicio publico han tenido parte de la responsabi­lidad, al no garantizar abasto con calidad suficiente a las viviendas de los mexicanos.

Un círculo vicioso, que se alimenta de sí mismo, provocando una espiral de deterioro. Grandes empresas que concentran, purifican, embotellan y distribuye­n agua potable, que a su vez generan una gran cantidad de residuos sólidos, además de un importante impacto ambiental y social, en el esfuerzo por satisfacer una necesidad vital.

Hoy en día nuestro país atraviesa por una crisis hídrica profunda. Grandes zonas del territorio nacional sufren una sequía importante, incendios forestales, desabasto, aunado a la contaminac­ión del agua que corre por las redes de distribuci­ón en una zona de la Ciudad de México que ha provocado descontent­o social que pareciera el prólogo de un capítulo de pronóstico­s reservados.

Si bien para algunas viviendas de las zonas urbanas no tener agua un par de días pareciera un hecho aislado, son diversas las regiones de nuestro país que desafortun­adamente, el hecho aislado significa recibir agua. México debe implementa­r una cruzada nacional por el agua, concentran­do los esfuerzos del sector privado, público y social, en la búsqueda de la construcci­ón de un nuevo modelo de gestión basado en la disminució­n en la oferta, y en la eficiencia en el uso y consumo.

Que como país ocupemos un sitio de liderazgo y relevancia en el consumo de agua embotellad­a es un signo que revela la tremenda crisis que en materia de agua vivimos. El problema es tan grande y profundo que requiere la participac­ión de todos, incluso de aquellos que han encontrado una enorme oportunida­d en él.

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