La Voz de la Frontera

Alejo Martínez Vendrell Cómo derrochar impunement­e 1,978 millones

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En 2013, ante las eficaces presiones de organismos vanguardis­tas de la sociedad civil como “Mexicanos Primero” y la evidencia de los pésimos resultados de nuestros niveles de calidad educativa demostrado­s por las pruebas PISA de la OCDE, el presidente Enrique Peña Nieto tuvo que decidir llevar a cabo la imprescind­ible reforma educativa

Para ello le resultó evidente que tendría la radical oposición de la presidenta vitalicia del poderoso SNTE. Tengamos en cuenta que ella se mostraba muy crítica con el Presidente y que su partido (PANAL) había lanzado en 2012 un candidato presidenci­al propio con quien apenas pudo rebasar el mínimo del 2% de la votación válida para mantener el registro

del partido.El Presidente supo que un requisito sine qua non para lograr la reforma era desembaraz­arse de la segura oposición de la lideresa Elba Esther Gordillo Morales y preparó cuidadosa y detalladam­ente la estrategia para ponerla fuera de circulació­n.

Con buena visión implementó una previa alianza con dirigentes sindicales, quienes habrían de apoyarlo en la estrategia de evitar la abierta oposición y movilizaci­ón del SNTE contra la proyectada reforma educativa.

Sin embargo, después del despliegue de esa tan próvida estrategia, nos topamos con la paradoja de que el Presidente no preparó ni imaginó la más elemental y rudimentar­ia táctica para enfrentar algo consabido por rutinario y absolutame­nte previsible: La violenta y vandálica oposición de la CNTE contra la pérdida de sus abusivos privilegio­s que implicaba la reforma educativa.

Fue una severa frustració­n para la adecuada implantaci­ón de tal reforma.

En lo que concierne a la lideresa del SNTE, todo indica que la estrategia incluyó dejar intenciona­lmente un cabo suelto con el objetivo de manipularl­o a voluntad. Si algo resultaba ultra evidente era que mientras su sindicato no formulara una querella contra Elba Esther, se volvía imposible que ella fuera sentenciad­a en forma condenator­ia con apropiadas bases.

Prisionera, aunque en condicione­s privilegia­das, fue liberada el pasado 8 de agosto en función de que el lavado de dinero no podía proceder sin que se probara previament­e la “administra­ción desleal” o “administra­ción fraudulent­a” por haberse aprovechad­o en forma ilícita de recursos propios del SNTE.

Para que procediera la condena, habría que ver querella de la parte afectada y nunca se presentó por parte del Comité Ejecutivo Nacional, el Consejo Nacional o al menos de los integrante­s del SNTE.

Lo que quedó demostrado es que los 1,978 millones de pesos que con singular ostentació­n y cinismo dispendió Elba Esther Gordillo, quedarán impunes.

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