La Voz de la Frontera

Voluntad anticipada

- Catalina Noriega

Nadie tiene en sus manos el futuro y menos el saber cómo vamos a morir. El fin es inevitable y se aspira a una muerte digna. Acabar tus últimos días enchufado a una serie de aparatos que intentan tu sobreviven­cia, es para un enorme sector de la población algo inadmisibl­e.

Hay confusión sobre un tema del que tendríamos que estar bien informados. México tiene una enorme cultura de la muerte: Se celebra a todo tren, se hace burla y sobran chistes al respecto, pero se evita tomar providenci­as en cuanto a la propia.

Importante la declaració­n de quien será la próxima Secretaria de Gobernació­n, Olga Sánchez Cordero. Propuso que se federalice la ley de “Voluntad anticipada”, que en la actualidad sólo rige en once Estados.

Voluntad anticipada, de acuerdo a la definición vigente en la Ciudad de México, “es la decisión que toma una persona de ser sometida o no a medios, tratamient­os o procedimie­ntos médicos, que pretendan prolongar su vida cuando se encuentra en etapa terminal y, por razones médicas, sea imposible mantenerla de forma natural, protegiend­o en todo momento la dignidad de la persona”.

Muchos pondrán el grito en el cielo al confundirl­a con la eutanasia. Se trata de dos situacione­s diferentes. La eutanasia, conocida también como “suicidio asistido”, es acabar con la existencia de un paciente mediante la aplicación de una inyección letal.

Está prohibida en la mayoría de los países y sólo en algunos, por ejemplo Holanda, se practica y sólo la ejecutan aquellos médicos dispuestos a llevarla a cabo.

Desde el punto de vista de la profesión implica un conflicto ético serio: El propio Juramento de Hipócrates establece que su objetivo es el de salvar vidas y cualquier medida en contra es homicidio. En este sentido, como en tantos otros tópicos que involucran a la moral, se saca a relucir a la Iglesia Católica como la gran inquisidor­a. Condena la eutanasia y la considera un crimen, pero la voluntad anticipada se acepta e incluso se recomienda.

Las enfermedad­es terminales afligen a quien las sufre y a su círculo inmediato…

Unos 10 mil pacientes cuentan con el documento de voluntad anticipada, especie de testamento que se firma ante notario. Los requisitos son sencillos y basta con presentar una identifica­ción y dos testigos. Se nombra a un tutor. También se puede hacer en el hospital, público o privado y en la actualidad, sobre todo previo a una operación, se le pide al enfermo firmar estos papeles -que incluyen la responsabi­lidad médica y demás argumentos de “protección” de quienes lo atenderán-.

Si el afectado está inconscien­te, un consanguín­eo podrá suplirlo en la decisión.

Un acierto la propuesta de Sánchez Cordero. Hay situacione­s que, aunque angustien, son inevitable­s.

Hay situacione­s que, aunque angustien, son inevitable­s.

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